ENTREVISTA

El Inquieto Roque: "Sin el confinamiento no podría haber sacado nuevo disco"

'Rebobinando' es el nuevo disco pop de El Inquieto Roque. Ha sido prácticamente confeccionado durante el confinamiento y saldrá a la venta en formato físico en septiembre. El digital ya está disponible.

13/07/2020 - 

VALÈNCIA. Roque Esteban, más conocido como El Inquieto Roque, lleva en el mundo de la música desde principio los años 90. Su andadura comenzó en el grupo Los Relevos, liderado por su hermano Pepe Esteban. Fue a partir del segundo disco de aquella banda beat, cuando Roque comenzó a escribir sus propias letras. A partir de aquel momento nunca ha dejado de componer. En 2009 formó El Inquieto Roque, la banda que ahora saca nuevo disco. Rebobinando es un trabajo casi íntegramente creado durante la cuarentena. El nombre hace referencia a que algunas de las canciones han sido recuperadas del pasado, como si se rebobinase en las experiencias vitales de Roque Esteban, para resucitar temas como Marta (que de hecho cierra el disco) y fue escrita hace 25 años para la persona que hoy en día es su mujer. “La tenía escrita en el ordenador, y no vi mejor momento para recuperarla”. Y en cuanto a las canciones nuevas, muchas se le han quedado en el tintero, así que no pasará demasiado tiempo hasta que El Inquieto Roque lance otro disco más. “Cuando nos vuelvan a confinar”, bromea.

La banda está compuesta por Roque Esteban (voz, piano y guitarra), su hermano Pepe Esteban (bajo y voces), Pepe Murgadas (guitarra y voces), Carlos Esteban (teclado y voces), Edu Olmedo (batería y percusión) y Xavi Belda (guitarra). No obstante, a causa del confinamiento, el nuevo disco ha sido íntegramente confeccionado por Roque. Rebobinando es un disco de pop plagado de matices beatleianos, de coros que recuerdan a la Electric Light Orchestra y de estribillos pegadizos que, si bien no aportan una novedad al panorama, reutilizan una fórmula que funciona, y que de ningún modo está olvidada. El Inquieto Roque conversa con Culturplaza sobre su disco, su trayectoria y su perspectiva sobre la evolución de la industria musical.

-Muchos artistas han sufrido una falta de creatividad muy grande durante el confinamiento. Tú en cambio, has sacado nuevo disco
-Este disco no estaba pensado, ha sido todo grabado en la pandemia, y la mitad compuesto en la pandemia. Sin el confinamiento no hubiera habido disco, porque habitualmente no tengo mucho tiempo. Yo soy biólogo, así que la música, por desgracia, es hobbie. Tenía pensado hacer nuevo disco, pero todavía no tenía fecha ni nada.


-En una de las canciones dices: “Un día me siento el rey del mundo y al siguiente me hundo”. Hablas de las apariencias de el mundo real y se siente cierta frustración en tus palabras. ¿Qué has querido expresar con esto?
-Esa letra no refleja mi estado actual, es un sentimiento del pasado. He rescatado muchas canciones de otros momentos vitales que he tenido. Pero si que reconozco sentirme un poco extraño en este mundo de tanta apariencia. Yo soy antipostureo. El tema de impostar, de tener una pose, no me nace.

-En Tenerte cerca noto mucha alegría y optimismo, pero en Sinvivir y Abriré mi puerta está muy presente la idea de no poder vivir sin la otra persona, de haberlo perdido todo con su marcha. ¿A qué se debe este contraste entre esas dos formas de ver el amor?
-Se debe a momentos vitales distintos. No todo confluye en un mismo momento. Y es importante que yo, cuando compongo una canción, no tengo que estar en esa situación para hablar de ella. A mí se me van ocurriendo las letras, y son de amor, de desamor..., pero no todas son vivencia.

-En Me marcho a Japón hablas de que Japón es el mejor sitio para comprar discos de powerpop. ¿Es cierto?
-Es verdad. Casi todos los artistas que nos gustan a los enamorados del vinilo están allí. Siempre hay ediciones extras de todos los artistas que consideramos buenos, con bonus tracks, y demás. Es un viaje que todavía no he hecho. Sigue siendo un deseo.

-Noto que a lo largo del disco hablas de un amor perdido y que te produce una gran tristeza y dolor ser incapaz de recuperarlo por mucho que lo intentes. ¿Qué me puedes contar de esto?
-No es real. Yo estoy felizmente casado. Ten en cuenta que algunas canciones no están compuestas ahora, sino que son revisitadas de hace muchos años. De hecho, el título del disco, Rebobinando, es porque cuando empecé a tener tiempo en el confinamiento, retomé canciones grabadas de hace mucho tiempo que tenía a medias. Ese fue el germen. Y algunas de ellas son de una época de desamor.

