ALICANTE. "Cuando el ritmo de cambios dentro de la empresa es superado por el ritmo de cambios fuera, el final está cerca" es la lapidaria frase del casual y recientemente fallecido Jack Welch, uno de los directivos más influyentes de toda nuestra historia reciente y a quién se atribuye el éxito del gigante "General Electric" alzándola a la cima del mundo empresarial. Hoy es el propio concepto de cambio el que se ha visto sobrepasado hasta niveles insospechados a raíz del fenómeno de la digitalización como desarrollo imparable de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), con su "mega" velocidad de implementación y, sobre todo, su incalculable impacto en el ámbito socioeconómico que la han hecho acreedora, finalmente, de la merecida calificación de "4ª Revolución Industrial".
Como resultado directo de esta revolución,en los próximos dos años, las mayores economías del planeta crearán 133 millones de puestos de trabajo y según los datos del último informe del Foro Económico Mundial, el 68% de los niños que cursan estudios primarios en la actualidad desarrollarán trabajos que todavía no existen y más de 1.000 millones de trabajadores necesitarán actualizar y renovar sus habilidades antes de 2030.
Efectivamente, tecnologías como blockchain, IA, IoT o Big Data, constituyen un nuevo marco fundamental para la sociedad actual siendo lo cierto que el ecosistema digital ha adquirido una enorme relevancia social y jurídica que está transformando (cambiando) la sociedad del siglo XXI.
Economía y sociedad hiperconectadas que a diario generan nuevas realidades socioeconómicas y plantean nuevos dilemas, paradigmas y situaciones en muchos casos de manera disruptiva alterando la propia esencia delos negocios tradicionales e incluso comprometiendo su competitividad al integrar nuevas formas de satisfacer necesidades y deseos gracias a las TIC. El alojamiento (modelo Airbnb) y la movilidad (uber) dos sectores clave en nuestra economía, por ejemplo, se han visto seriamente afectados por este fenómeno. Y es que la falta de entendimiento de la realidad subyacente a estas evoluciones tan disruptivas nos provoca una resistencia natural a los cambios que de ellas se derivan y, por consiguiente, a abrazar sus bondades.
Existe pues una brecha, un gap que necesitamos aprender a evitar antes deque nos deje a un lado de la orilla para siempre. Recuerde el lector aquellos sectores de prestación de servicios y de gestión del conocimiento como abogados y toda clase de asesores como ya vivimos una brecha entre ciencias y letras en un mundo ya liderado por las personas jurídicas, por sociedades mercantiles donde el empresario individual queda como una rara avis y donde hasta su herencia o divorcio precisan de conocimientos de empresa, al ser esta donde yace su patrimonio.
Fuere por vocación, como en el caso de quien suscribe, o por visión lo cierto es que la formación en el mundo de la empresa y los negocios nos da un plus añadido a los abogados y asesores que nos diferencia claramente del resto al poder entender el idioma de los empresarios y las empresas y con ello poder entender las necesidades que desde nuestra área de conocimiento podríamos satisfacer. Lo mismo pasa con la digitalización. El lenguaje de las nuevas tecnologías es muy conciso y mucho menos ambiguo e interpretable que el jurídico o empresarial y no conocerlo abre una brecha que puede suponer el fracaso de un proyecto vital, empresarial o social.
En consecuencia, el enfoque que debe tomarse a la hora de abordar un proceso de transformación digital debe ser un enfoque estratégico,si quieren de marketing estratégico, adaptando el triángulo estratégico al sector, empresa u organización que se plantee el reto de la digitalización.
No, la transformación digital no es (solo) comprar tecnología. Es todo un proceso de cambio organizacional, de cultura, de personas y de los propios procesos que parte del análisis de la situación exantey trata de responder a unas preguntas clave ya sea de nuestro departamento o área, nuestra organización en general o todo un sector o industria: a quién sirvo (cliente, externo e interno) qué necesidad satisfago (a estos clientes) y cómo lo hago (tecnología), para normalmente culminar con la selección de herramientas tecnológicas que mejor se adapten a dichos requerimientos.
Siguiendo el ejemplo de sectores de gestión del conocimiento (asesores legales, tributarios, ingenieros, etc.) que suelen servir precisamente como agentes de transferencia de conocimiento a empresas y organizaciones de todo tipo a través de contratos de prestación de servicios, adjudicaciones públicas el proceso podría ser el siguiente:
Qué necesidad/es satisfacemos (necesidades concretas), a quién/es (público objetivo) y cómo lo hacemos (tecnología/aplicaciónconocimiento experto, metodología, best practices, etc.) Aquí describimos para quién trabajamos, detallamos las tareas y actividades que realizamos (workflow).
Definimos qué es estratégico y que no de todo lo que hacemos; decidimos qué puede ser automatizado; examinamos qué tecnologías existen en el mercado para cumplir esas tareas o funciones y decidiremos si la desarrollamos o la compramos (Buy or Build). Por ejemplo, en el caso indicado podríamos construir un CRM casero con G-Suite + Zapier o podríamos adquirir la suite de Aranzadi. Por ejemplo, las horizontales cubren casi todo el proceso pero también son muy rígidas, menos parametrizables que los verticales que a veces se quedan cortos y deben complementarse con otras aplicaciones o añadir módulos o funciones.
La fase de implementación es el aspecto más crítico de todo el proceso. Seguidamente se acompaña un esquema de proceso de innovación .
Obtener pequeñas victorias en forma de herramientas que funcionen en muy breve tiempo (quick wins) así como un MVP (producto mínimo viable) en poco tiempo que pueda escalarse da credibilidad al proyecto y sus promotores.
Así pues, muchos han de ser llamados a este proceso de transformación que, en general, terminará afectando a los procesos, las personas,los sistemas de información y por ende a la propia cultura de la organización. Empero sin la voluntad, tesón y buena metodología a emplear por el equipo promotor (planners are doers) no culminará con éxito. Ya nada será igual que antes como decía la canción una vez que el proceso se ponga en marcha.
Juan José Cortés Vélez es socio responsable del área de Compliance y Legaltech de Devesa y Calvo.