VALÈNCIA. El neocampo de batalla vibra en unos y ceros: se multiplica como un código malicioso allá donde actúa un avatar mezquino y se produce su consiguiente respuesta inmunológica. Los alaridos violentos y los salivazos venenosos son los de siempre, pero ahora llevan incorporado un amplificador afónico y distorsionado. Al pájaro azul ya no le quedan casi plumas que arrancarse llevado por el estrés: la caótica infestación no le deja vivir pero tampoco morir. Las herederas de las luchas de antes de ayer combaten de forma nativa, enseñan los dientes por legado y por intuición: la bestia machista desprende vástagos necios y furiosos, agentes de un peligro y una injusticia real. Lo virtual es real. Lo real es virtual. Lo es una indeterminación que se defiende. Una performance chilena corre a la velocidad de la luz saltando de dispositivo a dispositivo hasta que sus contornos se deshacen en fibras digitales que germinan en idiomas e idiomas distintos; el mensaje provoca todo tipo de reacciones: se contagia, muta, suena en pistas de baile, se memifica, trasciende. Ya forma parte de la historia, y más en concreto, de la historia de las redes sociales, espacio acelerante donde este ritmo acusador ha conseguido conectar el sentimiento de mujeres de todas las edades, colores y lenguas. Las ha conectado y las ha fundido: la bestia machista tiene enfrente un megazord que le atiza sin piedad con una cadena llena de millones de eslabones. Internet ha dado oportunidades de sindicarse a unos y a otras y a todo lo que existe entre, tras o trans. No nos hemos acercado a la utopía ni un centímetro, pero se diría que las cosas han cambiado. Falta constatar de qué manera.
Han pasado casi treinta años desde que feminismo, arte, política y módem catalizasen su poder vía el colectivo australiano VNS Matrix para que una idea como el Manifiesto ciberfeminista para el siglo XXI acompañase a la World Wide Web en su nacimiento público: la promesa de libertad de la red de redes se ha convertido prácticamente en todo lo contrario, su vastedad nos ha dado alas de plomo y las posibilidades crecen tan rápido que es posible que el sueño tecnológico y la pesadilla digital acaben conviviendo en un mismo plano. La ciencia-ficción, escaparate de los temores de cada época, publica y emite distopías nuevas a diario. Treinta años han pasado para que llegue a las librerías y a nuestras estanterías un libro nuclear como es Ciberfeminismo: de VNS Matrix a Laboria Cuboniks, una antología de obras principales que han configurado esta corriente político-artístico-activista a lo largo de las décadas a cargo de Remedios Zafra y Teresa López-Pellisa, traducida por Toni Navarro, Cristina Jurado, Ana Llurba, Gabriela Adelstein, Federico Fernández Giordano -editor holobióntico- y Ramiro Sanchiz, y editada de maravilla por el sello Holobionte Ediciones, que ha posibilitado cuatrocientas sesenta y cuatro enciclopédicas páginas para entender el ciberfeminismo y sus ramificaciones en toda su extensión y contexto. El índice no deja lugar a dudas sobre lo ambicioso del proyecto editorial: cinco bloques como son Manifiestos ciberfeministas para un cambio de época, Género, cuerpos y ciberespacio, Creatividad ciberfeminista, Ciberfeminismo en el feminismo: diversidad y alianza en un mundo material y Ciberfeminismos después del ciberfeminismo, que contienen obras de corte ensayístico, manifiestos tan inspirados como El Manifiesto Afrofuturista Mundano o posicionamientos que son pura poesía como esa maravilla que es Un hechizo con ternura para el Antropoceno: "nosotras, las Hijas de la Furia, / congregamos un círculo de ensamblajes xenolálicos / provenientes del futuro-pasado / cripto, xeno, glitch y gut / para codificar un hechizo con ternura para el Antropoceno [...] / skinwalking a través de permafrosts derretidos y terrenos informáticos baldíos [...] / Nosotras las Sirenas sin perdón / calculamos una geometría fluida de la poli(po)vocalidad del clítoris / somos el virus transformado [...] / NO HAY ELLOS / solo nosotras - las malignas / pirateando tus impecables lenguas / mientras tú / te reclinas en la cálida playa azul de plásticos micronizados / en la brisa atómica / llevando zapatos litorales / y una segunda piel de medianoche / (tan natural)".
Un libro necesario para entender las dimensiones en que se bate el feminismo en la era del #MeToo o de Un violador en tu camino, para analizar con la perspectiva del camino ya recorrido lo acertado o descentrado de las ilusiones y esperanzas que generó la tecnología, y para tener a mano lo aprendido en aras de seguir avanzando. El primer golpe sobre la mesa remitía a comunicado hacker irrumpiendo en las hackeadas pantallas de un mundo en expansión: “Somos el coño moderno / anti-razón positiva / ilimitado, desatado, implacable / vemos el arte con nuestro coño hacemos el arte con nuestro coño / creemos en el goce la locura la santidad y la poesía / somos el virus del nuevo desorden mundial / rompiendo lo simbólico desde dentro / saboteadoras del ordenador central gran-papá / el clítoris es una línea directa con la matriz”; recientemente, el grupo de pensadoras Laboria Cuboniks -anagrama de Nicolas Bourbaki, pseudónimo colectivo de un grupo de matemáticos franceses del siglo XX-, autoras del manifiesto Xenofeminismo, observaban que “la vida online se ha tumefactado desde entonces en torno a una profunda centralización (básicamente: un motor de búsqueda, una tienda online, una red social de contactos...), de manera que nuestros esfuerzos colaborativos requieren un planteamiento sistémico. Necesitamos concebir estructuras de gobierno y justicia más amplias que sean proporcionadas a esos nuevos emparejamientos; necesitamos concentrarnos en la construcción de un medio en el que los acoplamientos real/virtual, abstracto/concreto sean politizados hacia un horizonte emancipatorio”. Tiene razón Remedios Zafra cuando identifica que la gran revolución que iba a ser internet para las mujeres al final no lo ha sido tanto en términos de representación como de alianza, si pensamos desde el hoy. Pero hoy es un plazo efímero, se borra con un soplido, ni qué decir tiene con el viento huracanado del avance hiperconectado: aún puede ser que la revolución venga de la mano de lo imprevisible, de lo implanificable. Sea como sea, el ciberfeminismo vive, la lucha sigue.