CRÓNICAS POR LOS OTROS / OPINIÓN

Atardeceres africanos, atardeceres de película

Los atardeceres africanos son como los años: únicos, irrepetibles y fugaces. Nunca una puesta de sol es igual que otra. Nunca un año es igual a otro. Cumplir años rodeada de atardeceres africanos es el mejor regalo que podía soñar

10/08/2019 - 

Hoy  vuelvo a vivir estos atardeceres africanos, esos momentos que te brinda la naturaleza única e irrepetible. Vuelvo a estar en Kenya, en Lamu. Y vuelvo a disfrutar de  las puestas de sol y sus atardeceres y de mucho más. Son atardeceres, al más puro estilo de película, al estilo de Memorias de África. Atardeceres de ensueño. Atardeceres de película.

Despertarse con los amaneceres y acostarse con los atardeceres africanos es un hábito que cambia la vida. Me atrevo a afirmar que una de las cosas lindas que tienen los países poco desarrollados es aprender a vivir  con la luz del día. Aquí el día comienza muy pronto a las 6 de la mañana cuando empieza a asomar la luz y a las 6 de la tarde empieza a marcharse. Son 12 horas de luz intensa que viene y se va rápido,  las puestas y los amaneceres no duran más de media hora, son rápidas y fugaces. No existen estaciones en los países cercanos al ecuador. Siempre hace la misma temperatura y las estaciones se dividen en estaciones secas o de lluvia. Tampoco allí  hay cambio de hora.

Estos momentos, estos atardeceres  y cumplir años siempre invitan a la reflexión.  Y yo reflexiono un año más en el fin de semana que cumplo años.

Siento que el año vital que ahora termina, ha sido un año de pérdidas en muchos sentidos. Cada pérdida me ha llevado a un análisis diferente y esto ha hecho que haya sido un año de aprendizaje, de fuerza, de análisis y de reflexión

Desde Lamu, en un contexto totalmente alejado y perdido en el mundo, en el Oceano Índico,  con el “Hakuna Matata” (no hay problema) como filosofía de vida, la vida se ve con otros ojos. Los problemas tienen otro recorrido y las reflexiones también.  Y reflexiono sobre la poca importancia y el poco foco que creo que  le ponemos a los asuntos de verdad importantes de la vida.

Seguimos con las preocupaciones creadas por un sistema que nos envuelve y del que es difícil salir, un sistema que nos envuelve en sus propios problemas para engancharnos a una manera de vivir y unas obligaciones que no nos satisfacen a todos de la misma manera. En la mayoría de los casos las preocupaciones vienen envueltas con un componente económico o material, pocas veces nos preocupamos por temas que nada tienen que ver con lo material, pocas veces nos preocupamos por lo emocional, sólo cuando la salud o el desamor nos azotan.

Este año he tenido la oportunidad de trabajar mucho la parte más emocional y humana, y me doy cuenta que existe un nulo trabajo en general sobre la parte emocional de las personas, una carencia bastante generalizada, que empieza por nuestras infancias y que acarrea grandes problemas en el futuro.

Desde la niñez no se nos enseña a gestionar nuestras emociones y la aceptación de la vida con sus más y sus menos. La parte emocional sólo se trabaja cuando la vida te golpea

En ese momento es cuando algunas personas buscamos terapia, tratamientos o soluciones para poder encajar los golpes de la vida. Y otras personas prefieren gestionarlo en silencio sin acudir a profesionales. Cualquier opción es más que respetable siempre y cuando se consiga su resultado. Herramientas hay de todo tipo y cada persona escoge  la que le hace sentir más cómoda e identificada. Herramientas que van desde el yoga, la meditación, terapias psicológicas, constelaciones… hasta la religión y su fe.

En cualquier caso poco se trabaja la parte emocional ni el desarrollo emocional para estar preparado ante la vida. La vida es bonita y menos bonita, y  la base de cualquier terapia habla que el éxito es conseguir aceptarla tal y como viene. Esto que es muy bonito sobre el papel cuesta esfuerzos sobrehumanos llevarlo a la práctica cuando la vida te espera con un “zasca” aunque lo estemos esperando. En ese momento caemos en picado y la recuperación cuesta.

Los 'zascas' de la vida

La recuperación pasa por fases emocionales de todo tipo desde la tristeza, la rabia o la ira, hasta la empatía, la aceptación y el amor, entre otros. Y en ese proceso se viven momentos de mucha tensión que provoca a veces de manera inevitable secuelas entre la gente que nos rodea. Todo es un proceso que sería más llevadero si nos educaran con un enfoque y una base más emocional. Esta falta de preparación y de trabajo en la emociones tiene sus consecuencias más tarde.

No existe conciencia verdadera sobre la importancia de este aspecto emocional en  nuestra vida, sobre la parte emocional de las personas, sobre este pilar que realmente es el que nos sostiene y que nos ayuda a encajar las vicisitudes que nos trae el día a día.  La vida sería más fácil si aprendiéramos y supiéramos desarrollar herramientas para gestionar la vida tal y como viene y no cómo la esperamos.

Invito desde aquí a que encontremos momentos para la reflexión, el análisis de nuestras vidas y trabajarnos la parte emocional sin necesidad que sea un golpe de la vida lo que nos lleve a ello. Trabajar las emociones desde una posición de estabilidad y equilibrio es una experiencia muy enriquecedora y sanadora en todos los sentidos.

Con el paso del tiempo y observando a mi alrededor creo que no existen golpeas fuertes o flojos, sino que la intensidad del mismo depende del momento vital en que nos encontremos

El golpe que entendamos como el  más fuerte puede no tambalearnos si viene en un momento en que nos encontramos fuertes como un roble, y el golpe que “menos fuerte”, puede hundirnos si nos encontramos en momentos débiles y flojos.

También es cierto que hasta llegar aquí, he tenido que trabajar durante un año para conseguir la estabilidad que necesitaba y enfrentarme a este tipo de análisis que tambalean a cualquiera. No ha sido un “pensat i fet” y no es tarea fácil.

Cuando estoy en España, recuerdo muchas veces esos atardeceres africanos, recuerdo esa caída de sol, esas puestas maravillosas y esos finales del día intensos. Esos atardeceres cargados de luz y de color. Esa luz y ese color tan intenso que desaparecen en cuestión de minutos. Así son las puestas de sol africanas.

Foto: DAVID FAJARDO

Con estos atardeceres africanos, con esta atmósfera que me rodea, con esta quietud, paz y relax que me ayuda a parar y pensar…  hago balance de estos 41 años que llevo a mis espaldas.

Empiezo un nuevo año vital  con la ilusión, alegría e incertidumbre de no saber qué me espera por delante. En cualquier caso,  sea lo que sea, pido saber gestionarlo con las herramientas necesarias para no tambalearme y seguir viajando por esta vida que me  da más alegrías que penas.  Un año más recuerdo que soy una chica con suerte.

La semana que viene… más!

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