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Ernesto Castro, sobre las entrevistas, Yung Beef y la muerte del trap

El filósofo abstrae en El trap. Filosofía millenial para la crisis en España los beefeos y las letras del movimiento musical más malintepretado de los últimos años

1/11/2019 - 

VALÈNCIA. Ernesto Castro se ha hecho un hueco en el imaginario youtuber de la manera más inesperada, con filosofía y vídeos kilométricos. Sus entrevistas a personajes del mundo de la música e intelectuales han conseguido llegar a un público amplio, y sobre la base de su gran cultura y el movimiento trap en España, ha publicado El trap. Filosofía millenial para la crisis en España, un extenso estudio -nada académico y muy profundo- sobre esta suerte de escena que, según él mismo, ya ha muerto. Minutos antes de la presentación de su libro en la Librería Ramón Llull, hace apenas unos días, respondió las preguntas de Culturplaza.

- En el último Avivament, el festival de Filosofía organizado por València Pensa, tu conferencia fue la única en la que incluso se quedaron personas fuera. Eres una propuesta atípica dentro del mundo de la Filosofía en España. Hay gente que te considera la gran esperanza del pensamiento filosófico. ¿Cómo lo sientes o cómo te ves en este mundo?
- Yo creo que la gente que me concibe a mí, como la gran esperanza o el mirlo blanco de la Filosofía, no son gente que no pertenezca al campo filosófico, que, como todos los demás campos académicos, se rige por razones administrativas y burocráticas, razón por la cual no cabe ni esperanza ni miedo. Entonces, el lema este de Dante, “Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate” (“Los que aquí entráis, perded toda esperanza”) es muy válido para cualquier campo académico en el que simplemente hay una serie de razones -insisto- funcionariales que hacen que la gente suba o baje dentro de un rango universitario.

En verdad, digamos que soy el filósofo para la realidad extra-filosófica, para el campo extra-académico y mi intención es, en mi carrera intelectual, tener esa doble vida, tanto dentro como fuera de la universidad. También creo que el ámbito extra-filosófico está más dispuesto a aceptar un filósofo que la propia Filosofía.

Foto: KIKE TABERNER

- Hubo un episodio divertido hace unas semanas, a partir de la promoción de tu libro, en el que un medio te envío unas preguntas y luego dijo que le estaba boicoteando la entrevista. Lanzaste ahí una teoría sobre lo que tu llamas post-entrevista. ¿Se trata de un problema de formato o de cómo somos los medios de comunicación en España?
- Es un problema de ritmo: los periodistas se ven obligados a hacer entrevistas sin estar especializados en el tema que están haciendo en una entrevista. La entrevista es un formato para alguien informado sobre el campo porque permite, en muchas ocasiones, ir más allá de lo que se ha dicho estrictamente. El género de la reseña es muy cerrado al final, como una suerte casi de soneto, en el que uno tiene que condensar mucha información en muy poco espacio y no hay gran margen para la creatividad propia. La entrevista sí que da pie a una mayor creatividad y es un género mucho más abierto a mi juicio. Yo que lo he practicado muchísimo me encanta. Pero, desgraciadamente, en el campo de la prensa generalista, la entrevista se suele considerar como un sustituto, no solamente de la reseña, sino de la lectura en general. 

El propio periodista acude a la entrevista sin haberse leído previamente el libro y con un conocimiento solapado -de la propia solapa del libro-; con lo cual el autor se convierte, en el mes de promoción del libro, en una suerte casi de mayordomo de sus ideas que se ve obligado a repetirlas una y otra vez de manera machacona, de tal forma que el recuerdo que tiene del libro es casi más estereotipado que el que haya tenido un lector ingenuo del mismo. Entonces, se crea un sesgo de confirmación en el que, como la gente no lee el libro, sino que se basa en las opiniones que emite el autor sobre él, y el autor se ve obligado constantemente a repetir las ideas machaconas y sencillas y digeribles para la prensa, la imagen del libro queda completamente diluida y estereotipada.

