la mascarilla y el distanciamiento están afectando a las clases

El teatro trata de reinventarse desde las escuelas: cómo hacer más individual un arte 'coral'

9/12/2020 - 

CASTELLÓ. Hace tres meses que la mayoría de escuelas de teatro empezaron su nuevo curso. Con la llegada de septiembre y la vuelta del calendario académico, tanto centros públicos como privados, se animaron a dar comienzo al que iba a ser un año de grandes retos. Y es que las escuelas de teatro, al igual que las de danza, se toparon con una gran dificultad: tratar de plantear dinámicas de aprendizaje individuales cuando justamente su forma de hacer arte siempre las ha evitado. Sin embargo, la pandemia no les deja, al menos de momento, otra opción. Así, lo que antes eran actividades en equipo, ahora son principalmente monólogos o intervenciones que se hacen sin salir de un recuadro delimitado en el suelo del aula; y lo que antes eran ejercicios de expresión facial, ahora son básicamente de expresión corporal. Una experiencia que está cambiando por completo la manera de entender el teatro.

"Los primeros días fue un poco shock, porque no estábamos preparados para algo así. Vienes de una enseñanza donde hay mucho contacto físico y se recorre todo el espacio. Recuerdo que el primer día que hicimos un monólogo libre terminé la clase destruido porque no fui consciente, hasta que me tocó, de cómo era actuar con mascarilla. Fue muy difícil", reconoce Jordi Campillo, un ex estudiante de la UJI que ahora está formándose en la Escuela Superior de Arte Dramático de València. El centro público ha optado por ofrecer unas clases cien por cien presenciales que se dividen en radios de ocho personas y en horarios rotativos. Lo que supone que cada semana solo un grupo hace horario completo, mientras que el resto hace algunas horas. Una fórmula que no siguen todas las escuelas -hay quienes optan por la semipresencialidad- y que sus alumnos agradecen.

"Aunque bajo ningún concepto se puede hacer representaciones sin mascarilla, todo lo que hacemos ya me parece mucho. Veníamos de una cuarentena y estábamos dispuestos a cualquier cosa que no fueran las clases online, no tienen ningún sentido. Además, llevamos tres meses y te vas acostumbrando a resolver lo que antes hacías con la cara a hacerlo con el cuerpo", asegura Campillo, quien aún así cree que "la calidad de la enseñanza se está viendo muy afectada". "Hacemos solo un 60% de las actividades prácticas que teníamos y los monólogos no los podemos mostrar delante de un público, mientras que en otras salas se está pudiendo hacer con distancia". 

Una percepción, la suya, que también la comparten profesores y directores de otras escuelas artísticas. Porque si hay una sola cosa clara, en medio de esta vorágine, es que el teatro está tratando de reinventarse y todavía decide cómo. 

Más improvisación y menos alumnos inscritos

Sergio Heredia, quien dirige al mismo tiempo la Escuela de Teatro de Vila-real y la de Castelló, ha observado como este año las inscripciones han bajado considerablemente. No es de extrañar, muchos antiguos alumnos han decidido no continuar por miedo o porque querían evitar situaciones incómodas que se pueden dar, aún con todo el control posible, en un aula. Aun así, a quienes más les está suponiendo un problema la enseñanza con máscaras y a dos metros de distancia es a esas personas que se han animado a experimentar por primera vez con las artes escénicas. ¿Cómo romper la barrera de la vergüenza, que muchas veces traemos puesta, con gente que ni siquiera podemos tocar? "Gran parte del alumnado que se apunta a una escuela de teatro es para relacionarse con gente nueva, por eso está siendo complicado. Muchos se sienten cohibidos", cuenta el profesional. Y es que cuesta dejarse llevar completamente sin ver la cara al descubierto de un compañero desconocido.

