MADRID. La economía mundial se tambalea desde el inicio de este año, lo que está empezando a generar temores ante una posible recesión, obligando a los principales bancos centrales de todo el mundo a considerar nuevas políticas monetarias que permitan incrementar la flexibilidad de la misma.
Las tensiones globales vividas en los últimos meses han provocado repetidas rebajas en los pronósticos por parte de los gobiernos y de las principales autoridades económicas. El pasado martes, la Organización Mundial de Comercio recortó su proyección de crecimiento para 2019 hasta la más débil en tres años. Además, la OCDE redujo sus expectativas económicas el mes pasado y advirtió sobre los diferentes riesgos significativos que podrían agravar aún más la situación.
Analizando algunos de los factores que pueden acentuar la desaceleración destacamos las 'hasta el momento' poco fructíferas conversaciones entre Estados Unidos y China. Con el paso de los días, estas se desvanecen sin ninguna señal clara de resolución. Mientras tanto, la economía china se desliza negativamente más de lo esperado -alimentando el malestar de la demanda global-, lo que termina manifestándose a través de una reducción en los flujos comerciales.
Alemania ve algo de luz
En cuanto a las principales referencias macroeconómicas, los datos trimestrales muestran una caída preocupante desde principios de 2019. Aunque contra todo pronóstico, Alemania ha visto algo de luz en el mes de marzo gracias a que el sentimiento de la actividad económica mostró un destello de esperanza después de seis descensos consecutivos.
Otro aspecto que no podemos pasar por alto son los países más dependientes de las exportaciones. Muchos de estos se encuentran en Asia, por lo que es de esperar que el resultado de los principales índices que miden las compras en todo el continente continúen mostrando resultados preocupantes a lo largo de los últimos meses, siendo China el único que podría experimentar una leve mejoría.
Volviendo a Europa, y más concretamente al Reino Unido, el Brexit se ha convertido en la pesadilla que nunca desaparecerá. Las Cámaras de Comercio británicas -en un intento de mostrar una de las realidades que ya pasa factura al país- advirtieron la semana pasada que las intenciones de inversión son las más bajas de los últimos ocho años. Todo ello como consecuencia de que las empresas se niegan a comprometerse con proyectos en un contexto tan incierto.
Por último, y valorando las turbulencias dentro de los mercados financieros, apreciamos como los principales indicadores que miden el estrés en el mercado de bonos y acciones, a pesar de mantenerse estables, han mostrado algún signo de debilitamiento, lo cual podría llegar a ser preocupante de mantenerse estable en el tiempo.
Antonio Sales es analista de XTB