- ¿Te ha pasado mucho? ¿Poco? ¿Lo justo?
- Lo justo, creo. Afortunadamente, siempre hay periodistas que tienen el tiempo, las ganas y la vocación de experimentar un poco más con el formato de la entrevista. Pero evidentemente, el jornalero del clic, que es como Víctor Lenore se califica a sí mismo, está a jornal y no puede permitirse el lujo de leer un libro. Ni siquiera puede que tenga la capacidad de atención para aguantar doscientas páginas seguidas.

- En la primera parte del libro hablas de cómo, a partir de la llegada del trap aquí a España, los medios de comunicación empiezan a mal-utilizar los términos: a incluir grupos donde no toca, a no incluir donde sí toca... ¿Los medios de comunicación somos más, menos o igual de responsables que los propios artistas de banalizar el movimiento?
- Sí, claro. Además es que la idea de medio de comunicación se ha vuelto muy volátil. Se ha democratizado hasta tal punto que un bloguero se considera a sí mismo un medio de comunicación y en ocasiones es más influyente para un término campo que los grandes medios generalistas. Por ejemplo, esto se ha visto mucho en el campo de la poesía: todos los prescriptores clásicos en el campo se han visto sustituidos por influencers, it girls o poetuiteros. En ese sentido, sí ha habido un ejercicio constante de malinterpretación y de malversacion por parte de todos los medios de comunicación, como de esos nuevos agentes que fungen como medios de comunicación y prescriptores en las redes sociales y forma parte del ecosistema cultural nuestro, en el que el para-texto mediático forma parte de la obra. Ese es uno de los elementos evidentemente extra-musicales, no solamente del trap, sino de todos los fenómenos actuales culturales: es casi tan importante lo que sucede en Twitter como lo que sucede en la propia obra.

- El problema es cuando el artista acaba asumiendo esa mala interpretación, que es lo que pasa con C. Tangana.
- Yo creo que es un intercambio y un diálogo habitual en el que uno está constantemente dialogando con las categorías y las etiquetas que concretan sobre él. Y es precisamente, a través de esa resistencia que genera en el público y en el propio artista, determinadas etiquetas y categorías que están adquiriendo cierto interés. Si hubiera una especie de consenso respecto de términos como trap o punk, estos no serían productivos. Los términos y los conceptos que suelen ser más discutibles y más interesantes en la opinión pública son aquellos que son más susceptibles de debate: democracia, patria, libertad, igualdad, feminismo.

- Recoges a lo largo del libro un montón de episodios de errores y horrores que suelen cometer los propios artistas cuando les entrevistan o videos de YouTube en los que manifiestan sus ideas mal o de manera incoherente. ¿Te sientes igual de expuesto en tu promoción ahora de la misma manera en la que estaban expuestos ellos?
- Sí, además, a mí también me gusta mucho experimentar modificando mis respuestas en las entrevistas. Especialmente en las más superficiales y banales es donde me gusta más experimentar. En la última que me preguntaron por qué me gustaba el trap, dije directamente "Porque soy un amante del crimen, como Jean Genet". La idea es jugar con las expectativas del entrevistador y saber a qué tipo de formato te enfrentas. Una cosa que he aprendido evidentemente en esta promoción es cómo funciona cada uno de los medios: no es lo mismo hacer una entrevista para radio, que es un formato mucho más agradecido, que hacerlo para televisión, que son entrevistas de media hora o coger 30 segundos y la clave es no entregar esa frase estúpida que sabes que vas a utilizar en esos 30 segundos. La entrevista para la televisión es un arte de la poesía, de la contención, de la restricción y de la sustracción. En el ámbito de la escritura, uno sabe que al final el traductor es un traidor, y cualquier traducción de lo oral a lo escrito va a ser una traición, por lo cual uno tiene plena libertad de decir lo que le dé la gana porque luego el otro va a hacer también lo que le venga en gana. El formato que más me gusta, evidentemente, es el de la radio, en el que no hay cortes y se da de una manera más habitual este tipo de troleos: en una entrevista por escrito luego se puede verificar si lo que le acabas de decir es verdadero o falso y con una búsqueda en Google se sabe perfectamente que trap no proviene de la orden de la Trapa. Sin embargo, a alguien en la radio se lo cuelas, y aunque se dé cuenta, retrospectivamente no puede corregirlo.

