El final de mes y de año no está defraudando, cada día leemos más noticias que nos llevan a un futuro, al menos a corto plazo, no muy alegre y positivo. En estos últimos días el constante anuncio del famoso y estadounidense viernes negro me trae a la mente que negro es el futuro al que nos enfrentamos en España. El negro, un color siempre relacionado con la muerte, con ese pozo sin fondo, con ese túnel sin luz al final, con ese cerrar de ojos al fenecer, en definitiva, con la ausencia de luz, lo oscuro, lo desconocido incluso lo maligno.
Curiosamente el término que invade nuestras pantallas, ‘black Friday’ deriva del negro del humo de los coches y de las masas de gente al lanzarse a comprar tras el día de Acción de Gracias, algo muy mal visto por los defensores de la emergencia climática, siempre alarmados y preocupados aunque usando todas las energías a su alcance como cualquier hijo de vecino pero que seguro desearían los miles de comerciantes y vendedores que en lugar de ciudades desérticas y plazas peatonales para fotografiar, soñarían con un final de mes lleno de gente comprando sus productos y cargándolos en sus coches. Además, otro significado que se le dio al término negro en este viernes de noviembre fue el de los números de las empresas, que pasaban de los temidos, y hoy tan habituales, números rojos (deudas, préstamos, hipotecas, pagos) a los números negros y por tanto unas cuentas saneadas.
La realidad española es que vamos a tener unas cuentas rojas, demasiado rojas, no por los dos partidos que encabezan la coalición de gobierno, sino por alguno de los apoyos que no sólo aceptan, sino que buscan con perversa ansia. Unas cuentas que tienen el respaldo de la formación política hermana de la banda terrorista ETA tienen mucho de rojo y sin duda nos llevarán a un negro presente. Lo más grave de esta insidia es que la protagonice un partido al que han pertenecido muchas honrosas personalidades políticas que fueron vil y cruelmente asesinadas por la banda terrorista. Cuantos días negros en la reciente historia de España, cuantos amaneceres con la noticia de un nuevo coche bomba, en los años en que internet no estaba presente en nuestra vida y el ciber Monday sería a lo sumo el nombre de algún ciber café de barrio donde alguna vez fuimos para conectarnos a internet o imprimir un trabajo académico.
La vacuna contra el Covid19 la anuncian ya como el regalo de Reyes más esperado de nuestra vida, esperemos que no sea una de esas compras on line que cuando recibes el paquete no es tu talla y la devuelves. Muchos anuncios de compras de vacunas, de prioridades a la hora de vacunar y demás, pero la realidad es que sabiendo cómo gestiona la crisis sanitaria este gobierno, toda duda y todo temor está más que justificado. Las cifras de fallecidos y contagios, y especialmente las económicas, la falta de planificación y organización clama al cielo, pese a que un gran número de medios de comunicación justifiquen incluso defiendan esta nefasta gestión, y a lo sumo cuando la crítica es imposible de sortear siempre en artículo neutro. Esos comentaristas que dicen “la situación de la sanidad en atención primaria es insostenible”, pero no mencionan ni al ministro ni a la Consellera ni los responsabilizan de su gestión para que la situación sea “insostenible”.
El remate llegó con otro consejo de ministros en el que siguen limitando y recortando nuestras libertades hasta lo más íntimo, la Navidad pretenden arrinconarla, con las limitaciones en las reuniones familiares de manera ridícula y con un toque de queda que no permite ni asistir a la tradicional misa de gallo. Perdonen que les diga, pero creo firmemente que este gobierno central no lo pasa mal cada vez que aniquila libertades y derechos y hunde la economía, porque ellos siguen haciendo su vida y además cobrando de nuestros impuestos unos emolumentos que ya querríamos cualquier españolito de a pie.