VALÈNCIA. Las expectativas económicas y de los mercados financieros dependen estos días de la conjunción de dos ciclo: el coyuntural y el de la pandemia. Pensar que todo se arregla con la vacunación masiva de la población probablemente será una equivocación. Una recuperación económica sostenida necesita algo más que esto. El confinamiento en primavera 2020 de gran parte del planeta ha dejado cicatrices que no debemos subestimar. Y en el presente ya vamos por la tercera ola que no me parece más leve que la primera, más bien todo lo contrario. El patrón de la pandemia actual así va cogiendo cierta similitud con la gripe española de 1918, en cuanto a efectos económicos se refiere.
En Europa y Estados Unidos se están viendo los efectos negativos sobre todo en el aumento del paro y en la reducción del volumen en ventas al por menor durante el último trimestre 2020, que muy probablemente mostraran todavía peor foto en las lecturas del primer trimestre 2021. Una recuperación económica lineal como en la actualidad lo están proyectando los mercados financieros parece en este sentido muy optimista. Recordemos aquí que en 8 de las ultimas 11 recesiones la recuperación no era lineal sino más bien en forma de W. Aun así los inversores parecen estar solo anclados en la lectura de las muy buenas cifras de crecimiento del tercer trimestre, el momento posterior a las reaperturas tras el fin de los confinamientos domiciliarios. El problema de esto es confundir el fenómeno de la economía con un vehículo. Un automóvil por norma general lo arrancas sin mayor dificultad después de un parón; en cambio poner en marcha a toda una economía es mucho más complejo y el simple hecho de 'arrancarla' no significa automáticamente que su funcionamiento sea el adecuado para un desarrollo sostenible.
Todavía no está muy claro el efecto que puede sufrir la actividad económica durante esta tercera ola, y aunque no del todo comparable por las restricciones aplicadas, la primera ola nos dejó una buena muestra de lo que nos podríamos encontrar. Una nueva contracción económica parece en todo caso muy probable y será una prueba más que demostrara la fragilidad de la base sobre la que intenta construirse actualmente la recuperación. No obstante, una nueva desaceleración nos alinearía más con una recuperación en forma de W, lo que probablemente sea más coherente con la situación real que estamos presenciando.
Pero el ciclo coyuntural es tal vez lo que menos preocupa porque mide la actividad neta (aunque haya sectores que tal vez desaparezcan, estos serán sustituidos por nuevos sectores que se van creando y se compensaran). Sin embargo. lo que más preocupa es el efecto a largo plazo del ciclo pandémico. Este tiene claros efectos estructurales si tomamos como ejemplo el aumento del paro con probablemente mucha mano de obra que tiene complicado la reinserción en otros sectores de nueva creación, sea por edad o por falta de formación adecuada. A todo ello se suma el miedo a volver a costumbres habituales mientras la pandemia no esté bajo mayor control y menor riesgo de contagios, lo que seguirá teniendo un efecto negativo en los niveles de consumo privado de los hogares y a saber hasta cuándo. Un estudio reciente reveló que solo se había recuperado el 60% del consumo precovid en Estados Unidos tras la reapertura por confinamiento.
Lo que parece claro es que las vacunaciones masivas ante pandemias no ofrecen inmunidad ante los daños económicos, cuyas secuelas permanecerán durante años. El histórico de estos fenómenos deja entrever la larga sombra de una 'sangría económica' que suelen dejar a su paso. Un buen ejemplo ilustrativo de la interacción entre la oferta y demanda que refleja la economía real es la rentabilidad de los llamados bonos refugio en los mercados financieros. Muestran en el pasado que tras décadas posteriores a las pandemias, estas seguían cotizando en niveles muy por debajo de lo acostumbrado.
Hoy día los estimulos fiscales y las políticas monetarias están llamados a limitar estos efectos. El problema principal es que estas medidas se basan en entornos de apenas inflación cuando se sabe que en economía nada es para siempre, también la inexistencia de inflación… Es cierto que probablemente no existe mucho más alternativa que aplicar unas políticas monetarias tan expansivas pero por si acaso vayamos con cuidado de no crear al próximo 'problema'.
Christian Dürr es socio-director de ETICA Patrimonios EAF
Durante la situación de crisis sanitaria se registraron casi 14 millones de contagios y más de 122.000 muertes, de las cuales un 8,65% se produjeron en la Comunitat Valenciana