VALÈNCIA. Ella está ahí, omnipresente. Aunque no la percibamos, aunque la tratemos con desdén, aunque la despreciemos y la miremos con recelo por el rabillo del ojo. La filosofía empapa cada rincón de nuestra existencia, cada grieta de nuestras rutinas, pero también cada anhelo, cada angustia, cada temor que nos atenaza por las noches; y sí, también cada motivo para salir de la cama en las mañanas más grises. Menos mal que es así, pues sin esa capacidad para reflexionar sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea, sobre el mundo en toda su extensión, la existencia no sería sino una sucesión de grisuras insoportables. Reflexionar sobre cuestiones que dábamos por hecho o que ni nos habíamos cuestionados, celebrar la vida a través del pensamiento, rebelarnos si lo consideramos necesarios, buscar nuevas sendas por las que transitar… y compartir la experiencia con nuestros semejantes. Estas son las aspiraciones de Avivament, el festival de filosofía coordinado por la asociación València Pensa que llega en 2019 a su tercera edición. Con el MuVim como sede principal y otros 8 espacios colaboradores, este encuentro plantea un programa poliédrico en el que el pensamiento (generoso, diverso, exuberante, repleto de matices) es el auténtico protagonista. Charlas y conferencias, sí; pero también poesía, teatro, música, cine…Un universo de conocimientos condenado del 5 al 8 de junio.
Alfonso Moreira, miembro de la entidad organizadora, subraya la voluntad imperante de “llevar la filosofía a la calle, hay interés por parte del público general. La filosofía resiste y lo vemos en eventos similares al nuestro que tiene lugar en lugares como Chile o Italia”. Uno de los grandes rasgos de Avivament es la apuesta por la transversalidad como eje vertebrador de su programa, característica que queda plasmada tanto en los temas como en los formatos escogidos. “El pensamiento impregna toda la identidad humana. A menudo se cree que la filosofía está restringida al formato académico, pero en realidad, puede presentarse de otras muchas maneras, en muchos otros ‘envases’. De igual modo, intentamos no invitar solamente a filósofos, sino también a arquitectos, diseñadores, economistas…”, apunta Moreira. Por cierto, ante la voluntad manifiesta de adentrarse en los recovecos, aristas y potencialidades de la filosofía, los bestsellers sobre coaching y pensamiento positivo son aquí el anticristo vestido en colores pastel: “Queremos ser un contrapunto a esas corrientes que vienen del ámbito del márquetin y están dirigidas a reforzar el sistema y el egoísmo humano”, indica. ¡Vade retro, tazas de Mr Wonderful y sentencias motivacionales impresas en sobres de azúcar!
Frente a la dictadura de la productividad, el éxito y el utilitarismo instantáneo, la filosofía se alza como un bote salvavidas con el que surcar las inciertas aguas del siglo XXI. Quizás por ello, la Red Española de Filosofía ha diagnóstico en los últimos años un incremento del ciudadano por este campo “hemos respondido con una vuelta al ágora: cafés filosóficos, festivales en distintas ciudades, filosofía para niños…”, sostiene la profesora María José Guerra, quien participará en Avivament con la conferencia ¿Quién se acuerda de la justicia global? Hundimiento de la ciudadanía y vulnerabilidad tecnoecosocial.
«Ocurrió. En consecuencia, puede volver a ocurrir», decía el escritor italiano Primo Levi, superviviente de Auschwitz. En nuevo episodio de ese siniestro carrusel que es en ocasiones la historia humana, una nueva ola de extrema derecha recorre Europa a sus anchas. ¿Puede el pensamiento crítico ejercer como dique de contención ante el odio galopante? Para María José Guerra la disyuntiva es obvia: “Filosofía o barbarie”. “Los movimientos supremacistas o nacional-populistas son antifilosóficos y anti-ilustrado. Defendemos los derechos humanos, la igualdad, la justicia y la deliberación democrática; justo lo que dinamita la ultraderecha que triunfa en el mundo”, apunta la docente, quien reclama como tarea pendiente “una nueva Ilustración a la altura de los retos del presente. Es necesario articular una vida política que devuelva la iniciativa de la ciudadanía. La reflexión filosófica es el único antídoto posible a la desorientación si no queremos entregarnos al dogmatismo”.
En el caso de Jesús García Cívico, profesor de Derecho en la UJI, participará s en el diálogo ¿Es el marxismo el feminismo del siglo XXI? junto a la periodista Cristina Fallarás. Según apuntan los organizadores de Avivament, la actividad surge a partir de un artículo en el ponente que señalaba que el feminismo puede entenderse como “filosofía o hermenéutica de la sospecha porque ha observado una suerte de engaño: hay una hegemonía masculina que ha hecho pasar un particular (el hombre) por universal y eso afecta a muchos ámbitos: la crítica literaria, el lenguaje, obras de ficción… incluso el código penal”. Así, prosigue el docente, el feminismo “le quita el antifaz al mundo y descubre que las relaciones sociales son expresión de la consolidación del predominio de unos intereses sobre otros. En este aspecto, aprender significa desaprender. No hay, nunca lo ha habido, ni puede haber jamás, un sistema de normas neutral. Por eso hay que reflexionar críticamente sobre las normas y luchar por aquellas que consideramos más justas”.
