VALÈNCIA. ¿Qué hacer cuando el malditismo se ceba con tu familia y tú eres el símbolo de ese derrumbe social? Algo así debió pensar Lucrezia Borgia, hija de Rodrigo Borgia, el gran y poderoso renacentista valenciano que acabó convertido, nada más y nada menos, que en el papa Alejandro VI.
Lucrezia nació en Subiaco 18 de abril de 1480 en el seno de una familia que parecía marcada por una suerte de sello funesto y tenebroso. Murió el 24 de junio de 1519, es decir, hace justo quinientos años. Pero, ¿cómo es que nadie dijo nada cuando un sacerdote llegó a Papa teniendo hijos? El padre de Lucrezia fue bautizado como Rodrigo Borja, y se acabó atribuyendo la victoria en su lucha de poder a las familias italianas más adineradas e influyentes de su tiempo. Para darse más importancia “italianizó” su apellido, así que para Historia quedó apodado como Rodrigo Borgia.
La madre de Lucrezia era Vanozza Cattanei, una de las amantes más conocidas de Borgia. Los hermanos de nuestra mujer ilustre fueron César, Juan y Jofré. Los tres hombres y Lucrezia fueron utilizados por su padre para las numerosas intrigas palaciegas que protagonizó. Ella, por supuesto, fue entregada a la política desde el lecho de sus diversos amantes.
Los rumores más descabellados persiguieron siempre a esta mujer a la que llegaron a relacionarle con su padre y hermano en una peligrosa espiral incestuosa de la que, aseguran algunos cronistas, toda la corte y sociedad del momento era consciente. Tanto es así que uno de los escritores más conocidos de todos los tiempos, Victor Hugo, dedicó un drama a esta mujer. El artículo La Lucrècia Borja de ficció en el drama d’Hugo i els seus derivats, de Marc Gomar Calatayud (publicado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia) ahonda en esta representación ficticia de Lucrezia:
El drama Lucrèce Borgia de Victor Hugo confereix al personatge històric una sèrie d’atributs en sintonia amb el gust sensacionalista de l’època: en ser dona, poderosa, bella i formada. Lucrècia Borja és el millor exemple d’allò que Kristeva anomena «l’abjecte» en les Pouvoirs de l’horreur (1980). Una imatge de femme fatale lligada al verí o l’incest que es popularitzarà gràcies a les nombroses obres derivades del drama: de l’òpera de Donizetti als romanços populars de manera que les característiques del personatge de ficció s’imposaran a l’històric en l’imaginari col·lectiu. Lucrècia Borja, que fins aleshores havia estat considerada un instrument al servei de les polítiques familiars, entrarà a formar part per «mèrits» propis del triangle del mal junt amb l germà, Cèsar Borja, i son pare, el papa Alexandre VI.
Pero Hugo no fue el único. Otros autores como Alejandro Dumas, Mario Puzo (con su obra Los Borgia. La primera gran familia del crimen) o Alejandro Jodorowsky la convirtieron en el centro de su relato. Es cierto que esta familia destaca en una atmósfera de ambición y corrupción. Según cuenta Joan Francesc Mira en su autor Los Borgia: familia y mito, la familia fue víctima de una propaganda injuriosa alentada por las grandes familias romanas. Ellos no lo eran y eso les pasó factura.
Es cierto que su figura histórica está plagada de prejuicios y poco saben si era tan bella como contaban. Existen una serie de pinturas, como el fresco de Pinturicchio o los retratos de Bartolommeo Veneto, que creen que utilizaron a Lucrezia como modelo. De igual modo, tampoco hay documentación a propósito de su participación activa en los crímenes de su padre y hermano. Lo que sí sabemos con certeza es que Lucrezia fue obligada a casarse tres veces: con Giovanni Sforza (al que Rodrigo Borgia le obligó a reconocer su impotencia para declarar nulo el matrimonio), con Alfonso de Aragón (quien aceptó que hubiera dado a luz a un hijo mientras se encontraba en un convento); y con Alfonso d’Este, príncipe de Ferrara. Con este último vivió su época más tranquila y feliz. Vivió alejada de su familia, de sus intrigas políticas y palaciegas para dedicarse al mundo del arte.
Si hay un lugar de la comunidad donde la huella de los Borgia es palpable, esta es Gandía. El edificio que más destaca es el Palacio Ducal que tuvo como primer inquilino a Pedro Luis de Borgia, que se convierte en el primer Duque de Gandia, siendo este palacio la sede de la familia durante siglos. Tal es la vinculación de la familia con la ciudad que San Francisco de Borgia es el patrón de Gandia.
Otros lugares emblemáticos es la Colegiata de Santa María, una iglesia ubicada en la Plaza Mayor, la Universidad de Gandía, creada por Francisco de Borja. Allí, donde ahora se localiza la Antigua Universidad de Gandia, en la Plaza de las Escuelas Pías, hay cinco esculturas en bronce que representan a cinco de los miembros más destacados de la familia: el Papa Calixto III, el Papa Alejandro VI, Cesar Borgia, San Francisco de Borgia y, por supuesto, Lucrezia de Borja.
Tras contraer unas fiebres al dar a luz al último de sus hijos, un 24 de junio de 1519, falleció. Fue enterrada en el monasterio del Corpus Domini de Ferrara. Tenía apenas tenía 39 años y, a pesar de su mala fama, sus conciudadanos lloraron su pérdida y la despidieron con el apelativo de “la buena duquesa”.