Foto: KIKE TABERNER

- Vamos a entrar en el contenido del propio libro. El otro día tuiteaste "El trap ha muerto, ¡viva el trap!" y es una idea que, de alguna manera, dejas caer a lo largo de todo el libro. Lo hiciste a raíz de la polémica con Yung Beef y la portada de tu libro, en la que no quiero entrar, pero, ¿esto confirma que el trap no es aquella contracultura que nació?
- En la polémica de Yung Beef ha habido muchos elementos que me han desagradado bastante, como -sobre todo- ese elitismo, según el cual Yung Beef, al ser un trapero, no podía interponer una demanda judicial, como si no fuera un hombre que ya tiene una trayectoria profesional. De hecho, al final del capítulo sobre Los Pobres digo, literalmente, que la forma en la que el capitalismo ha coptado el trap es poniendo un fajo de billetes sobre la mesa. Lo que pedía Yung Beef en el burofax era que la editorial pusiera un fajo de billetes sobre la mesa, que si quería utilizar su imagen, pues lo hicieran compensándole económicamente. Lo que quise hacer con mi tuit es subrayar principalmente que el espíritu canalla y punki de los primeros año del trap ha quedado completamente obsoleto, y que incluso, el gran representante del testigo entre el punk y el trap, que es Yung Beef, es un empresario que ha comisariado un escenario entero en el Primavera Sound de este año, y que evidentemente tiene una concepción capitalista de su propia imagen y no está dispuesto a que a otras empresas, como una editorial, le estén mangoneando.

- ¿Por qué en España han nacido y han muerto tan rápido?
- El ejemplo de que este es el tiempo que se le suele dar a estos movimientos tan disruptivos son el futurismo italiano o el dadaísmo. El dadaísmo empieza en 1917 1916 y que ya en 1922 está completamente obsoleto. Con el trap en España encontramos el mismo rango, de 2013 a 2019. Ya son seis años de distancia que dan para muchas cosas y, desde luego, han sucedido un montonazo de ellas. La razón por la cual ha sucedido antes en España, por ejemplo, que en Argentina, y por la cual en Argentina se ha dado el fenómeno de un trap más agresivo en los últimos años, creo que tiene que ver con la crisis económica. Dada la crisis de la moneda y política, hay un movimiento de música urbana más potente que en países limítrofes. También en el caso chileno ahora es muy interesante, porque en ese contexto, no estamos ante una crisis económica si no ante una crisis política, donde también hay una polarización de ciertos traperos, que se han posicionado a favor del Gobierno y otros en favor de manifestantes. De vuelta a España, creo que ahora mismo estamos en un contexto completamente distinto: donde la crisis ya no es una crisis económica, donde puede aparecer este espíritu nihilista, sino más bien una crisis política donde hay una polarización del campo en relación a referentes ideológicos.

- Entramos a una nueva recesión. A lo mejor volvemos a esa crisis económica y resurge ese mismo movimiento. ¿O ya está, de alguna manera, demasiado tocado?
- La transformación es necesaria y lo que empiece a aparecer a partir de 2020-2021, desde luego, será algo completamente distinto. La historia no se repite, aunque sí que rima.

