XI CAMPEONATO NACIONAL

Grison: "El beatbox en España sigue todavía demasiado encasillado en el hip hop"

El popular integrante de la banda de La Resistencia y ex campeón de España y del mundo de Beatbox forma parte del jurado que decidirá el 31 de julio en Las Naves quiénes son los mejores artistas de esta disciplina en España

30/07/2020 - 

VALÈNCIA. Siempre se ha dicho que la voz humana es el más perfecto de los instrumentos musicales. La laringe podría describirse como un artilugio de viento y cuerda, dotado de excelentes resonadores que nos permiten hablar y cantar. Sin embargo, una buena técnica y muchos años de entrenamiento pueden convertir este aparato fonador en una caja de ritmos o un sintetizador. El más prodigioso de los instrumentos de la naturaleza es capaz de imitar, con sorprendente fidelidad, el sonido de la máquina artificial más sofisticada. A los profanos en la materia, el beatbox nos parece un arte inverosímil ¿De verdad es posible hacer eso?

Aunque académicamente pueden encontrarse antecedentes en las técnicas de percusión vocal africanas, chinas o indias, el origen del beatboxing como movimiento tiene unas coordenadas muy concretas: a principios de los años ochenta; en el barrio neoyorquino del Bronx, y estrechamente vinculado a la cultura del hip hop. Básicamente, esta disciplina nació para cubrir una carencia: cuando no había dinero para comprar un radiocasete o unos platos, la voz servía como base percusiva para que alguien rapeara por encima. La evolución de esta técnica vocal traspasó otras fronteras cuando no solo se conseguió imitar con sorprendente fidelidad los sonidos de cualquier instrumento analógico (desde una guitarra o un piano hasta un steel drum), sino también los sonidos electrónicos o los efectos propios del turntablism, como el scratching. El arte del beatboxing ha caminado de forma paralela al desarrollo tecnológico y estilístico en el terreno musical. Ahora mismo, la música electrónica de baile tiene tanto peso como el hip hop dentro de esta disciplina.

Si los años ochenta pusieron los cimientos del beatboxing, y la década de los noventa fue un periodo de crecimiento y madurez, el boom vino con el cambio de siglo y sobre todo con la aparición posterior de los tutoriales en internet. Marcos Martínez, el “hombre-orquesta” del programa televisivo La Resistencia, pertenece a esa generación de beatboxers que aprendieron por su cuenta, sin ayuda de Youtube. Grison -que es como se le conoce popularmente- no se inició en este mundo a través del hip hop, sino por un percance del destino. “Empecé en el año 2003 a raíz de un accidente que tuve esquiando en el que me rompí el brazo. Yo ya era guitarrista por entonces, y me dijeron que no podría tocar durante seis meses. Había visto algo de beatbox por ahí, y decidí probar por mi cuenta. Los de esa generación somos todos autodidactas, porque no había libros, cursos y tutoriales online como ahora. Aprendimos a base de ensayo y error, compartiendo conocimientos con otra gente y participando en competiciones”.

Con el tiempo, se convirtió en uno de los mejores. Formó parte durante tres años del grupo musical y teatral israelí The Voca People, referencia imprescindible en la música vocal, y especialmente famosos en Asia, América Latina y Estados Unidos (“éramos como condones con patas, vestidos de blanco desde la cabeza hasta los pies”, nos comenta el músico madrileño entre risas). Después de acompañarles de gira por todo el mundo, Grison se integró en la compañía de percusión corporal Mayumaná. El cénit de su trayectoria llegó en 2013, cuando se alzó como campeón del mundo de loopstation, un subgénero del beatbox que consiste en grabar varias capas de sonidos y reproducirlas al mismo tiempo, dedicando por ejemplo una pista a la batería, otra al bajo y otra a la melodía. Mañana viernes, el músico madrileño formará parte del jurado del XI Campeonato Nacional de Beatbox, evento auspiciado por la Concejalía de Innovación. Por la mañana se impartirán varios talleres en Las Naves, dentro de las actividades del Sono.lab. Por la tarde tendrán lugar en La Mutant los combates ante un jurado que incluye a referentes nacionales del beatbox como Orodreth, Gabyx, Gasu,  Ali Beats y Grison.

Categoría “individual femenina”

Echamos un vistazo a las categorías del Spanish Beatbox Battle -el único que otorga certificación internacional y da el pase al Beatbox Battle World Championship-, y lo primero que nos llama la atención es la existencia de una sección “individual femenina”. ¿Cuál es la razón por la que los hombres y las mujeres no pueden competir juntos? “Pues es una buena pregunta, porque no entiendo mucho cuál es -responde-. Es cierto que la estructura física de los hombres y las mujeres es distinta, y determina que las mujeres sean capaces de llegar más lejos con los sonidos agudos, y los hombres con los graves, pero eso realmente solo añade riqueza. No es un hándicap en ninguno de los dos sentidos. Yo haría categorías mixtas, desde luego. Creo que en el fondo lo que pasa es que el beatbox ha sido siempre una disciplina muy masculina, a la que las chicas se han incorporado más tarde. Hoy por hoy te aseguro que hay tías con un nivelazo igual o mayor que el de los tíos”.

