Hoy es 15 de noviembre

la operación militar de la ume contra el covid-19 revive el afán del médico alicantino

Balmis, dos siglos después: el coronavirus recupera su hazaña para salvar de la viruela al mundo

22/03/2020 - 

ALICANTE. Operación Balmis es el nombre que el Ministerio de Defensa ha dado al operativo militar con el que el ejército español se está desplegando por todo el país para luchar, de forma conjunta y coordinada con el resto de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, contra el coronvirus. Pocos han sido los que han criticado esta decisión de sacar el ejército a las calles en misión humanitaria en esta situación excepcional y extraordinaria que estamos viviendo, sino que más bien ha sido aplaudido de forma casi unánime. 

Al margen de sus tareas de desinfección en más de trece provincias con sus tres mil efectivos desplegados, ver en televisión los albergues para gente sin hogar que han habilitado y las imágenes de dos militares ayudando a una señora mayor a llevar la compra a casa, removían estos días las emociones de todos los que permanecemos confinados, pero también (y más, si cabe) del resto de trabajadores y voluntarios que se exponen a diario a este virus y a la impredecible virulencia de la enfermedad que provoca. 

Ese es, precisamente, el afán que se ha querido rememorar al dar título a esta operación militar. Un nombre con el que se rescata la hazaña que en su día llevó a cabo Francisco Javier Balmis (1753-1819), médico y militar alicantino que hace más de dos siglos emprendió una durísima expedición para tratar de salvar de la viruela al mundo, cruzando los océanos y llevando a diversas puntas del globo la vacuna contra esta enfermedad. Y es que, en momentos trascendentales como este, también es importante recurrir a la memoria histórica que pone en su sitio a quienes un día hicieron algo memorable por la sociedad.

La viruela se cebaba con las poblaciones de todo el mundo a finales del siglo XVIII y principios del XIX cuando, en 1803, el doctor Balmis, médico militar de origen alicantino, acepta emprender una misión hacia el continente americano, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna —también conocida como Expedición Balmis—, para llevar hasta allí los últimos avances en la lucha contra esta enfermedad. Él no era el descubridor de esta vacuna, sino que esa nueva técnica inmunológica se le atribuye al científico británico Edward Jenner. Sin embargo, sí fue quien se atrevió a cruzar el mar para expandirla por medio mundo.

Se trataba de un virus que afectaba de especial manera a los niños y cuya enfermedad hacía salir grandes bultos en la cara que dejaban después importantes marcas que permanecerían para siempre en los rostros de los enfermos. Rara vez afectaba a una persona mayor, de ahí la expresión "a la vejez, viruelas". Precisamente por eso, un grupo de veintiséis niños huérfanos —a quienes denominaba 'angelitos' en sus misivas con el Gobierno de España— fueron clave en este viaje en el que Balmis les fue inoculando la enfermedad uno a uno, cada dos semanas, para que el virus se mantuviera en el barco hasta llegar al destino, estando siempre atendidos por él mismo y con los cuidados del resto de su equipo.

Tras el viaje, los niños fueron acogidos en un hospicio de Méjico y posteriormente adoptados. Después comenzó la difusión de la vacuna por todos los territorios que comprendían el imperio español, pasando por Puerto Rico, Venezuela, Cuba, Colombia o Chile, aunque también la llevaría después hasta Norteamérica, Asia y Filipinas. Sin embargo, no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando esta enfermedad se erradicaría por completo. La hazaña fue incluso llevada a la pantalla con la película 22 ángeles, dirigida por Miguel Bardem y con música de otro alicantino, Luis Ivars. Quien dio vida a Balmis fue el actor Pedro Casablanc.

Francisco Javier Balmis llegó a ser médico personal del rey Carlos IV y, en el centenario de su muerte, la ciudad que le vio nacer quiso homenajearle poniendo su nombre a una plaza, como recuerda el investigador y divulgador Alfredo Campello, de la asociación Alicante Vivo, en su último libro, Alicante a pie de calle. Un lugar, esta plaza, que no ha estado exenta de polémica por su transformación urbanística en los últimos tiempos, tras la inauguración de la obra en 2014, pero donde también la Guerra Civil ha dejado su huella ya que el subsuelo alberga un refugio para unas 450 personas, que actualmente está puesto en valor. 

Precisamente la entrada a este refugio y la fuente, que sí se ha conservado, son ahora los dos elementos más característicos de este espacio urbano, junto a una copia del busto del médico alicantino, ya que el original finalmente se ubicó en la entrada de la facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández en Sant Joan d'Alacant, en un edificio que también lleva su nombre. La pieza, donada por el Club Rotary en el año 2000, estaba valorada en cinco mil euros, pero el 10 de enero de 2019 fue robada. El pasado mes de diciembre, durante los actos de celebración del segundo centenario de su muerte, la UMH repuso el busto, con una nueva obra del artista Miguel Bañuls. Homenajes, grandes o pequeños, que consiguen que alicantinos ilustres no queden sepultados por el olvido. 

Noticias relacionadas

ANIVERSARIO DE LA RIADA DE 1949

75 años de un amargo despertar

Por  - 

El pasado domingo se cumplieron tres cuartos de siglo de la mañana en que Castelló descubrió las trágicas consecuencias de una tromba de agua que la víspera anegó los barrios del norte de la ciudad, en una jornada que dejó al menos 12 víctimas mortales, la gran mayoría de corta edad. La catástrofe marcó a toda una generación de castellonenses

ANIVERSARIO de un hito en la historia militar española

Ramón y Emilio, 125 años de la gesta de dos castellonenses entre los últimos de Filipinas

Por  - 

El 2 de junio se cumplieron 125 años del final del sitio de Baler, el último episodio de la historia del imperio en el que nunca se ponía el sol. En una iglesia, 35 hombres -33 militares y 2 religiosos- sobrevivieron a casi un año de penoso asedio sin saber que ya no defendían suelo español. Entre ellos, un sastre de Morella y un panadero de la Salzadella. Solo el segundo tiene hoy una calle en su pueblo, otro de cuyos vecinos, Agustín Ochando, falleció en una emboscada en el mismo poblado filipino en 1897

next