'DELITOS DE PAPEL'

Elías Taño: “Me gusta que mis dibujos molesten a mis enemigos”

Para el dibujante tinerfeño, el dibujo siempre ha sido un campo de investigación política. Un nuevo libro recopila por primera vez sus carteles, portadas e ilustraciones más combativos

24/09/2020 - 

VALÈNCIA. Los Delitos de Papel de Elías Taño tienen un tamaño discreto, pero encierran un contenido incendiario. Es un “libro molotov”, y sus tapas están impresas (literalmente) en papel de lija. Esta recopilación de carteles, dibujos, portadas de discos, revistas y fanzines están conectados por un mismo hilo rojo: el activismo ideológico de izquierdas del artista tinerfeño y su bien conocido apoyo a movimientos sociales que abogan, según describe Ángela Martínez Fernández en el prólogo, por “mantener vivo el grito proletario y llenarlo de color”. Ante todo, este es el primer libro de uno de los artistas gráficos con mayor talento de su generación.

Muy a menudo, los dibujantes prefieren que su obra se interprete exclusivamente a través imagen, sin explicaciones adicionales. Pero este es un caso diferente. Delitos de Papel es un libro con mucho contenido visual, pero también textual. Cada cartel, cada portada, cada ilustración, está acompañada de un breve texto de contextualización en el que el autor recuerda qué colectivo o qué causa social o política había detrás. “Este libro se editó originalmente en Italia como Reati di Carta (Edizione Il Galeone, 2019), y esas explicaciones tenían la intención de contextualizar las imágenes para el público de allí, que por ejemplo no conoce las movilizaciones vecinales del Cabanyal, y por tanto no hubiese entendido del todo lo que aparece en el cartel del Festival Cabanyal Íntim -apunta el autor-. Muchas de las cosas que se aclaran en estos textos parecen obvias para el público de aquí, pero decidí mantener los textos en la edición española porque el mundo de la cartelería de las okupas, las manifestaciones y todo eso es un desastre. Muchas veces no las firmamos o no les ponemos fecha… es todo muy del momento. Y cuando pasa el tiempo, a menos que hayas vivido muy de cerca ese evento, todo se olvida”.

Todo el libro está tamizado por mi militancia y no tengo ningún problema en reconocer su intención propagandística o incluso didáctica -afirma-. ¿Por qué no? Defiendo mucho el potencial didáctico en lo artístico. Corremos el riesgo de ser señalados como paternalistas, pero en nuestros círculos caemos en el error de dar por hecho que todo el mundo, la gente más joven por ejemplo, conoce por ejemplo las luchas sociales en defensa de l’horta. La realidad es que no es así”.

Elías Taño (Tenerife, 1983) llegó a València en 2004 para terminar sus estudios de diseño gráfico en la Escuela de Artes y Oficios. Se traladaba desde Barcelona, ciudad que abandonó después de que le cancelaran una beca y harto de “currar en mil sitios a la vez para poder pagarme una habitación”. “Empecé a buscar alternativas. Vi que València era una ciudad más asequible en la que además podía continuar mis estudios en la educación pública. ¡Llegué a pagar 97 euros al mes por una habitación al lado de las Torres de Quart! ¡Qué tiempos!”, recuerda con cierta nostalgia pregentrificada. En la capital del Turia encontró un estilo de vida más tranquilo y una red de amistades conectada por nodos artísticos y políticos afines. En la escena underground de la ciudad conoció a artistas gráficos con mucha personalidad y un estilo combativo similar al suyo. Luis Demano, Don Rogelio J, Martín López Lam, y un largo etcétera. “Me gustó mucho encontrarme con una ciudad sin el elitismo cultural agresivo de Barcelona. Allí yo sentía que si no se me conocían previamente en determinados círculos, no se me tendría en cuenta nunca. En València vas a cuatro conciertos y ya te empiezas a relacionar con la gente”.

Hoy en día, Elías Taño es una pieza fundamental del circuito artístico independiente valenciano. Forma parte de la asociación Vendo Oro, organizadores de la feria de autoedición Tenderete; trabaja habitualmente en el taller de serigrafía La Miliciana, y también es miembro de la junta de APIV (Associació de Professionals de la Il.lustració Valenciana). Como docente ha impartido clases en el Máster de Ilustración de Barreira y en la UPV. Pero algunos le conocen solo por ser el autor de un polémico mural en el que criticaba la sentencia a cuatro jóvenes de Alsasua por un altercado con unos agentes de la autoridad vascos. El caso se hizo viral en redes sociales y generó muchos titulares en la prensa.

“Nunca sabré verdaderamente el alcance que tuvo, pero estoy seguro de que sí afectó negativamente en mi trabajo de alguna manera. Justó cuando ocurrió todo eso tenía ya cerrado un proyecto muy chulo, y bien pagado; un mural enorme en la sala de arte una marca norteamericana con sede en Elche. Enseguida me llamaron para decirme que no seguía adelante, pero sin darme muchas explicaciones. No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que fue por lo del mural de Alsasua. Estoy seguro de que se cayeron más proyectos por eso. Pero tenemos la memoria corta, y al final todo vuelve a su cauce”. Con la perspectiva del tiempo, Taño concluye que toda esa polémica, incluso con sus momentos agridulces, tuvo más consecuencias positivas que negativas. “Para empezar, me alegra que a mi enemigo le moleste lo que hago. Aparte de eso, lo cierto es que a partir de todo eso han surgido nuevas amistades y nuevos proyectos en los que he estado muy implicado emocionalmente”. Uno de estos encargos vino de El Drogas, ex líder de Barricada, y está incluido en Delitos de Papel. “Contactó conmigo un día y me dijo que le gustaría que dibujase la portada de una de las cinco cajas de CD’s que acaba de publicar con toda su carrera discográfica. ¡Me dijo que llevaba desde hace tiempo una pegatina en la guitarra con una reproducción de mi mural de Alsasua!” (ríe).

