La reciente cosecha valenciana de Premios Nacionales supone para los sectores creativos de la Comunitat un buen abanico de oportunidades.
VALÈNCIA. Hace apenas tres meses anunciábamos la convocatoria de los Premios Nacionales de Diseño 2019 avanzando las opciones valencianas tanto como para los galardones como para acoger una eventual entrega de dichos premios en la terreta. Y ni en la más optimista de las porras tres premios en categorías profesional y de empresas así como la ceremonia de entrega viajarían hasta la Comunitat Valenciana, con la alicantina Point y la diseñadora castellonense Marisa Gallén como Premios Nacionales de Diseño y Porcelanosa Grupo en modalidad Gran Empresa de Premio Nacional de Innovación 2019 precisamente por su trayectoria basada en la innovación, la calidad y el diseño. Y por añadir que no quede, en la red de los Premios Nacionales 2019 se vinieron hacia aquí también los de Ilustración, Cómic y Gastronomía. Juego, set y partido.
Con esta noticia, entre otras, se crea un contexto en el que este 2020 que asoma pinta bastante prometedor para el diseño valenciano, muy al alza y con los ánimos por los aires desde que el pasado mes de septiembre València fuese oficialmente designada Capital Mundial del Diseño. Y es que este último trimestre ha sido vertiginoso en cuanto al enfoque desde el diseño de proyectos de índole pública y eventos de todo tipo. Ahora el diseño ha entrado en nuevos foros de debate y se vive un momento dulce desde dentro del sector, con un imprevisto souffle que ciertamente será un ilusionan reto seguir manteniendo arriba. Pero de puertas hacia adentro no se arregla todo, y es que es hacia fuera, sociedad e industria, donde el diseño tiene el desafío de desprenderse de estigmas y demostrar su valor social y empresarial.
Que los Premios Nacionales de Diseño tengan este año sabor valenciano es una gran oportunidad para la pedagogía del diseño en el ámbito empresarial, donde aunque el diseño empezó a picar piedra hace cuatro décadas, aún cuesta difundir sus bondades. Recientemente vieron la luz un par de estudios de impacto económico del diseño en la Comunitat Valenciana, el de Generalitat Valenciana con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y el de la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana con la Agencia Valenciana de la Innovació, que proporcionan datos (que se intuían y ahora se han cuantificado) sobre el valor positivo en facturación y empleos de las empresas que prestan servicios de diseño. Tota pedra fa paret, y parece que la fase más reciente de empedrado va a toda máquina.
Esto de la Capitalidad ha sido como un catalizador para que todo suceda de repente, en una reacción química que llevaba años produciéndose y ahora, uno tras otro, los planetas se van alineando dándole un buen meneo gravitacional al sistema del diseño valenciano que se va contagiando a otras órbitas mediáticas, institucionales, políticas y empresariales. El diseño aparece como decía antes en foros en los que no estaba, en ámbitos que parecían blindados de espaldas al diseño y ahora ven en él un importante aliado. Y desde un primer ejercicio de amor propio ha ido encauzando un discurso maduro, medido, cuantificado y argumentado sobre las bondades del uso del buen diseño.
Paso a paso estos últimos meses y todo lo acontecido desprenden optimismo y, sobretodo, es altavoz de proyectos muy interesantes a escala mundial que tienen su origen en empresas valencianas, devolviendo a la Comunitat a ese envidiado estado en el que se posicionó en los efervescentes ochenta (cercanos y tan lejanos tiempos a la vez).
Y de envidia a admiración, esta buena cosecha valenciana supone para los sectores creativos de la Comunitat un nuevo abanico de oportunidades. De nuevo este es el momento adecuado y allá fuera se preguntan qué está pasando ahora para que el foco mediático nacional e internacional esté en el diseño valenciano. Y es que no está pasando ahora, sino que viene de largo, pero hasta ahora no habíamos sido realmente conscientes.
En medio de la dificultad residía la oportunidad (creo que lo dijo Einstein), y ahí estaba siempre, en un discreto plano, el disseny valencià.