A veces parece que no hay nadie a los mandos, y en otras ocasiones parece que no nos dejan ni mover; eso son efectos de la pandemia amigo Sancho...
No hay duda que la crisis, y llevamos ya un año de pandemia, ha traído miles de pequeñas tragedias, tantas como muertes que algunos quieren esconder, así como negocios (y por tanto vidas) quebrados que no se han sabido proteger desde nuestros más altos responsables; pero también trae consigo oportunidades, que hay que saber aprovechar.
Tenemos en nuestra Comunidad empresas líderes en muchos campos, como la distribución con la cooperativa Consum, en tecnología Aeroespacial y de la Defensa como DAS Photonics, en ciberseguridad como S2 grupo fundamental para asegurar el funcionamiento de todos los sistemas y de la implementación de la Cuarta revolución industrial o 4.0, en la metalurgia como Don Hierro que hace realidad física los diseños industriales virtuales, o como Istobal que gracias al proyecto greenfield dirigido por Nacho Verdes abre una filial en China con planta de producción, o incluso magníficos profesionales de diferentes y variados sectores, en las redes sociales como Nacho Gil alias Nachter que ha superado al mismísimo Rubius en Tik Tok, o el joyero por excelencia de la calle Colón Argimiro Aguilar, o el emprendedor y cocinero Ricard Camarema, o el Catedrático Rafael Toledo que desde estas páginas de Valencia Plaza nos ilumina acerca de la realidad del coronavirus, y así una larga lista, más que preparados todos ellos y motivados para el desafío que supone la futura y complicada economía post pandémica.
Por otra parte, tampoco hay duda que parte de la economía, no tan preparada como los anteriores líderes, o en sus frágiles inicios, necesitarán respiración asistida en forma de fondos europeos como son los Next Generation EU, que deben suponer una transformación de la economía hacia la Transición ecológica, la digitalización y la reindustrialización, objeto de dimes y diretes en su reparto y en su control, y centro en parte de la lucha política partitocrática y territorial, en plena reacción en cadena gracias al Murciagate.
Una de esas empresas que inician grandes proyectos es la valenciana Power Electronics, una de las que con su liderazgo en la Alianza Valenciana de Baterías parecía muy bien posicionada en esa futura economía, pues la batería es un elemento vital para la industria automovilística, puede llegar a ser casi el 30% del coste de un coche eléctrico, y por lo tanto su éxito es fundamental, por ejemplo, para la continuidad a medio y largo plazo de la Ford. Pero entonces llegó, hace pocos días, la clara apuesta desde el Estado por la planta de Martorell de baterías (Barcelona) con unos 5.000 millones de inversión, en parte con esos fondos europeos, apuesta casi exclusivamente política dado que la decisión económica parecía que ya se había tomado, cerrar la industria automovilística allí ubicada. Esa decisión desde el Estado central ha salvado a parte del tejido industrial de la Comunidad Autónoma Catalana, que se descascarillaba desde el inicio del irracional y suicida proceso independentista, por la huida de empresas al resto de España. Lo que no se sabe aún es el alcance de los efectos colaterales sobre otras industrias similares (como la de Power Eletronics) en el resto del territorio hispano, lo que si está claro es que está provocando graves inquietudes, hasta en tierras extremeñas de donde sale el litio para la producción de las baterías.
Pero también durante esta semana se produjo la XXVI Cumbre Hispano Gala, si alguno esperaba un acuerdo decisivo para sus vidas sigan esperando, pues simplemente se hizo un recordatorio de nuestro pasado histórico común en la Segunda Guerra Mundial con los republicanos exiliados, que por cierto fueron maltratados por la República Francesa que los alojó al inicio en campos de concentración en playas, para después ser utilizados en la resistencia contra los nazis, y finalmente ser ellos los que liberasen Paris; también se firmaron una serie de memorandos de entendimiento, fundamentalmente de temas culturales y educativos. En cuanto a los acuerdos que nos pudieran afectar directamente a los valencianos, por ejemplo sería el establecimiento de la doble nacionalidad, recordemos que el número de franceses en la Comunidad es de unos 18.331, (según los últimos datos del padrón a 1 de enero de 2020).
En cuanto a infraestructuras, tema que gusta mucho a la clase política, en la cumbre se ha acordado acelerar, el siempre prometido corredor del Mediterráneo pero que nunca termina de llegar, también impulsar la reapertura del paso de Canfranc en el centro de los Pirineos, que abriría una importante línea de comunicación para nuestra comunidad en dirección a Europa, y alternativa al paso fronterizo de Figueras. Y para finalizar, en cuanto a la cumbre, sólo hubieron buenas palabras y deseos para los sectores agrícola, vitivinícola y el hortofrutícola, fundamentales para la sostenibilidad medio ambiental y social de nuestra Comunitat, en lugar de crear un fuerte frente común contra productos foráneos a la UE que no cumplen con nuestras exigencias y estándares, laborales, fiscales ni fitosanitarios.
Aunque, ya saben, siempre nos quedará America que por lo menos durante los próximos cuatro meses, y por decisión del presidente Joe Biden, ha retirado los aranceles establecidos por la administración anterior, que nos viene muy bien pues como conocerán nuestra economía está muy abierta al exterior, dependemos en gran medida de nuestras exportaciones de automóviles (ahora en horas bajas por el ERTE de la Ford), de la exportación de productos agropecuarios, cerámicos, o de la venta de servicios turísticos.
Todo esto nos lleva a estar dubitativos de nuevo respecto a nuestra posición en el Orden Mundial, entre el Bienvenido Mister Vladimir Putin, gracias Tio Sam, o Esperando a Mister Xi Jinping; porque parece que la UE no está haciendo muy bien sus deberes, sino preguntemos tanto a los que enfermarán como a los familiares de los que morirán de coronavirus por la ineficaz política de compra de vacunas, por cierto fabricadas en territorio europeo, y esto aún lo hace más vergonzoso.