El crecimiento de la extrema derecha responde a factores económicos nacionales e internacionales
¿Por qué crece tanto Vox? Más allá de la coyuntura nacional existen factores económicos que explican el crecimiento de fuerzas políticas de esta naturaleza.
Muchos españoles se estarán preguntando si los 52 escaños obtenidos por Vox representan a ciudadanos de ideología fascista, neonazi o categorías similares, y no, la respuestas es no, una gran parte del electorado de Vox son simplemente ciudadanos hartos de la situación económica y social que viven como consecuencia de la gestión política de los partidos moderados.
Brasil (Bolsonaro) , EEUU (Trump) o Francia (Le pen), son un claro ejemplo de cómo la extrema derecha crece en todo el mundo y lo hace rompiendo los acuerdos y reglas de la política tradicional. España no sufre un hecho aislado, vive un fenómeno provocado por factores nacionales, sí, pero también internacionales.
Un último estudio de Credit Suisse menciona que el número de millonarios en España se quintuplicó del 2010-19. Es decir, tras el estallido de la crisis económica hay más ricos en España. Este dato por sí solo está muy bien, el problema reside en que 1 de cada 5 españoles vive en riesgo de pobreza o exclusión social según el INE en su estudio sobre calidad de vida(2018). Hay más ricos, sí, y también más pobres.
El gran modelo económico capitalista en el que vivimos, la apertura de los mercados o la integración europea se traduce para muchos ciudadanos en más pobreza para ellos y cero beneficios. A partir de aquí, en la búsqueda de culpables o responsables políticos es sencilla para una parte de la población: los partidos moderados.
Los moderados no han resuelto viejos problemas como el de Cataluña, la financiación de los estados de autonomía o mejorar sustancialmente los derechos y las condiciones laborales de los trabajadores españoles, así como su poder adquisitivo.
Como dice el economista Tortella (2017) “Las democracias son estables en la medida en que sus mayorías se sienten satisfechas y seguras y no están dispuestas a votar por un candidato o partido que amenace la estabilidad, pero cuando sienten que su bienestar está en peligro se vuelven contra el régimen político al que tanto deben”
Durante la campaña electoral habrán visto al líder de Vox, Santiago Abascal, hablar de los nacionalistas catalanes, lo que no dijo ni dirá es que ellos son profundamente nacionalistas también.
Para los politólogos existen dos tipos de nacionalismo opuestos, el nacionalismo periférico o regionalista, (ERC) sería un claro ejemplo, y el nacionalismo central (VOX), unos piden más autogobierno mientras los otros centralizar el poder básicamente. Ambos se nutren de lo mismo, la confrontración con el otro, movilizan a su electorado en términos de “exclusión” “intolerancia” e “imposición” entre ellos. El conflicto catalán legitima el discurso de unidad de Vox y lo hace crecer.
Vox sabe utilizar muy bien los iconos, tradiciones y símbolos patrióticos a su favor, su comunicación está muy bien gestionada en ese sentido. Si observamos las redes sociales de Abascal veremos como utiliza iconos de “macho alfa” para representar liderazgo y valor patriótico. Es por eso, que veremos al líder de Vox montando a caballo, en una Harley, con sus hijos, jugando con los colores de la bandera de España, al lado de un tigre y demás clichés que representan a un hombre con ciertos valores destacables como son la valentía, honor, pureza y fortaleza.
El PP tiene un grave problema, la extrema derecha se come su discurso de unidad territorial y se verá forzado a luchar por los iconos y valores representativos de la derecha tradicional.
El PSOE, por su parte, radicalizará su discurso para defender ante la sociedad el por qué de sus medidas, lo que antes no exigía un esfuerzo de convencimiento y explicación, ahora sí. La izquierda moderada no puede permitirse perder apoyo social en derechos y libertades que son iconos de sus logros de gobierno. Ahora, con más fuerza que antes, la ley de memoria histórica, dependencia o violencia de género, serán temas de permanente confrontación ideológica, presentes en la agenda política, mediática y pública.
Los socialistas tienen además un reto mayor, aparte de unir a los progresistas del país, deben entregar resultados, en la medida que fracase la gestión política de los progresistas y moderados, la derecha y la extrema derecha alimentarán su discurso de contraste.
Confrontación. El país se polariza más y tanto la derecha como la izquierda se enfrentarán en una lucha de relatos marcada por el declive de la política nacional, económica y social. Se cuestionará la viabilidad del Estado del Bienestar, la política migratoria estará en el día a día y la pluralidad de España, así como el estado de las autonomías, será fuertemente puesto a debate. Vox lo tiene claro.
Las viejas ideologías regresan con más fuerza y los verdaderos intereses de los españoles muy posiblemente quedarán en segundo plano ante la disputa de visones diferentes de España. Lamentablemente, se cuestionará temas como la utilidad de la integración europea, que tantos beneficios nos ha traído en términos generales y tan mal se han comunicado, y Cataluña, seguirá siendo un campo de batalla en el que ambos nacionalismos, central (vox) y periférico (ERC) se enrocarán y bloquearán cualquier posible pacto o acuerdo de salida.
Existirá una guerra comunicacional, todavía mayor, en la que quien domine el relato ganará en términos de percepción pública, el discurso de la izquierda basado en valores como la solidaridad, la integración y tolerancia se verán entredichos por la extrema derecha y lo que ellos defienden: los intereses nacionales, la unidad y el respeto entre otros.
Ximo Valls, consultor político internacional en Elemental Comunicación Estratégica, sede CDMX (México).