Foto: KIKE TABERNER
- Pimp Flaco funda Cupido y se pone a cantar Lola Índigo. Y parece que hay cierta desigualdad entre el fan de Lola Indigo, que de repente escucha una música un poco más diferente, y el de Pimp Flaco que se pregunta qué hace una concursante de OT en mi trap. ¿Este desarrollo tan rápido, esta normalización y estandarización con la música pop no puede resultar confuso?
- No, porque en realidad el trap viene como resultado o como vanguardia de una ola poptimista que entiende que lo bueno no tiene por qué ser algo elitista o propio de un grupo selecto, que era un espíritu muy hipster. Y como el trap siempre estuvo vinculado con el reguetón y muchos consideran que sonoramente el rap más el reguetón, era natural que también hubiera una aproximación al pop. Evidentemente, Pimp Flaco era el elegido, el ungido para hacer esa fusión del nuevo indie y ya los propios artistas post-millenial de estas últimas entregas de Operación Triunfo entraban al concurso con referentes urbanos; aunque evidentemente con ese sesgo también etnocéntrico si se quiere, que se visibilizó muy bien cuando Aitana War tuvieron que interpretar Lo Malo y no aceptar la categoría de reguetón, pero sí la de trap. Ahí se veían las resistencias a aceptar de manera plena este nuevo panorama poptimista donde, insisto, lo bueno va a ser reconocido tarde o temprano por el conjunto o por el grueso de la población.

- Salvad a pocos artistas: Cecilio G, Pedro LaDroga... pero en general repartes más que abrazas.
- Yo procuro ser más analítico que critico, pero aprecio más la coherencia que la calidad. Nathy Peluso tiene una calidad musical superior a la que puede tener Pedro LaDroga, sin la menor duda. Pero la coherencia entre el discurso y la obra es lo que a mí me chirría, y dado que estoy en un libro muy logocéntrico, que sobre todo se apoya en declaraciones, letras, etcétera, es normal que los amigos sean  los que al no haber tenido un éxito tan rotundo como yo C. Tangana o Nathy Peluso, se han permitido la coherencia del perdedor. Los perdedores son coherentes por el mero hecho de no haber tenido nunca que entrar en compromisos con el status quo.

- Le dedicas un espacio a la escena en la Comunitat Valenciana. Dices de ella que tiene letras más explícitas y es más cañera...
- Los traperos de València, como Kidd Keo, llevaban al extremo máximo la lógica del trapero, pero no salían del estereotipo, sino que lo radicalizarán. Sin embargo, me parecen importantes dos notas distintivas: por un lado, ese se trap levantisco, en el que hay un culto al sexo explícito, la violencia, la provocación antifeminista; y luego, el rollo emo, como Goa. Y entre medias, evidentemente un grupo como Mueveloreina que es un ejemplo de post-trap puro y duro, porque ahí no estamos hablando simplemente de música urbana, sino de cosas que van incluso hacia la electro cumbia en francés. Unas locuras bastantes importante.

- ¿Todo movimiento musical contra hegemónico, cuando toque el poder o la industria, se va a pervertir?
- La gracia que tiene el trap es que ya es perverso de antemano, ya está corrompido de antemano y por lo tanto, a él no se debe aplicar este dictum según el cual el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Sino que, ya de antemano, como una música de los desfavorecidos o desempoderados -si uno quiere verlo así- ya comenzó buscando la bastardía, el mestizaje, el coqueteo con las marcas y las empresas. El trap no tenía ningún miedo a ser apropiado, y de hecho estaba pidiendo casi a gritos ser apropiado o coptado por el sistema. Y por ese motivo yo creo que los valores del trap han sido menos neutralizados en el momento de su mainstrificación. Aunque de facto, los traperos están completamente incorporados muchos de ellos en grandes multinacionales, siguen teniendo una conducta comercialmente incomprensible. Es el caso, por ejemplo, de Bad Gyal firmó con Universal, y sin embargo, tiene aproximadamente 30 canciones que ha cantado en casi todos sus conciertos, sus seguidores lo han grabado, lo ha subido a YouTube y ahí puedes encontrar canciones inéditas de Bad Gyal que no ha publicado y que tienen ya un millón y medio de reproducciones. Ningún artista, salvo Bad Gyal, hubiera tolerado que de repente hubiera, como esta especie de ramificación de su obra. En términos políticos también sé ve muy bien, esta gente no se muerde la lengua: Cecilio G está a favor de los presos políticos, C. Tangana también monta sus bravatas, Yung Beef tiene una tienda llamada Clockers Store.

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