VALÈNCIA. El Museo de Bellas Artes de València no tiene quien lo cuide. De esta manera encabezaba el experto en arte Joaquín Guzmán en este diario un análisis sobre la situación de la pinacoteca valenciana, que a menudo lleva el apellido de “la segunda de España”, una coletilla que pesa más de lo que uno creería. El museo vive uno de sus momento más difíciles, en el que se da la peligrosa suma de la desafección del público, la incapacidad del gobierno (autonómico y nacional) de dar solución a sus no pocos problemas y la fría comunicación entre la dirección del mismo y la conselleria de Cultura. Qué es causa y qué es consecuencia está por determinar. “La clase política, en nuestro asunto, suele también hacer mutis por el foro. Tanto quienes gobiernan como quienes tienen el mandato de hacer oposición (este último caso, algo que me sorprende enormemente). No es objeto de ocupación para unos, ni de preocupación para otros”, explicaba Guzmán. No iba mal encaminado el análisis de un centro cultural que ‘renace’ con cada equipo de gobierno, para consumirse a los cuatro años.
A pesar de las promesas de volver a poner en valor el Museu de Belles Arts de València, anuncio que, por otra parte, se da en cada legislatura independientemente del color político, la incapacidad de la conselleria de Cultura de dar con una solución a la compleja situación de la pinacoteca terminó por caldear los ánimos entre unos y otros. El propio José Ignacio Casar Pinazo hablaba el pasado mes de septiembre, durante una entrevista con Cultur Plaza, de la necesidad de “liberar el museo de los vaivenes políticos, desvincularlo de la política inmediata”, una conversación en la que habló sin tapujos del clima de “intranquilidad” al que se veía sometido el museo, todavía sin un calendario fijo para la reestructuración del mismo, pendiente de licitación por parte del Ministerio de Cultura. El director describía una estructura que complica la realización de cada contrato cosa que, como curiosidad, lo deja sin tener un equipo de comunicación propio, algo impensable en instituciones culturales de su calibre. Con la olla caliente desde hace demasiado tiempo, el museo se enfrenta ahora a un nuevo golpe. La baja de Casar Pinazo por enfermedad ha llevado a la conselleria a relevar al director por una funcionaria que, hasta nueva orden, será la máxima responsable de la pinacoteca.
“Se trata de una figura administrativa para cubrir bajas que no supone ningún cese”, aclararon desde el departamento del conseller Vicent Marzà. A pesar de ello, se aprovechó la coyuntura para anunciar el inminente concurso en lo que se entiende como una intención de dar carpetazo a la presente etapa del museo, un tejemaneje comunicativo que ha sorprendido a más de uno en el interior de la pinacoteca. Según explican fuentes de toda solvencia a este diario, estaba previsto que el concurso para cubrir la plaza de director se pusiera en marcha antes de verano, sin embargo la baja de José Ignacio Casar Pinazo paralizó el calendario de conselleria, una baja que, en cualquier caso, es efectiva desde octubre. El concurso se pondrá en marcha “siguiendo el código de buenas prácticas y en cumplimiento del compromiso que adquirió la Generalitat de cubrir las direcciones de las entidades culturales de forma objetiva y transparente”, tal y como indicaron desde conselleria ayer en un comunicado.
En en este caso, y a diferencia de los procesos para Les Arts o el Consorci de Museus, se cae el apellido “internacional”, pues el proceso está dirigido exclusivamente a funcionarios, al no tratarse de un organismo autónomo. Para abrir el concurso se deben modificar los estatutos, opción descartada por conselleria. Por el momento, el cargo lo ocupara de manera transitoria Margarita Vila, funcionaria de carrera, quien se licenció en 2005 en Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València. En este nuevo proceso Casar Pinazo podría ser perfectamente uno de los candidatos, para lo que tendría que dimitir o ser cesado previamente al inicio del concurso, una opción que no parece descartada de acuerdo con lo que el propio director afirmaba en septiembre a este diario. Preguntado por esta cuestión, respondió: “Al principio, cuando me hacían estas preguntas, inmediatamente decía que no. Con el paso del tiempo lo dejo abierto”.
Fue precisamente durante esta entrevista que quedaron patentes algunos de los puntos que definitivamente separaban a la dirección del museo de la Dirección General de Cultura y Patrimonio, liderada por Carmen Amoraga. Tras el fracaso de las negociaciones con el Ministerio de Cultura para generar un consorcio que garantizara una mayor autonomía del museo, la directora general daba con una solución que no pareció satisfacer en Bellas Artes: la desconcentración. Esto suponía, sin tocar el estatus actual pero modificando el estatuto que lo rige, dotarlo de “más” autonomía. “No es un paso intermedio”, afirmaba Amoraga a este diario. La propuesta, que se presentaba con la solución a un dolor de cabeza que se alarga en el tiempo, era más bien un placebo. Fue el propio Casar Pinazo el encargado de enfriar la euforia. “Es un paso más, pero no es definitivo. Esta institución necesita plena autonomía. La desconcentración es un paso en el trayecto, no puede ser el fin”, explicaba el director, una opinión que le hacía distanciarse de nuevo de San Miguel de los Reyes, sede de la dirección general.
La distancia es cada vez mayor y eso se nota también a la hora de trasladar las urgencias a Madrid. No fue el Museu de Belles Arts una de las prioridades para el Ministro de Cultura, José Guirao, en su reciente visita a València, donde sí acudió al estreno de La flauta mágica en Les Arts, que tiene pendiente su incorporación al patronato, al IVAM o al centro privado Bombas Gens, entre otros. Otra vez será. A pesar de ello, en declaraciones recogidas por la agencia Europa Press, se refirió al Plan Museológico, que "se entregó a finales de septiembre y lo estamos estudiando", pero "mientras se estudia ya estamos trabajando en los pliegos administrativos para que en cuanto se cierre podamos sacarlo a contratación”. Aprovechando la coyuntura, indicó conselleria ayer en un comunicado que “sea ha avanzado” con el Ministerio de Cultura respecto a la licitación del Plan museológico para que la V fase pueda estar abierta al público el próximo mes de febrero, con una exposición de Vicente López.
Con semejante caldo, la sensación de que la política ha fagocitado los aspectos puramente artísticos, que parecieran secundarios, relegados a un segundo nivel de la conversación entre instituciones, se impone en un museo que necesita urgentemente darle mimo a su colección. Con una programación expositiva maniatada a la concreción de un calendario de actuaciones en el contenedor, el esquinazo de Madrid, los titubeos de València y, ahora, una directora de paso, la pregunta no cambia: ¿quién cuida el Museu de Belles Arts de València?
Tras inaugurarse en València, la exposición 'Prohibit fixar cartells. REA' pasa por el Museu de Belles Arts de Castelló con una nueva selección de carteles que pretende recordar cómo ha sido el diseño en la provincia durante las últimas décadas