CASTELLÓ. La Unión Europea no ceja en su cruzada contra los insecticidas que pueden dañar la salud de las personas y el medio ambiente. Recientemente, la Comisión Europea ha elaborado una guía para clarificar el artículo 53 del reglamento 1107/2009. Este artículo es el que permite la utilización excepcional de fitosanitarios prohibidos en el territorio comunitario y al que las organizaciones agrarias se aferran para solicitar estos dos últimos años la autorización extraordinaria del metil clorpirifos, el único producto activo demostrado eficaz contra el cotonet de Sudáfrica.
La actualización de la norma, algo que no se había producido desde su redacción en febrero de 2013, tiene entre sus objetivos exigir "más detalles" a los Estados miembros "sobre la información requerida, en particular para justificar una solicitud". Es decir, dificultar las autorizaciones excepcionales, con lo que si el Ministerio de Agricultura presentase una solicitud (cosa que no ha hecho) lo tendría todavía más difícil.
No en vano, Bruselas insiste en que la utilización de sustancias activas prohibidas "debe ser el último recurso, solo cuando no hay otras posibilidades". Y para ello los Estados miembros deberán "demostrar claramente, sobre la base de la solicitud recibida y la información contenida en el mismo, que los requisitos del artículo 53 del Reglamento se cumplen y por tanto se justifica la concesión de una autorización de emergencia". En particular, para evaluar las solicitudes, la Comisión prestará "especial atención" a las conclusiones de la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) para prohibir el producto.
Esto es especialmente significativo para el metil clorpirifos, el producto con el que se trataba el cotonet hasta hace dos años, puesto que la EFSA ya identificó en julio de 2019 que tenía "efectos sobre la salud humana". Así, los estados miembros deberían incluir "criterios de valoración críticos (como valores de referencia basados en la salud)" en sus solicitudes. "Debe garantizarse la seguridad de los consumidores; se deben detallar las medidas adoptadas para ello", concluye al respecto la guía elaborada por la Comisión Europea.
Pero todo ello no evita que ya haya Estados miembros que avancen para la utilización excepcional de determinados fitosanitarios. El más claro ejemplo es Italia, que reconoce que en los últimos años sus agricultores han disparado "notablemente" las solicitudes para la utilización de sustancias activas prohibidas por Bruselas.
De hecho, el Gobierno italiano ha pedido a los laboratorios fabricantes que inscriban sus productos con base en el metil clorpirifos en el marco de la tramitación para una nueva autorización excepcional de este insecticida con el que luchará contra la chinche asiática. Para este año, además de la manzana, pera, melocotón y nectarina, el Ministerio della Salute transalpino también pretende tratar la avellana, la nuez y la viña, de la cual Italia también es un gran productor.
Así las cosas, el Ministerio de Sanidad italiano reconoce que "será necesario modificar los procedimientos nacionales para tener en cuenta las nuevas directrices comunitarias". Es decir, deberá adaptar la tramitación a la nueva guía de la Comisión. Así, Roma avanza para tratar de conseguir una nueva autorización excepcional del metil clorpirifos.
Mientras tanto, el Gobierno español, como ya hizo el pasado año, no atiende las solicitudes de las organizaciones agrarias, que una vez más le han hecho llegar las demandas para usar este fitosanitario contra el cotonet de Sudáfrica. De hecho, el sector ha detallado incluso los productos con los que tratar la plaga. A pesar de ello, el secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Peris, ya ha "perdido la esperanza de que el Ministerio de Agricultura conceda" la autorización excepcional, reconoce.
De todas formas, Peris también se muestra escéptico sobre la posible utilidad de la misma. No en vano, el límite máximo de residuos que podría presentar la fruta a su salida al mercado es de 0,01, es decir, nada; "y la Dirección General de Sanidad Vegetal, de la Conselleria de Agricultura, nos traslada que en las pruebas que ha hecho aparece el metil clorpirifos". Esto imposibilitaría exportar la fruta a Europa, como recoge la guía de la Comisión, por no hablar del impacto negativo que tendría en la imagen de los cítricos castellonenses y del resto de la Comunitat frente a los clientes comunitarios, remarca.