CASTELLÓ. Frater Castelló asegura que el impacto del coronavirus ha acentuado el debate sobre la reformulación del modelo de cuidados de larga duración en los servicios públicos y concertados. La medicalización de los centros de ancianos tiende a convertirse en un referente para transformar también las residencias de atención para personas con discapacidad. Sin embargo, desde desde la entidad consideran que este cambio limita las capacidades individuales de las personas que residen en estos cetros y distorsiona los principios del modelo de atención centrado en la persona.
"La discapacidad es una situación de la persona no es una enfermedad, si tenemos claro este concepto podemos entender que una residencia, en este caso el Maset, es su casa para los residentes, no un hospital; y podemos gestionar nuestra vida con más independencia apoyándonos, cuando sea necesario, en los recursos sanitarios públicos, como hace cualquier otra persona", explica Ximo Nebot, gerente de Frater Castelló. "Estamos en contra de la medicalización de las residencias porque potenciará el aislamiento total de las personas que viven en centros como el Maset de Frater, sería como volver a la época en la que la discapacidad se escondía a los ojos de la sociedad", puntualiza Miguel Ángel, presidente de la organización, Constituida a principios de la década de los sesenta en España es la entidad pionera en este ámbito en la provincia y cuenta con sedes en la Vall d’Uixó y Castelló.
Frater es una organización integrada –en su mayoría- y dirigida por personas con discapacidad física. Gestiona un centro de día y una residencia con capacidad para unas 65 personas en el Grau de Castelló. Uno de sus principios básicos es la autonomía compartida. "Nos dedicamos a cuidar no a curar, si no respetamos las capacidades que tienen las personas podemos caer en una discriminación por dependencia", remarca Nebot.
Otro efecto colateral de la implantación de un modelo más medicalizado es, a juicio de Frater, su impacto sobre el estado de ánimo de los residentes. Consideran que las personas atendidas dentro de este sistema de carácter hospitalario pueden sentirse "como si estuvieran en el último tramo de su vida", lo que repercute de forma negativa en su salud mental. "Se debería evitar que igualásemos lo que necesita un centro de personas con discapacidad con otro de personas mayores", insiste el gerente de Frater Castelló.
Los usuarios del centro de día y la residencia del Maset de Frater van recuperando su normalidad poco a poco tras un confinamiento que ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de entidades sociales, hospitales y administraciones públicas. "En algún momento nos hemos sentido sobrepasados e incluso olvidados", recuerdan. Las dificultades para recibir el material sanitario se han cubierto, en ocasiones, con donaciones solidarias por parte de la sociedad civil. Pero llega el momento de hacer balance para mejorar. Por ello, desde Frater consideran que se debe potenciar la coordinación y la comunicación para evitar "decisiones unilaterales" que han limitado la capacidad de gestión.
En este sentido, insisten en que se debe conceder mayor protagonismo a las residencias en el proceso de valoración y derivación de nuevos perfiles de pacientes a estos centros. "Todos perseguimos el mismo objetivo, encontrar el recurso más adecuado para cada persona con discapacidad, física o intelectual, y en ese proceso tenemos mucha experiencia que aportar las organizaciones sociales porque nos gustaría que se revisen los criterios de selección que se aplican desde las instituciones", concluyen.