Neus Ballús pone en el centro de su nuevo film una reflexión sobre cómo se relaciona el turismo occidental en un país africano
VALÈNCIA. En 2013, Neus Ballús consiguió marcar algo de la agenda del cine español con La Plaga, una mezcla entre documental y ficción que destacó tanto por su propuesta formal como por las historias que contaba, acabando -sin duda- siendo una de las mejores producciones cinematográficas de aquel año. Han tenido que pasar seis años para ver la continuación de la carrera de Ballús. El viernes estrena en cines El Viaje de Marta (Staff Only), un film coproducido por la valenciana Turanga Films y con apoyo tanto de À Punt como del Institut Valencià de Cultura.
Poco tiene que ver, en términos cinematográficos, el planteamiento de este nuevo proyecto: Ballús ha rodado una historia de ficción, guionizada, y sin una herencia formal del género documental. En él, Marta viaja con su padre y su hermano a Senegal, y se alojan en un resort para turistas occidentales, donde descubrirá una sensibilidad especial que le hará intentar mantener relaciones de tú a tú con dos de sus trabajadores; este propósito le genera no pocos conflictos internos y con su propio padre.
La cámara no se despega en ningún momento de Marta, protagonista absoluta de la historia. Y esta es una de las herencias, sutiles pero presentes, del documental que la realizadora catalana ha querido mantener en este largometraje de ficción. "Cuando acabé La Plaga, quería ir más allá en la trama narrativa de la ficción y en la dirección de actores no profesionales. Y viniendo del documental, el proceso de escritura ha sido muy duro porque tienes que simplificar en dos líneas de diálogo una realidad", comenta la realizadora.
Contextualizar una historia en Senegal o en cualquier otro país del tercer mundo es, sin duda, exponerse a acabar siendo frívolo o contar las cosas con un tono algo paternalista. No es el caso. Ballús esquiva esto con maestría y sencilleza: poniendo el foco en una familia de turista que descubre una realidad en vez de hablar directamente de esta. "Desde adolescente, que empecé a viajar, quería grabar algo, pero no me sentía legimitada a hacerlo, ni siquiera poniendo una distancia prudencial... Supongo que ha una cuestión de madurez, pero ahora me he sentido capaz de contar las cosas sin juzgarlas. Me vino a la cabeza un espacio como un hotel, muy parecido al que yo conocí en mi primer viaje al país, y me pareció una perspectiva el pensar 'yo no soy de aquí, y no soy capaz de decir lo que está bien y lo que está mal', y por tanto, puedo contarlo todo con honestidad", explica, aunque puntualiza que no ha renunciado -ni mucho menos- a hacer una historia muy documentada.
De hecho, su planteamiento nace de su observación de las relaciones asimétricas que se configuran de manera natural entre africanos y europeos. Este fue su punto de partida. Y como si de un documental se tratara, la historia empezó a surgir a partir de esta observación. Las localizaciones, las tramas, ciertas cuestiones formales... Todo se coloca en la pantalla de una manera personal y natural. "Exceptuando los hoteles por cuestiones técnicas, he colocado la cámara exactamente donde yo quería. Localizar fue lo más fácil del rodaje porque ya había estado suficientes veces para saber donde quería hacerlo", comenta Ballús.
También destaca muy positivamente el trabajo de la realizadora con un elenco no profesional. Ballús confiesa que tardó un año en encontrar a Elena Andrada, la personaje que ha acabado interpretando el personaje de Marta. También ha contado con personas senegalesas no profesionales. Y en medio de todo, la experiencia de Sergi López: "el personaje del padre me parecía muy complejo como para cedérselo a una persona no profesional, y vi en Sergi una persona que aportaba mucho, que era muy didáctico durante el rodaje", revela la directora.
En su siguiente proyecto (que ya ha rodado), Sis dies corrents, sigue dando un paso adelante en esta intención de trabajar con actores no profesionales y en hibridar la ficción con la realidad, no tanto en lo formal como en el propio proceso creativo.
- No es una película que condene este tipo de turismo de resort en países africanos, aunque Marta rompa con estas barreras.
- Yo no estoy de acuerdo con esta manera de viajar, pero todos hemos cometido animaladas cuando viajamos: apropiación cultural, desconocimiento... En el simple hecho de ser turista, nos podemos plantear varias cuestiones morales. Pero no me apetece juzgar excesivamente: quiero que la gente se vea reflejada en personajes como el de Sergi López y se pregunte si podría hacerlo mejor. Si planteo una crítica destructiva, el público se sentirá atacado, y eso no es lo que busco. Yo lo que quiero es que nos preguntemos no sólo cómo nos comportamos como turistas, sino también cómo nos relacionamos con el resto, como por ejemplo, la comunidad africana; la que tenemos en países que visitamos y la que tenemos en nuestras ciudades. Al final, la manera en la que nos relacionamos que la gente que piensa y vive diferente a nosotros en la base de todos los conflictos a nivel mundial.
El viaje de Marta habla, a pinceladas, de la tragedia de la inmigración, de la prostitución, de la precariedad... Y del cine. El personaje de Khouma (interpretado por el también debutante Diomaye Augustin Ngom) se autodefine como cineasta, aunque en realidad va con una videocámara doméstica grabando a los turistas por el resort. En realidad, esta idea parte de una historia real, cuando Ballús a Senegal, aún siendo universitaria, para grabar un documental y quisieron dejar a un senegalés tuviera la cámara. "Años después, nos preguntamos qué había sido de esa zona y de la gente que conocimos, le llamamos y nos dijo que a partir de esa cámara, se habían inventado la profesión de hacer vídeos para vendérselos a los turistas", cuenta la realizadora.
Estos vídeos-souvenir estarían plagados de imágenes que reproducen todos los tópicos que tienen los occidentales de África, incluyendo imágenes de recurso que utilizan una y otra vez, como la de una mujer paseando hacia un atardecer rojo cargando cosas con la cabeza. Khoume hace esto en la película, y en ella se incluye el mismo metraje que él graba, fundiéndose con las imágenes que salen de la cámara de Ballús. "Me gustaba la idea de utilizar imágenes que tienen apariencia de documental, pero siendo en realidad de lo más ficticio; y a la vez, que nuestra ficción tuviese ese componente de verdad: para mí la cara de Marta contiene la verdad. La dialéctica entre estos dos metrajes, que es también la dialéctica de la ficción y la realidad, surgió de una manera muy natural", explica.