Por eso, a fin de romper esta barrera las escuelas están gastando casi todas sus balas en los ejercicios improvisados. Un ejemplo claro es el que cuenta Adrián Novella, profesor en la Escuela de Teatro de Castellnovo. En sus clases, el dramaturgo propone actividades donde un alumno pone el cuerpo, mientras que el otro pone la voz como si fuera una especie de doblaje. "Como a quien actúa no se le ve la boca es una forma de completar su actuación, pero además se crea una especie de conexión desde la distancia entre ambos", explica Novella, quien en sus clases está apostando por las dinámicas de conciencia de voz, aunque es consciente de que en algún momento tendrá que abordar las prácticas escénicas. 

Su mayor miedo: no saber si 'mañana' habrá clases

"Siempre hay pegas, es comprensible en el momento en el que estamos. Pero no moverse por el espacio y ventilar las aulas cada poco tiempo están complicando la enseñanza de una disciplina artística tal y como está comprendida. Igual con la danza se ve más claro, necesitan moverse, sudar, tocarse... pues en el teatro igual. En nuestra escuela tenemos la suerte de que es un espacio grande y ventilado, y aun así todo el rato te topas con la disyuntiva de encontrar maneras de seguir trabajando en grupo y desarrollando el contacto sin tener el contacto. También le doy muchas vueltas a de qué manera podremos hacer una muestra futura, porque está claro que no podrá ser una obra de teatro al uso. Tendremos que buscar textos teatrales que partan desde esa distancia", manifiesta el castellonense, quien también acusa a la fiscalidad a la que parecen estar sometidos con su trabajo.

"Si son más de seis personas en el aula te ponen el ojo encima, cuando es una actividad formativa. Hay días que igual nos dicen que no podemos dar clases, pero en otras ocasiones insistes, les recuerdas que es formación y te lo permiten. Esa cosa de que no saber qué va a pasar la semana que viene tampoco te permite avanzar", asevera Novella, quien también lamenta haber perdido, en su caso, los cursos de infantil. "Por responsabilidad el ayuntamiento ha querido que no haya clases con menores hasta que existan mayores garantías. Esto es un palo para los niños, el teatro les enseña una serie de valores que ahora todavía hacen más falta como es el contacto, la conciencia de grupo o ejercitar la imaginación. Están abocados a la televisión, los videojuegos e incluso a la educación por la pantalla", incide Novella, que además de ver reducido el número de alumnos también da este año menos clases.

Minuto y resultado de posibles salidas a un año atípico 

Con todo, ¿qué puede hacer el teatro para reinventarse y superar estos lastres? Hay varias opciones. Por su parte, desde Vila-real y Castelló, Sergio Heredia está apostando por dar un mayor peso a las masterclasses decir, a esa formación teórica que, quizá en otras ocasiones, por dar mayor peso a la práctica quedaban en un segundo plano. "Hemos traído a profesionales como Marisa Ibáñez a hablar del teatro de calle. Son actividades más pensadas como una mesa redonda, pero que también dotan de aprendizaje", señala el dramaturgo, quien mantiene la esperanza puesta en recuperar antes de que acabe el curso las viejas prácticas de enseñanza, si una vacuna llegara. 

En su caso, Novella cree que una buena opción sería hacer pruebas médicas como ocurre en el mundo del espectáculo donde sí está permitido que los intérpretes vayan sin mascarilla siempre y cuando se hayan hecho un análisis previo. Aun así, esto no está contemplado en las escuelas, por lo que la única opción que les queda, según el profesional, es continuar probando fórmulas para moverse sin desplazarse por el espacio. Finalmente, Jordi Campillo cuenta que se han barajado otros métodos como la utilización de mascarillas transparentes, algo que podría dotarles de mayor expresividad y confianza. Pero, tampoco esta parece una opción viable, puesto que únicamente les dejan recibir clases con una FP2 o una mascarilla quirúrgica. Algo que, en cambio, puede suponer un problema añadido para alumnos con problemas de audición.

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