Los principales criterios de puntuación que se valoran en este tipo de competiciones son la musicalidad, la técnica y la puesta en escena. “Esto no deja de ser una performance en directo, así que la presencia cuenta –explica Grison-. La técnica es muy importante, pero más todavía lo es la originalidad y el estilo propio. A los profesionales se nos reconoce solo escuchándonos. Es como si escuchas una guitarra de Santana o una Hendrix. Sabes reconocerlos inmediatamente”.

Decíamos que el beatbox vive un momento de esplendor a nivel global. “Cuando yo empecé hace casi veinte años, había poca gente que se dedicara a esto fuera de Estados Unidos. Pero ahora mismo hay mucho más nivel en otros países. En Corea, Japón y China está pegando muy fuerte. Y en Europa hay mucha afición en Alemania, por ejemplo, aunque el referente absoluto es Francia. En España hay buen nivel, pero no existe la cultura del beatbox que tienen ellos. Aquí todavía está muy encasillado dentro del rap. Paradójicamente, esto empezó en Estados Unidos, pero actualmente, y sobre todo en el campo del looping, en Europa vamos muy por delante de ellos”.

Las nuevas generaciones


“Esto es una escena muy sana -señala Grison-. El estereotipo de chaval o chavala que se mete en esto suele ser el de una persona inteligente, con un nivel de estudios más o menos alto y muy interesados por la cultura en general. Es una disciplina urbana, pero que requiere mucho compromiso para llegar a ser bueno. Creo que en ese sentido es una afición muy buena para alejar a los jóvenes de las drogas”.

¿Se necesitan cualidades innatas para convertirse en un hacha del beatbox? Grison considera que no. “Se necesita cierto oído musical y sentido del ritmo, porque sino evolucionar es muy difícil y frustrante. Pero en su mayor parte, el beatbox es cuestión de entrenamiento. Hay que dedicarle muchas horas, como en un deporte de élite. En eso tenemos cierta ventaja porque, así como para tocar la guitarra necesitas ejercitar mucho los dedos, los humanos tenemos ya bastante ejercitado el aparato fonador, sobre todo la lengua. Es importante también aprender con cuidado, porque cuando no conoces la técnica, corres el riesgo de dañarte las cuerdas vocales. Yo no he llegado a tener lesiones grandes, pero hay veces que te dejas el cuello probando sonidos nuevos, porque se movilizan muchos músculos. La técnica es importante también para dosificar el esfuerzo. La clave reside en ser capaz de aguantar un bolo de hora y media sin cansarte; si no, palmas”. Lo bueno de esta rutina de entrenamiento, a la que él dedica cinco horas diarias de media, es que puedes llevarla a cabo en cualquier sitio. “Yo aprovecho mucho en mis trayectos en coche. Hasta hace poco vivía en un pueblo fuera de Madrid, y durante el camino no me ponía nunca música. Todo el tiempo beatbox. Esa es la razón por la que tampoco puedo hacer un Bla Bla Car. Imagínate, ¡reventaría la cabeza a la gente!” (ríe). “También te digo que todo es acostumbrarse, porque a mis hijos les he acostumbrado a dormirles con beatboxing y se relajan un montón”.

Grison habla poco en La Resistencia, pero su papel va más allá del que habitualmente se concede a los músicos que amenizan los programas televisivos. La combinación de música incidental, improvisaciones de beatbox y puntualizaciones cómicas se ha convertido en una marca de estilo de la casa; una de las claves del éxito del espacio que presenta David Broncano. “Llegué al programa a través del director de La Resistencia, Ricardo Castella. Él llevaba años siguiéndome la pista, porque le gustan mucho los cacharritos, y nos cruzamos en un momento en el que yo estaba trabajando como comercial para la marca Roland -la Roland RC 505 es la máquina que se utiliza normalmente para hacer competiciones de Live Looping-. Yo iba por las tiendas como quien va con la Thermomix, explicando las posibilidades pedagógicas y profesionales de las máquinas de looping. A Ricardo le hacía gracia tener una banda en el programa, pero no tenía mucho presupuesto. Así que yo le servía para tocar muchos instrumentos, pero con el salario de una sola persona (ríe). La verdad es que nos lo pasamos muy bien en el programa. Hacemos lo que nos da la gana”. 

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