-Tu disco combina letras de desamor y frustración por el amor, con una música muy alegre, animada, plagada de estribillos y coros con mucho gancho. ¿Cómo consigues que un contraste así quede armonioso?
-Porque la melodía lo une todo. Las letras van variando. Algunas son alegres, otras de frustración, otras son totalmente desenfadadas... Creo que la forma de cantarlas es lo que hace que, aunque la letra sea triste, la canción no lo sea. Algunas dan más bajón, pero el resultado suena muy fresco.

-En tu anterior disco, 3D, las pasiones que expresabas no eran tan intensas como las de ahora. Noto más estabilidad emocional en las letras, lo veo en Es lo que hay o en la propia 3D. En Rebobinando hay más intensidad, pese a que siempre has dicho que tus letras están al servicio de las melodías. ¿Qué me puedes decir de esta evolución?
-Creo que son momentos artísticos distintos. En 3D veníamos de hacer Plan B [su anterior disco]. Hacíamos bolos y el disco funcionó bien (todo lo bien que puede funcionar hoy en día). Estaba contento con el proyecto. Ahora es distinto. No tengo muchas ganas de que nos subamos al escenario. Me gustaría presentarlo, pero el esfuerzo que conlleva y el tiempo que tenemos que dedicarle toda la banda, es un inconveniente. Tengo que pedirles un esfuerzo grande, así que tienen que estar en el momento vital adecuado. El CD ya ha salido en digital, y se lanzará en físico en septiembre. Lo editará Rock Indiana. Ya veremos como evolucionan las cosas.

-En tu disco, si bien es cierto que las emociones son más intensas, no hay una novedad palpable musicalmente hablando, con respecto a tus anteriores trabajos. Es algo que suele ocurrir mucho en el powerpop. ¿Crees que es un género que no necesita esa reinvención que sí les hace falta a otros géneros?
-Por mi forma de componer y grabar, yo no tengo más herramientas que las que utilizo. Y tampoco echo nada en falta. Pero hay gente que experimenta más, mezcla más electrónica, etcétera. Todo puede evolucionar, lo importante es que sea para bien. Por mi forma de componer y grabar, no echo en falta evolucionar hacia algo nuevo. Son canciones nuevas, pero el estilo es totalmente reconocible, desde el primer hasta el último disco.

-Les pregunté a los de Star Trip si pensaban que el powerpop ha quedado relegado a un público exclusivamente maduro. Ellos decían que el powerpop nunca morirírá. ¿Tú que opinas?
-Estoy de acuerdo con ellos. Creo que la gente joven, fruto de la inmediatez de escuchar canciones de la manera que se hace ahora, ha hecho que el coleccionismo y ese seguimiento de grupos sea distinto. No sé si a la vida útil del CD y el vinilo le queda mucho. Nos compramos música en físico los mismos, y no es que seamos jóvenes (ríe). Pero, por otro lado, creo que sí ha vuelto el tema de ir a conciertos.

-Estamos en un mundo en el que la música urbana, el rap, el trap o el reggaeton, se han llevado por delante cualquier posibilidad de que el pop y el powerpop tenga éxito. ¿Cómo vives esto?
-Con resignación y cierta frustración, la verdad. Desmotiva un poco, no te voy a mentir. Aunque en realidad, yo soy consciente del mundo en que vivimos y no tengo grandes pretensiones. Yo grabo mi disco para el reducido grupo de gente a la que sé que le va a gustar y lo va a escuchar. Lo hago con ese prisma. No pretendo otra cosa, sería engañarse. Aunque a veces sí soy consciente de la dirección tan limitada por la que va este tipo de música. Pero, por otro lado, también es verdad que grupos como Queen, que sacaron película hace poco, están ahora más de moda que hace quince años. Eso da cierta esperanza. Si la gente empieza a escuchar algo que es bueno, eso acaba calando aunque sea antiguo. 

-Perteneciste en los 90 a Los Relevos, y el Inquieto Roque se formó a partir de 2009. ¿Qué me puedes decir de tu trayectoria musical vista con la perspectiva de 30 años como artista?
-Estoy contento. Los Relevos era un proyecto de mi hermano, Pepe Esteban. Me dedico a la música por él. De hecho ha grabado los bajos en este disco. Yo me apunté a la banda y en el segundo disco de Los Relevos ya empecé a hacer mis propias canciones. Después tuvimos varios proyectos en los 90. Hice una banda con Coke Belda y Pepe Murgadas: Dislexia. Un rollo un poco grunge. Fue la época de más movimiento. Hicimos una maqueta, pero no llegamos a sacar disco. No era como ahora, que con tus propios medios puedes hacerte un disco. Después, cuando volví a componer en castellano (porque durante un tiempo estuve trabajando en inglés), surgió el Inquieto Roque. Fue un esfuerzo grande escribir en castellano, porque el inglés es más sencillo para el pop. A partir de ahí, las letras me empezaron a salir con bastante facilidad. No soy ningún Premio Nobel de Literatura, pero no se me da mal. En todo ese proceso he madurado. Y con cada disco también.

