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el paspartú

Cuando despertó, Monterroso todavía brillaba allí

18/05/2021 - 

VALÈNCIA. Ilustrar a un gigante de la literatura como Augusto Monterroso (Tegucigalpa, 1921 - Ciudad de México, 2003) no debe ser sencillo; más bien al contrario, si algo debe ser complicado es armonizar con la aparente sencillez con la que escribía. No en vano, en su Decálogo del escritor (1978), el autor dejó escrita su oda a la brevedad: “Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una”. Una extraordinaria capacidad de síntesis reconocida en todo el mundo a raíz de su célebre cuentito de una sola frase: “cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”; destacado por Italo Calvino en sus Seis propuestas para el próximo milenio (1988). 

Fiel a este postulado, la edición ilustrada de Obras completas (y otros cuentos) (Ed. Avenauta, 2021)—su primer libro, publicado con toda la guasa que lleva el título, en 1959— traslada a la perfección la economía de medios característica del escritor guatemalteco en las ilustraciones de Neus Caamaño (Terradelles, Girona, 1984), realizadas en ocasión del centenario de tan augusto nacimiento.

A dos tintas, jugando con un vibrante verde-lagarto-terrible y la escala de grises, y con esa aura de mediados del siglo XX que aportan las texturas, los borrones o las superposiciones, Caamaño aporta su visión gráfica de los relatos, en ocasiones deteniéndose en un detalle desapercibido —el despertar del dinosaurio— o recurriendo a la simbología —la boca radio, la cabeza plumilla—; en otras, desarrollando la metamorfosis de los personajes en varios tiempos —la rapsoda loba o el maravilloso eclipse de fraile— o aludiendo a la fragmentación —de la terrible historia familiar de Diógenes contada por un narrador múltiple e intercambiable (¡!) al avaro Orest Hanson de articulaciones frágiles—. 

Incluso aventuramos un guiño —concretamente en la ilustración de la sinfonía inconclusa de Schubert— a la teoría del iceberg de Ernest Hemingway, según la cual, el autor avezado podrá centrar la atención en aquellos aspectos más superficiales de una historia aun sin preocuparse en evidenciar los verdaderos temas subyacentes, ya que estos brillarán con luz propia. Monterroso lo expresará así en su relato “Leopoldo (sus trabajos)”: “los mejores cuentos, y aun las mejores novelas, están basados en hechos triviales, en acontecimientos cotidianos y sin importancia aparente”. De este modo, escondidas bajo esa apariencia anecdótica y por momentos estrafalaria, los brillantes relatos satíricos de Monterroso esconden a menudo feroces críticas veladas que ponen de manifiesto su preocupación por diferentes cuestiones e injusticias sociales y su alineamiento con los más débiles: desde la parodia del capitalismo salvaje y el progreso militarista a la emancipación de la mujer y contra la pobreza infantil; de la burla de la condescendencia eurocéntrica a la denuncia de los efectos de la violencia familiar en la educación de los niños. Una serie de cuestiones que permanecen plenamente vigentes y que, en la mayoría de los casos, se ven acentuados por el foco de la ilustradora.

Pero no solo las cosas de este mundo afligen al autor; también lo hacen las propias de su profesión. Así, algunos relatos centran el análisis en el ejercicio de la escritura y sus problemáticas, extrapolables al resto de los llamados oficios de la cultura: de la necesidad de ser escuchado —“ni aun el amor se iguala a este sentimiento”— al miedo a la página en blanco; de la procrastinación a la obsesión por recabar la máxima información posible y el miedo al juicio del público —“la de nunca acabar; hoy una duda, mañana un nuevo escrúpulo”—; del elogio como una suerte de amenaza a la desazón del padre del artista: “esto no nos ha traído sino incertidumbre e insomnio”. Preocupaciones sobre las que ambos autores reflexionan con sus respectivas herramientas, alcanzando un equilibrado consenso que se nutre de manera recíproca.

Y es que, pese a lo que se pueda pensar —sin duda arrastrados por cierto prejuicio ante el género del relato, más aún si se nos presenta ilustrado— este no es un libro sencillo y mucho menos simple; ni literaria ni gráficamente. Es por ello que un completo artefacto como este, que brilla en la imagen y en la palabra escrita, encuentra acomodo en el catálogo de la joven editorial sevillana-marplatense Avenauta; un sello independiente nacido en 2018 como extensión de la editorial de literatura ilustrada para niños Tres Tristes Tigres, para dirigirse a un público joven y adulto, “más experimentado, aunque igualmente curioso” que aprecia el libro como un objeto único tanto por su contenido como por su tratamiento artístico.

Así, a ilustradores habituales en la editorial como Guridi, Ana Sender o Fabiana Bocchi, Neus Caamaño suma su segundo libro ilustrado —tras el hermoso Black&Tan, sobre los orígenes del jazz, escrito por Miguel Calero— con un estupendo homenaje a uno de los más grandes escritores del género más pequeño. Una celebración del relato corto, inteligentemente sobrio y, en consonancia —cuando se tiene el acierto de dar con la persona indicada—, deliciosamente ilustrado.

Ficha técnica

Título: Obras completas (y otros cuentos)

Texto: Augusto Monterroso

Ilustraciones: Neus Caamaño

Edita: Avenauta

Año: 2021

Número de páginas: 136

Tamaño: 16,5 x 20 cm

Encuadernación: cartoné

ISBN: 978-84-949885-9-2

Precio: 18,50 €

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