Elías explica que ya no recibe encargos directos de las instituciones como antes, aunque, a través de concursos abiertos con jurados independientes, sí ha podido sacar adelante algunos proyectos personales. Uno de ellos se llevará a cabo este fin de semana en el barrio de La Torre. “Es un mural colaborativo para hablar de los problemas del barrio. Hemos convocado a los vecinos unos días antes; la idea es reunir a gente de todas las edades para que nos cuenten sus anhelos y las historias de La Torre en las que yo me basaré para dibujar. En este tipo de proyectos con la comunidad, los vecinos no solo colaboran con el pincel, sino en el concepto del mural”.

Conflictos internos y pequeños sabotajes

La trayectoria profesional de Elías Taño también se ha desarrollado “al otro lado” de su muro ideológico. El artista canario no tiene ningún problema en hablar de los conflictos internos que sufre cuando trabaja en encargos de instituciones públicas o empresas. “Todos los que estamos en la militancia política de izquierdas tenemos que asumir que vivimos en un sistema capitalista, y que fuera de centro okupado se impone una realidad salvaje y voraz. Hay personas que saben separar muy bien su vida y su manera de pensar del trabajo, pero a mí me cuesta mucho más. Suelo tener problemas con clientes, y a veces acabo un poco mal con ellos por cuestiones ideológicas. Son trabajos que necesito para sobrevivir y escapar de la precariedad, pero me obliga a vivir en un mar de contradicciones. Aunque suene pedante, yo cada vez me reivindico más como artista gráfico que como ilustrador, porque al final las cosas con las que me siento realizado y con las que me gustaría ganarme la vida son las que nacen de mi propia sensibilidad y mi forma de ver el mundo”.

Una de las fórmulas que utiliza para sortear estos dilemas es la del pequeño sabotaje. Azuzar el ingenio para cumplir con el briefing de un cliente, y al mismo tiempo colar algún guiño. Como cuando Berlanga esquivaba la censura en pleno franquismo. En Delitos de Papel se incluye algún ejemplo de ello, como la portada y contraportada de la revista corporativa de una conocida empresa de telefonía que debía repartirse en las principales Comic Con del país. El tema de base eran los superhéroes, y efectivamente ahí estaban Superman y Capitán América, aunque también su reverso: una heroína del movimiento Black Panther y una guerrillera vietnamita. Bajo todos ellos, la frase de arranque del Manifiesto Comunista: No tiene nada que perder… salvo sus cadenas. “Disfruto más los trabajos en los que siento más implicación personal y nacen desde la libertad artística total, pero reconozco que también es muy divertido el proceso de buscar las grietas para decir lo que quiero sin que se note”.

En este nuevo libro, editado por Osadía Ediciones, encontramos obras que pertenecen al pasado, pero también esbozos de proyectos de futuro. Uno de los más interesantes es una novela gráfica titulada El Romancero Violento y protagonizada por dos personajes reales, pero que nunca llegaron a conocerse: Lorca y Pasolini. “Es una ficción en la que entrelazo las vidas de ambos como ejemplos de personajes de la cultura ampliamente reconocidos, y que al mismo tiempo fueron muy incómodos para el poder. En el caso de Lorca, el contexto era la guerra civil española, y en el de Pasolini los años de plomo en la década de los setenta. Es curioso porque tenían muchas afinidades, mas allá de ser homosexuales y de izquierdas. Por ejemplo, ambos se declaraban católicos, pero antivaticanos. Me hacía gracia inventar una relación sexo-afectiva entre ellos dentro de un espacio-tiempo nuevo. Es un proyecto en el que llevo tiempo trabajando; tengo bastantes páginas dibujadas. Lo sacará la editorial italiana que publicó originalmente Delitos de Papel. En España lo editará Tigre de Papel y quizás Txalaparta lo traduzca al euskera. Pero es algo que contemplo a largo plazo, porque soy muy lento con los tebeos”.

Elías Taño forma parte de la renovación generacional que se ha dado en los últimos años dentro de la APIV, una asociación que él prefiere considerar un sindicato, y que funciona internamente con un sistema asambleario, en lugar de las juntas directivas al uso. ¿Qué logros han obtenido en los últimos tiempos? “Hemos centrado gestión de la asociación en la reivindicación de los derechos laborales de los ilustradores como autónomos. Y creo que hemos logrado que haya una mejor percepción social del trabajo de los ilustradores. Existen dentro del gremio casos de rock stars como Paula Bonet o María Herreros que son inevitables, pero que al mismo tiempo contribuyen a que la profesión se tome más en serio. Nuestra principal lucha tiene que ver con que se nos pague dignamente y con acabar con los concursos especulativos, que te piden crear las obras sin contratarte ni pagarte nada por ellas. Si no te escogen a ti, es tiempo tirado a la basura. Luego están los proyectos en los que te piden trabajar gratis para darte visibilidad. Son dinámicas muy nocivas en las que a veces cae la gente que empieza. Pero es pan para hoy y hambre para mañana”.

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