-¿Cómo has visto la evolución de la industria musical, sobretodo dentro del mundo digital?
-Lo que está ocurriendo me parece lógico y normal, pero no me gusta que lo digital vaya a acabar con la compra de discos. Podrían convivir. Yo tengo iTunes, Spotify, etcétera, pero los discos que me gustan quiero comprármelos. Y es algo que a lo mejor un día ya no puedo hacer. Pero bueno, entiendo que es una evolución lógica. Noto que en los 90 y los 2000, la calidad de los artistas era mucho mayor que ahora.

-¿Crees que la música ha caído en la banalidad?
-Creo que, en parte, sí. Es todo más complicado. En los 90 y los 2000 había muchos grupos buenos que además grababan en buenos estudios. Eso se ha perdido. Ahora los artistas buenos graban en unas condiciones peores, porque se venden muchos menos discos.

-¿Eso es algo generalizado o simplemente las dinámicas del mercado han hecho que se le de visibilidad a géneros como el reggaeton y el trap, y que haya una infrarrespresentatividad de artistas de géneros como el pop o el powerpop?
-Estoy seguro de que hay muchos grupos buenos que no conocemos. Pero hoy por hoy, por ejemplo, cuando voy en coche, escucho CDs de hace veinte o treinta años. Porque no veo mucho más.

-En tus discos sueles combinar el amor o el desamor con canciones en las que tan solo cuentas una anécdota, como Me marcho a Japón o Chiliburger. ¿Qué hay detrás de estas canciones? ¿Simplemente la pretensión de hacer una buena canción sin que por ello tenga que haber una gran profundidad?
-Sí, son historietas. Chiliburger, por ejemplo, está dedicada a mi amigo Rafa Murgadas, que siempre se pedía eso en una famosa cadena de comida americana, cuyo nombre no diré (ríe). Me marcho a Japón simboliza el viaje que cuatro amigos queremos hacer desde hace mucho tiempo y que aún no hemos podido hacer. Y en Roger se fue a dormir, cuento la historia de cuando fui a Madrid a conocer a Roger Manning, uno de mis ídolos de la banda Jellyfish. Cuento que al final no pude conocerlo.

-La canción Marta cierra el disco rompiendo la dinámica animada de las melodías, y le da la vuelta al contraste que predomina en todo el disco: Ahora es una música melancólica e intensa de piano, y una letra de alegría por tener a esa tal Marta contigo. Utilizas frases como Me enseñaste a conjugar a tu lado el verbo amar o Nunca fue tan fácil suspirar. ¿Qué me puedes contar de esta canción? ¿Y por qué has querido cerrar de esta manera el disco?
-Esta canción la compuse y grabé hace 25 años, cuando conocí a quien es mi mujer hoy en día. Llevo muchos años queriendo revisitarla, porque estaba grabada con las condiciones de hace 25 años. Quería añadirle piano, coros y demás. La verdad es que ha quedado muy chula. Y es la última canción porque no tiene nada que ver con el resto. Además, es el germen del disco. Es el cierre de la metáfora que le da nombre: Rebobinando. La tenía escrita en el ordenador. Hay muchas otras canciones que estaban bien y que habría incluido, pero no las he encontrado.

-Tus canciones siempre giran en torno al concepto del amor, ya sea desde una perspectiva optimista o pesimista. ¿Es el amor, visto de forma general, lo que te mueve a hacer música?
-Creo que sí. Todo es amor en mi música, eso puedes ponerlo de titular (ríe). El amor por la música, por determinadas personas, por mi hijo... Se puede llamar de muchas formas. Hasta en Chiliburger o en Me marcho a Japón, hay amor por una hamburguesa, o amor por la compra compulsiva de CDs.

-¿Cómo ves el panorama musical valenciano?
Como bien dice mi amigo Paolo Milea, de Brasil, que tiene un blog de powerpop: "València es una gran cuna de artistas". Star Trip, Coke Belda, Hank Idory (que va a sacar nuevo disco dentro de poco)... València tiene muy buena música. No sé si el resto de España lo sabe, habría que preguntarle (ríe), porque en València acabas tocando en los tres mismos sitios de siempre. En Madrid puedes dar el pelotazo.

-Tu música tiene influencia beatleiana, de Jellyfish, de la ELO, pero, ¿cuáles han sido tus referentes directos?
-De los clásicos están claramente Los Beatles, Queen... De la época más tardía, Utopia y XTC son los que más me han marcado. En los 90 Matthew Sweet, Teenage Fanclub, Los Possies, Jellyfish... Y yo, más que powerpop, hago pop. Compongo solo con piano y con guitarra acústica, así que me salen canciones más tranquilas. Aunque luego yo le ponga una guitarra distorsionada y tal, el germen es pop. De hecho, yo sigo sonando a los grupos españoles de los 60. Cooper también es un gran referente. 

-¿Tienes en mente próximos proyectos?
-Con la cuarentena empecé a componer y ya tengo canciones para lo que será el próximo disco, que probablemente vendrá el año que viene. En cuanto nos vuelvan a confinar me saco otro disco (ríe). Ya veremos. He sacado muchas canciones, ya veremos qué pasa con ellas.

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