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Tú dale a un mono un teclado / OPINIÓN

Cambiemos las palabras para cambiar el mundo

20/02/2020 - 

Soy una persona pragmática. No soy nostálgico y apenas guardo recuerdos. No conservo la entrada del cine donde fui con mi primera novia ni chats de whatsapp ni cuelgo fotos por las paredes. Le quité la tilde a sólo en cuanto la RAE lo dijo (¿qué sentido tiene esa tilde salvo el manido “siempre se ha hecho así”?), no compré Yo fui a EGB y no suelo flajelarme con el pasado. No, cualquier tiempo pasado no fue mejor. El pasado, si no se le deja ir, acaba oliendo a viejo y a podrido y a pena así que prefiero mirar al futuro. 

A ver, si pudiésemos elegir entre la nostalgia del pasado y arreglar el futuro, ¿qué elegiríamos? La respuesta parece obvia, pero la realidad es que la mayoría prefiere aferrarse al pasado, aun a costa de que el futuro se apolille. Y es que a nadie le gusta que le toquen los remembers, aunque en realidad no sirvan para nada...

Si fuésemos un poco más prácticos podríamos acabar de un plumazo con varios conflictos importantes solo cambiando ciertos nombres. Pero en esta sociedad de la prisa donde apenas profundizamos en nada y donde gritar el eslogan es más importante que entender lo que significa exactamente, los términos están por encima del concepto. La forma sobre el fondo.

Les pondré algunos ejemplos: No mos fareu catalans! Este grito enojado del blaverismo se hubiese evitado si la lengua catalana no se llamara como uno de sus tres dialectos. Si en lugar de llamarla català se la llamase neo-occitano o llenguadelest o lo que fuese, todos estaríamos felices. La llenguadelest tiene tres dialectos: valencià, català i balear. ¿No lo ven? Qué fácil sería. Todos tranquilos y a los valencianos nacionalistas no se les hincharía la vena. Y no parecerían tan paletos negando que hablamos la misma lengua que los vecinos del norte, se llame como se llame esta. Sobre todo cuando media valencia trabaja en Cataluña, muchos de ellos como profesores usando el valenciano en las aulas catalanas… ¿Qué me dicen? ¿Hacemos un concurso escolar para elegir el nombre de la lengua y empezamos a querernos todos los llenguadelestparlantes, cada uno con su dialecto?

No, claro que no, los catalanes no querrán. ¡Se llama así desde siempre! ¡Lleva años siendo catalán! ¡La historia dice..! Bla, bla, bla. Y me da que los blaveros, por razones menos claras, tampoco...

Feminismo es otro de esos conceptos que producen úlceras a mucha gente. ¡Yo no soy feminista ni machista! No, tú lo que eres es superficial. Porque si lees un poco verás que el feminismo no es opuesto al machismo pues no habla de que la mujer esté por encima de nada sino que habla de igualdad. ¿Que el nombre está mal puesto? Pues yo creo que sí, que en su momento tenía sentido pero ahora es un peso muerto que se debería soltar por el bien del feminismo. Para calmar a los cerriles yo lo llamaría Igualitarismo, que es en realidad de lo que va el feminismo si quieres verlo, que muchos no quieren verlo, también es verdad. ¿Le cambiamos el nombre o qué? ¡Manifestación Igualitarista del 8m! ¡Por acabar con los roles de género!

Se me ocurre otro nombre problemático: matrimonio. Claro, viene de la palabra madre, ¿cómo van a casarse dos hombres si ninguno será madre? Pues venga, que no se casen y asunto arreglado. Pero cambiar el término, eso no, que siempre se ha llamado así. Y si las cosas se llaman así será por algo. Y si no es por nada, pues me da igual, no lo cambies, porque los cambios son malos. Aferrémonos al lenguaje, esa lepidoteca de conceptos muertos, en lugar de utilizarlo para arreglar el mundo un poquito… 

Que sí, que la cosa no es tan fácil como cambiar un término y cambiar los odios, ya lo sé, que igual la propuesta es un poco estúpida… pero lo que me pregunto es por qué ni siquiera estamos dispuestos a negociar. Por qué nos aferramos a los nombres (en todas sus metáforas) contra viento y marea. Como si fuesen algo más que nombres. 

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