Existe una especie abundante en los mentideros internacionales, esa que piensa “dame pan y llámame tonto”, y con la crisis del Coronavirus se han puesto más en evidencia.
Vladimir Ilch Ulianov alias Lenin, y su escuela marxista-leninista, tenía muy claro el uso en su estrategia de ocupación del poder, el uso de aliados, que hoy llamaríamos socios Kleenex de usar y tirar, compañeros de viaje coyunturales que incluso conscientemente por conveniencia se dejan utilizar, eso hoy en día se puede observar en la esfera mundial, además de la nacional, en organismos transnacionales que rigen, aparentemente, los destinos de la Comunidad internacional.
Porque ya hemos recogido en estas líneas esa cita de Gaspar de Jovellanos de “acaso porque ellos fueron frenéticos seremos nosotros estúpidos”, y en nuestra España pendular, así como en el mundo entero, con motivo de esta pandemia nos estamos dejando arrastrar por la irracionalidad que conlleva el clima de miedo generado por esa situación. Así se han originado estériles debates, como el de confrontar Libertad versus Seguridad, y en donde los organismos internacionales, con prácticamente nula legitimidad democrática se sienten muy cómodos, pues en los periodos de crisis el Leviathan Hobbesiano inicia una peligrosa deriva hacia el demiurgo totalitario, limitando derechos y libertades.
Y esa falta de legitimidad es evidente, pues si la Comunidad Internacional está compuesta por unos doscientos Estados, menos de una cuarta parte (50) se pueden considerar democracias, de hecho para el Democracy Index de la unidad de inteligencia del diario The Economist, sólo existen 22 “democracias plenas” en el mundo. Consecuencia de ello es que sus dirigentes no tienen ese vínculo directo y “especial” con sus electores (en este caso la humanidad) ni el consiguiente sentimiento de responsabilidad de sus actos, sino que responden ante los entes impersonales que los han elegido, que además son Estados mayoritariamente no democráticos(como hemos comentado).
Por eso la actitud de estos “directivos internacionales”, se parece en muchas ocasiones a esos tontos útiles, de dame pan y llámame tonto, que como expresaba en las ondas José María Garcia, no realizan “ni una mala palabra ni una buena acción” (ojo no todos, no cometamos la injusticia de generalizar), comportándose más como técnicos gestores automatizados que como lideres auténticos, porque si no fíjense como se están comportando en esta crisis pandémica.
Por ejemplo, en la ONU ese faro de la humanidad (permítanme la ironía), su Secretario General Antonio Guterres, ese hombre que temía tener enemigos, como recogí en un anterior artículo en el Valencia Plaza, además de lamentos o buenos deseos , como afirmó el 2 de abril "Estamos a tiempo de evitar lo peor", o el día 9 “renovemos la fe en nuestra humanidad común”, la verdad es que logros, lo que se dice logros, no ha conseguido muchos por no decir ninguno en la lucha contra la pandemia, uno de los mayores desafíos del mundo desde la creación de la organización internacional.
Pero dentro del sistema de las Naciones Unidas, y para la cuestión que nos atenaza el Covid-19, la “autoridad directiva y coordinadora en asuntos de sanidad internacional” se llama OMS (Organizacion Mundial de la Salud) como recoge su web, cuyo director general es el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus. De la biografía de este máximo directivo, es curioso observar que siendo eritreo y habiendo nacido en Asmara, su capital, llegase a ser Ministro del pais -Etiopía- que tenía ocupada su tierra natal, Eritrea, que tras largos años de guerra logró independizarse. Por otro lado, otro dato a tener en cuenta, es que si bien inició su carrera política en el ámbito sanitario, propio de su formación como médico, dejó el ministerio de Salud para ocupar la cartera de Ministro de Asuntos exteriores, dejando claro sus amplias ambiciones personales, además formando parte de un gobierno que en las elecciones de 2015 consiguió el 100% de los diputados de la cámara de representantes (sin comentarios), con el Frente Democrático Revolucionario con orígenes marxistas-leninistas, por lo que cuando Etiopía lo propuso para dirigir la OMS, el régimen chino lo percibió como un posible aliado dadas las similitudes en las formas y modos de actuar y pensar.
Pero si además este año al inicio de enero, en el vigésimo Foro China-África de cooperación (FOCAC), el gobierno del Presidente Xi Jinping declaró que iba a invertir en el continente africano unos 55.000 millones de euros (siendo Etiopía uno de los grandes destinatarios), le añadimos que las aportaciones chinas a la OMS se han incrementado en un 52 % desde 2014, y cuando el Director General Dr. Tedros Adhanom a finales de enero defendió la gestión china para controlar la epidemia, elogiando a los dirigentes del Partido Comunista por su "apertura para compartir información" sobre el virus, y como tomaban medidas contundentes contra la gente por "difundir rumores" ¿a quienes me recuerdan?, son lógicas las críticas del presidente Donald Trump a la organización internacional y a su actitud con el régimen chino. Si a todo lo anterior añadimos que las contribuciones estatales sólo cubren una cuarta parte del presupuesto de la OMS, y el resto se cubren con aportaciones privadas especialmente grandes farmacéuticas, es fácil que se ponga en tela de juicio la actuación de esa organización, aunque a sus directivos, al igual que otros muchos, piensen que, como antes adelantábamos, “dame pan y llámame tonto”, dadas sus altas retribuciones.
Esa ineficaz actuación de los organismos de la Comunidad Internacional, y de sus responsables, frente a la Pandemia del Coronavirus, es otro de los muchos factores que van a coadyuvar al momento histórico disruptivo que estamos viviendo en nuestro devenir, aunque algunos no quieran verlo o en concreto lo quieran evitar, y en concreto de la Globalización (parte segunda) que hace aguas por muchas partes, que disfrutamos o sufrimos según en que lado de la delgada linea roja estemos.