El poder de las grandes corporaciones en Internet y la necesidad de batallar por la soberanía tecnológica centran la intervención de Eurídices Cabañes, diseñadora de videojuegos e investigadora. Si hablamos de hitos tecnológicos, filosofía y actualidad resulta inevitable plantearse si deberíamos hemos relegado a un segundo plano el pensamiento crítico en nombre del progreso. “En muchos casos son las propias lógicas de funcionamiento de las tecnologías digitales las que limitan esa capacidad de cuestionamiento”, indica Cabañes. En ese sentido, señala a la sobreinformación y a los algoritmos de los buscadores y de las redes sociales “que generan burbujas ideológicas, sociales y culturales”. Así, explica, nos limitamos a cumplir el papel de “usuarios pasivos, relegados a repetir discursos, a picar en las fake news y a ser fácilmente influenciables. Caemos en el consumo acrítico, asumimos el mundo que nos ofrecen desde las lógicas del beneficio, en lugar de dedicarnos a crearlo colectivamente por el bien común”.
Para la valenciana resulta imprescindible lanzarse a un proceso de reflexión profundo sobre el papel cada vez más integral y masivo de la tecnología en nuestras vidas, pues a través de esos avances estamos “construyendo el conocimiento (y con ello la realidad), nuestros cuerpos y subjetividades, nuestras amistades, nuestras formas de trabajar y de pensar. Incluso nuestra democracia está en juego”. Respecto a los principales problemas éticos que plantea la tecnología actualmente, destaca la errónea percepción de que lo digital es inmaterial “obviar la materialidad de los medios digitales es un crimen por omisión que excluye las cuestiones ambientales y de los flujos mundiales de materias primas, energía y trabajadores precarios”.
El caso de Fernando Infante ilustra a la perfección esa carencia por la filosofía entendida como una red infinita de conocimientos. No en vano, intervendrá en Avivament con la charla ‘Diseño como categoría estética’. Y es que, para el sevillano “decir diseño también es decir cultura y al revés, porque el diseño es el modo de acción sobre la realidad que define eso que llamamos cultura”. En la misma línea, considera que, para que un diseño pueda ser considerado como exitoso, resulta importante que lleve detrás un proceso de reflexión potente. “El diseño es lo más ajeno a la apariencia y el simulacro. Un proyecto nace de un análisis y un conocimiento del asunto en cuestión. Los diseñadores terminamos sabiendo de muchas cosas porque nos adentramos muy a fondo en la compresión de los problemas, en ámbitos muy diferentes que pueden ir de la sanidad al teatro”. “La creatividad está sobrevalorada, no tiene valor ninguno si no nace de ese conocimiento”, sostiene con contundencia Infante, quien considera que los diseñadores “no cubren el mundo con formas más o menos bonitas, sino que intentan desentrañarlo y rehacerlo desde dentro”.
Santiago Beruete es autor de Jardinosofía, Una historia filosófica de los jardines y Verdolatría, La naturaleza nos enseña a ser humanos, (ambos publicados por Turner). Y serán precisamente esos trabajos los que estructuren su participación en Avivament. “Mucho antes de escribir sobre este tema, pasé años creando un jardín con mis propias manos para poder evadirme durante una grave crisis personal. Cultivar la tierra fue mi refugio, pero salir al jardín significa también entrar dentro de uno mismo”, confiesa Beruete. Así, más allá de lograr que los limoneros crezcan bien lozanos, dedicarnos al escenario vegetal actúa como herramienta para conectar de otra manera con el universo que nos rodea. Y es que, cultivar requiere “paciencia, humildad, constancia y gratitud, cualidades todas ellas que forman parte de la receta de una buena vida y de las aspiraciones de una filosofía transformadora”. De hecho, recuerda que “os mitos fundacionales de nuestra civilización aluden al vínculo entre “felicidad y jardines”. Ahí está, por ejemplo, la idea del Edén... “Si el de jardinero es el oficio más antiguo del mundo, seguramente es porque, desde sus orígenes, los seres humanos - llevados por la nostalgia del paraíso perdido o el deseo de un mundo mejor- han cultivado las plantas mientras se dejaban cultivar por ellas”.
Los has visto: en espacios comunitarios, en reportajes sobre nuevas tendencias, en el Facebook de tus amigos de la carrera, en travesías por la periferia de València... La proliferación de huertos urbanos comenzó a ganar músculo mientras se abría paso en nuestras rutinas ese estrés depredador percibido ya como signo de los tiempos contemporáneos, esos vertiginosos ritmos de vida que nos arrollan sin piedad. Por ello, no es osado preguntarse si quizás haya en esa vuelta a la tierra un deseo de huir de la hiperaceleración presente. Así lo cree al menos Beruete, quien subraya que ·el jardín ha llegado a ser en nuestra época un espacio de resistencia y contestación social, de solidaridad y rebeldía contra la hegemonía del neoliberalismo y el mercantilismo rampante”.
De las tomateras a Facebook; del Me Too a los carteles de la Fira de juliol. Ya os lo habíamos advertido: la filosofía está en todas partes. Solo es cuestión de atreverse a mirarla a los ojos y lanzarse a explorar, brújula en mano, sus selvas de conocimiento.
Es autor de una extensa obra sobre filosofía, ética, estética y política con más de una treintena de libros, como 'Filosofia d'estar per casa', 'Pensadors catalans' y 'Teoria de la sensibilitat nacionalista', entre otros