29-10-18. El pasado sábado día 27 de octubre se cumplió un año de la aprobación en el Parlament de Cataluña de la resolución para declarar la independencia y la apertura de un proceso constituyente para la aprobación de la “constitución de la república catalana como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social". Cuarenta y cinco minutos más tarde de esta aprobación en el Parlament de Cataluña, el Senado votaba la aplicación del artículo 155 en Cataluña, tras seis horas de debate.
La aplicación de este precepto constitucional fue aprobada con los votos a favor de los senadores del Partido Popular, Foro Asturias, Unión del Pueblo Navarro, PSOE, Ciudadanos y Coalición Canaria; y los votos en contra de Unidos Podemos y sus confluencias, Esquerra Republicana de Catalunya, Partido Nacionalista Vasco y el PDeCAT.
Ese día los españoles fuimos testigos de una sucesión de acontecimientos que conforma ya uno de los capítulos de nuestra historia democrática. Los llamados “partidos de Estado” se posicionaron juntos a favor de la unidad de España y del cumplimiento de nuestro texto constitucional. Lamentablemente el PSOE vendió unos meses más tarde su condición de “partido de Estado”a batasunos, independentistas y separatistas por un pedazo de moqueta en la Moncloa.
Alineados ideológicamente con las formaciones independentistas, nuestros gobernantes autonómicos han decidido celebrar esta conmemoración el pasado sábado invitando para la clausura del congreso La Veu del Regne, que conmemora el 600 aniversario de la creación de la Generalitat, al diputado de Esquerra Republicana de Catalunya-Catalunya Sí y presidente del Parlamento de Cataluña, Roger Torrent. La invitación ha sido una curiosa, o tal vez muy indicativa, forma de celebrar nuestro autogobierno.
No contentos con ello, el mismo día, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, el president de Les Corts, Enric Morera, el Conseller de Hacienda, Vicent Soler y el Conseller de Educación, Vicent Marzá, participaron en un homenaje a los políticos presos y exiliados catalanes junto con líderes independentistas y sus familiares en el Palacio de la Exposición de Valencia. La entrega de unos premios sirvió para referenciar a Carles Puigdemont como “presidente legítimo de la Generalitat de Cataluña”(Eliseu Climent); hablar de los políticos presos como “políticos encarcelados injustamente”(Vicent Marzá) y criticar las actuaciones judiciales de nuestro país alegando que “no hay derecho al encarnizamiento con los presos políticos de Cataluña”(Enric Morera).
Desde todas las ópticas posibles, no puede negarse que los independentistas, en complicidad con nuestros gobernantes autonómicos y locales, decidieron conmemorar el 27-O en Valencia. Esta circunstancia, más allá del sonrojo, resulta vergonzante.
Tras una legislatura completa haciendo verdaderos esfuerzos de contorsionismo verbal y político para esconder su seguidismo de los postulados nacionalistas más próximos al independentismo catalán, el Botànic ha tomado una decisión importante con este gesto político. De un lado, podríamos pensar que ha sido una imprudencia de quienes se dejan llevar por la música que mejor les suena tras meses de contención en los que, a excepción de los excesos verbalesy tweeteros de Morera, todos han intentado ser “buenos chicos” y quitarse las etiquetas de encima. De otro, podríamos pensar que Compromís tiene fijado su techo electoral en las elecciones autonómicas de 2015 y anda contando los votos de los suyos y que el PSPV se “deja llevar” en estas cuestiones por indefinición propia.
Es, desde mi punto de vista, reprobable que los responsables públicos asistentes olvidaran su condición de representantes de todos los valencianos y que nuestras administraciones cedieran para tal causa, nuestros espacios públicos, nuestra tierra y nuestras instituciones,a las que representan.
Pero además, hay algo que, con todo el respeto que me merecen mis adversarios, me gustaría exigirles, y es un poco de orgullo propio.
Porque no puedo evitar sentir que los botánicos han sido el “tonto útil”de la particular programación de los independentistas de actos de reivindicación, críticas a la acción judicial y conmemoración de sus cuarenta y cinco “minutitos de gloria” (los cuarenta y cinco minutos que pasaron desde su declaración de independencia a la aprobación de la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española por parte de la mayoría del Senado).
¿Y qué quieren que les diga? Creo que hay que querer ser el “tonto útil” de la “fiestecilla independentista” para prestarse a protagonizar tal jornada de actos y proclamas de más que dudosa trascendencia para los intereses de los valencianos y las valencianas. Por cierto, no me pregunten cómo definiría el gesto de Enric Morera, orgulloso mantenedor de “la fiesta”, pues me vería obligada a ir más allá de la elegancia parlamentaria y creo que el lector/a ya intuye lo que pienso.
María José Catalá es portavoz adjunta del PP en Les Corts