València tiene más de medio centenar de calles con nombres de oficios, calles que hoy día rinden homenaje a profesiones, a gremios y a una de las señas históricas de esta ciudad: la artesanía
VALÈNCIA. Adreçadors, aladrers, aluders, ballesters, bosseria, cadirers, cordellers, corretgeria, llibrers, roters… Suma y sigue hasta hacer que el de València sea el callejero de España con más nombres dedicados a profesiones tradicionales, con incluso una ruta guiada dedicada a los camins gremials, lo que recuerda que la ciudad ha vivido históricamente de la artesanía, un dato que ayuda a poder contar cómo el diseño valenciano surgió a partir de la industria manufacturera. Por no hablar de las Fallas o de las tradiciones musicales más arraigadas, elementos identitarios valencianos que tienen en su base ese mimo que la artesanía aporta a los procesos.
No es anecdótico. Porque en la Comunitat Valenciana ha sido históricamente la industria la que ha terminado por consolidar el diseño, ese es nuestro modelo, el tándem de sectores (textil, calzado, cerámica, mueble, juguete…) que se originan en la artesanía y mantienen gracias a esta un nivel de excelencia marcado por sus años de bagaje. Las empresas valencianas punteras en diseño e innovación vienen directamente de la artesanía o incluso siguen incorporándola en sus procesos industriales.
Quien tenga la suerte de entrar a uno de esos talleres que aún nos quedan podrá sumergirse con emoción en un pedazo vivo de historia que nos transporta al pasado, pero no nos vengamos arriba porque esto debería de ser una advertencia de que estamos dejando morir la artesanía, un mal que recorre todo el territorio nacional.
Sería una locura dejar desaparecer una de nuestras mayores riquezas, un tesoro que tenemos desde hace siglos y que otros países sin historia se empeñan en emular, mientras nos pirramos por adjetivar como “artesanas” cosas a las que queremos aportar valor, desde unas patatas fritas a unas cervezas que se producen industrialmente. Imagino que es síntoma de estos tiempos, que podríamos asociarlo a otros males, desde el capitalismo, comprar insostenibles prendas de ropa a cinco euros o a la tiranía de la inmediatez y a la cultura instagrammer.
Mirar hacia los orígenes es volver a modelos más sostenibles, y ahí tenemos una importante pista hacia un diseño basado en economía circular, para innovar en el marco de la artesanía contemporánea o incluso de cara a industrializar o introducir a la empresa en este campo.
El diseño ligado a la artesanía es una fórmula de éxito, de excelencia y de procesos e historias que contar. Artesanía y diseño se basan en el trabajo, el esfuerzo y la búsqueda de la mejor solución en cada caso, si bien la artesanía podemos sintetizarla como una maestría desde la labor manual y el diseño como la labor intelectual que precede a las manos.
Por suerte tenemos movimientos que reivindican, difunden y potencian la artesanía. En concreto el Centro de Artesanía de la Comunitat Valenciana promueve además la consolidación y la competitividad de las empresas de los distintos sectores artesanales que la integran, y junto a la Conselleria de Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio y Trabajo convocan anualmente los Premios Artesanía Comunitat Valenciana para incentivar la creación artesanal y reconocer social y empresarialmente el saber hacer de los artesanos y artesanas de la Comunitat Valenciana.
Los Días Europeos de la Artesanía, que precisamente tendrán lugar a partir de esta semana, son unas jornadas promovidas por la Escuela de Organización Industrial, Fundesarte, y la Organización de los Artesanos de España, con el objetivo de visibilizar el trabajo de todo tipo de oficios artesanos para difundir su enorme riqueza y singularidad.
También a nivel europeo, Doppia Firma (doble firma, en italiano) es un interesante proyecto de la Michelangelo Foundation for Creativity and Craftsmanship (responsables también de la guía Homo Faber dedicada a crear la gran base de datos de la artesanía europea) en el que se establecen colaboraciones en forma de dúo entre profesionales de la artesanía y del diseño creando una colección de piezas exclusivas.
Por destacar otro interesante movimiento, a escala nacional la asociación Contemporánea de Artes y Oficios tiene en marcha una auténtica cruzada para preservar los oficios tradicionales y el saber artesano recorriendo todo el territorio mapeando la manufactura española y actualizando los valores asociados a la artesanía tales como la creatividad o el diseño.
Puede que en pocos años de estos oficios ya sólo queden los nombres de las calles. Para que no ocurra habrá que visibilizar el problema de que con la retirada de cada artesana o artesano se apaga un oficio en nuestro país.
Hay mucho sobre lo que reflexionar, sobre modelos y futuro, sobre la pervivencia y supervivencia, amenazas y oportunidades, sobre cómo poner en valor la artesanía, integrarla en fórmulas contemporáneas de verdad, saber contarla, saber apreciarla. Pero tenemos algunas certezas y son todas muy positivas, como la relación directa con calidad o sostenibilidad, la potencia de su narrativa y que es parte de nuestro patrimonio.