MURCIA. Hasta cinco toneladas de peces se estima que han perdido la vida en el último episodio de mortandad de fauna en el Mar Menor, que ya se posiciona como el más catastrófico de su historia superando a la DANA de 2019. Al fin y al cabo, ya suman ocho los días que la laguna salada más querida de la Región lleva sangrando gritos de auxilio, una llamada a la acción que ya se está dejando oír. En cualquier caso, mientras que los políticos buscan soluciones los científicos ya han conseguido averiguar cómo se ha generado este triste capítulo en la historia de la albufera.
Así pues, el catedrático de Ecología de la UMU y portavoz del Comité Científico del Mar Menor, Ángel Pérez Ruzafa, ha explicado que la falta de oxígeno en algunas zonas de la laguna se debe a la gran concentración de materia orgánica provocada por la influencia de la ola de calor.
Con las altas temperaturas sufridas en la semana previa al desastre como detonante, esta cantidad de materia orgánica y el aumento en la clorofila han provocado un nuevo episodio de anoxia. En concreto, la alta concentración de estos parámetros provocan la llegada de peces con la intención de alimentarse, con lo que aumenta el consumo de oxígeno. Asimismo, gran parte de esta masa de materia orgánica ha quedado disuelta en el agua, provocando una mineralización que también disminuye los niveles de oxígeno.
Por tanto, se ha desencadenado en la zona de la cubeta sur del Mar Menor un episodio de hipoxia que más tarde se transformó en anoxia. Por su parte, Javier Gilabert, profesor de Ingeniería Química de la UPCT y miembro del Comité Científico para el Mar Menor, especifica que es en las zonas de mayor profundidad, aquellas de más de cuatro metros, en las que se han detectado los niveles más bajos de oxígeno.
Al fin y al cabo, "el sistema del Mar Menor está tan sobrecargado que cualquier suceso extremo lo desequilibra completamente", según indica este profesor de Ingeniería Química de la UPCT. En ese sentido, añade que la laguna no está preparada para resistir una muy posible DANA: "No aguantaría ninguna lluvia por pequeña que sea".
Con la intención de oxigenar la laguna, el Gobierno regional propuso abrir la gola de Marchamalo para que entrara una mayor cantidad de agua del Mediterráneo hacia el Mar Menor. No obstante, tanto las asociaciones ecologistas como el Ministerio para la Transición Ecológica han rechazado esta medida por el impacto que podría tener sobre la integridad de la albufera, que podría perder su salinidad natural (más alta que la del mediterráneo), y con ella su capacidad natural de regeneración.
No obstante, tanto Gisbert como Ruzafa aseguran que abrir entre 50 y 70 centímetros esta gola como "medida de emergencia en un momento crítico" podría aliviar un poco la situación actual sin eliminar el ecosistema del Mar Menor. En ese sentido, el consejero de Agua, Antonio Luengo, insistió en que "se puede revertir de manera inmediata en cuanto mejore la oxigenación". En cualquier caso, las máquinas que el Ejecutivo regional ya desplazó el pasado viernes continúan sin permiso para actuar.
Asimismo, el consejero cargó contra el Gobierno nacional por la detención de la estación de bombeo de agua de la rambla del Albujón "que tendría que estar funcionando día y noche". Sin embargo, Luengo asegura que no sabe desde cuándo lleva parada.
En consecuencia, la Confederación Hidrográfica del Segura ha confirmado una avería en la estación que ha provocado la detención del bombeo. No obstante, desde la CHS esperan que sea reparada a la mayor brevedad y que para la tarde de este lunes vuelva a estar operativa, aunque recuerdan que "en absoluto" su objetivo "proteger al Mar Menor", sino "proporcionar riego a los agricultores que pagan una tarifa" por ello.
Otro de los factores claves a tener en cuenta será la influencia de la climatología, pues puede influir en el desplazamiento de las bolsas anóxicas hacia el resto de la laguna, lo que incrementaría la mortandad. Así pues, mientras tengamos viento de levante continuará siendo la cubeta sur la principal afectada, pero un viento norte podría provocar la muerte de más peces en otras zonas del Mar Menor.
En concreto, las estimaciones de la Consejería dejan entre 4,5 y 5 toneladas la cantidad total de peces que han muerto en los últimos ocho días. Por tanto, aún están estudiando el impacto que esto ha tenido en las distintas especies de la laguna y cómo afectará esto a los pescadores, que podrían verse restringidos en su actividad.