Estamos en días de celebraciones de la Nueva Buena, de volver a recordar nuestra niñez e ideales, y ningún desalmado o virus nos lo debe impedir
Para la mayoría de la Humanidad, independientemente de su credo o religión, estas fechas son para el examen de conciencia de todo lo ocurrido en los últimos 365 días, también de recuerdos de niñez y, como no, y sobró todo para Occidente, incluso un momento de realizar propósitos de enmienda, para intentar ser mejores en el año que está a punto de comenzar. Aunque existen algunos individuos, como son los terroristas, cuyo propósito es destruir nuestra forma vida y cualquier forma ordenada y civilizada de vivir, incluidas nuestras costumbres, y sobre todo si son como las Navidades, con su mensaje de esperanza.
Ya saben, se lo he repetido en estas líneas anteriormente, que el terrorismo es la continuación de la política totalitaria por otros medios, parafraseando a Karl Clausewitz, y este adquiere diferentes formas, desde aquel terrorismo separatista etarra, aún presente políticamente entre nosotros, hasta otros como el Yihadismo Islámico, pasando por otros más sutiles como el doméstico, donde mujeres, niños y hombres mueren resultado de una falta de valores y de autoridad, donde no se respeta a la vida en su conjunto, ni al inicio ni al final, ni por supuesto durante su transcurso.
Recuerden cómo en noviembre en Viena se produjeron diferentes atentados antisemitas, con más de media docena de personas muertas. El 9 de diciembre, hace dos semanas, en el sur de Francia en la localidad de Bollène, un joven de unos 20 años atacó con un cuchillo a dos policías al grito de “Muerte a los policías, Allah es grande”, tras lo ocurrido en Niza en octubre, donde murieron 3 personas en el ataque a su Catedral, con el mismo modus operandi. La semana pasada, el Estado francés se defendió de esos ataques terroristas con una sentencia de su Justicia, castigando con la cadena perpetua y dos condenas a 30 años, por el ataque a la revista satírica Charlie Hebdo y un supermercado judío de París en enero de 2015.
Pero no crean que aquí en España estamos a salvo de la amenaza terrorista, ya sea Islámica o etarra, comunista o nazi. Si con cuenta gotas siguen cayendo (demasiado lento siempre) miembros de la banda asesina ETA, que deben responder por esos 300 crímenes sin resolver; nuestra magnificas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Policía y Guardia Civil, siguen deteniendo a yihadistas, en cuanto suponen una clara amenaza para nuestra seguridad, como así ocurrió al inicio de este mes de diciembre en Madrid, o esta misma semana pasada en la localidad de Parla con la detención de dos yihadistas en una operación coordinada por la Audiencia Nacional. Si a todo ello añadimos la filtración, de como la dirección del DAESH o Estado Islámico han mandado a sus presos yihadistas en España, cohesionarse y dinamizarse, en este mismo mes de diciembre, se puede empezar a entender el riesgo que corremos todos con estos criminales, y el necesario apoyo que debemos de dar a todas nuestras instituciones para que luchen contra ellos.
Todo lo anteriormente dicho, se refiere a la amenaza directa y explicita del terrorismo en nuestro territorio, porque también el terrorismo aplicado en nuestras fronteras adelantadas del SAHEL es una amenaza. Me refiero a esos ataques que se producen en zonas muy concretas; por una parte en la triple frontera de Niger-Mali-Burkina Faso; o en la cuádruple frontera Chad-Nigeria-Camerún-Níger, donde Boko Haram ha asesinado hace un par de semanas a 28 civiles en Níger en las vísperas de las elecciones locales y a unos 15 días de las presidenciales que se deben producir el 27 de diciembre, y eso después de secuestrar a 344 niños al inicio de este mes en Nigeria; y finalmente en Somalia, ese Estado en situación Fallida, donde el viernes pasado 18, un atentado suicida del grupo yihadista somalí Al Shabab, provocó la muerte de una treintena de personas entre las que hay tres tres altos mandos de sus Fuerzas Armadas.
Algunos de ustedes podrá pensar, que ademas del solidario y humano sentimiento de pena por la muerte de seres humanos en África, es un tema lejano que nos afecta muy colateralmente, y nada más lejano de la realidad. Esa inseguridad provocada por el terrorismo en esa zona del Sahel, y que incluye más zonas si cabe, pues va desde el Senegal hasta el Cuerno de África, está provocando una estampida del exceso de población laboral del continente africano -unos 800 millones para la primera mitad del siglo XXI- que viene hacia nosotros dejándose la vida en desiertos, alambradas y el mar, pues es como una bomba demográfica detonada por los Yihadistas, y ante la que estamos siendo incapaces de reaccionar, siendo uno de los claros motivos de la fragmentación y crisis europea.
Tenemos que prepararnos más y mejor para defender nuestra forma de vida, y a pesar de los nuevos envites que suframos, ya saben el viejo dicho de “Roma no paga traidores”, no debemos transigir o pactar con los sectarios que quieren destruir nuestro régimen de libertades, esa nunca es la solución, y si no que se lo digan Mister Neville Chamberlain y sus Acuerdos de Munich en 1938.