LONDRES (EFE/Miguel Luengo). Simona Halep se convirtió este sábado en la primera rumana en ganar el título individual de Wimbledon al vencer en la final a la estadounidense Serena Williams, siete veces campeona, por 6-2 y 6-2, en tan solo 56 minutos, y sumar su segundo título del Grand Slam.
Por segundo año consecutivo, Serena perdió en la lucha por el título. Si la temporada pasada fue la alemana Angelique Kerber, en esta lo ha sido la jugadora de Constanza, ganadora de Roland Garros en 2018, exnúmero uno del mundo, que este lunes subirá, del séptimo puesto de la lista WTA, al cuarto.
Curiosamente las dos jugadoras llegaban a la final sin haber ganado un torneo este año. Halep se convirtió en la duodécima ganadora de Wimbledon que se hace con este título en su primera final.
Serena, que cumplirá 38 años en septiembre, tendrá que esperar una nueva oportunidad para poder igualar los 24 títulos del Grand Slam de la australiana Margaret Court. Este sábado perdió la sexta desde que ganó el 23 en el Abierto de Australia en 2017.
"Nunca", dijo con rotundidad Halep, en la pista cuando se le preguntó si había jugado tan bien antes. "Ha sido mi mejor partido. Serena siempre nos ha inspirado así que, gracias por eso", comentó la nueva campeona, que confesó que antes de saltar a la pista había tenido problemas de estómago.
"Tenía nervios, mi estómago no estaba muy bien, pero me concentré para hacer lo mejor posible. Era el sueño de mi madre. Ella me dijo cuando yo tenía 10 años, que si quería hacer algo en el mundo del tenis, tenía que jugar la final de Wimbledon", añadió Simona, dirigiéndose a su madre que llorando de alegría disfrutaba de la escena.
"Al principio del torneo, dije en el vestuario que si ganaba el torneo, sería miembro por vida de este club, y eso ha sido una de mis motivaciones, por eso estoy feliz", añadió Simona sin poder ocultar su gran alegría.
"He cambiado mi juego un poco para ganar más partidos sobre hierba y este año he sentido que podía hacer más cosas con la bola y no podía esperar a volver al siguiente". añadió.
Advertida de que en el palco real se encontraban Kate Middleton, duquesa de Cambridge, y Megham Markle, duquesa de Sussex, Halep dijo que era todavía más honor para ella, haber ganado este título.
"Jugó como una loca", alabó Serena antes el juego de la campeona. "Cuando alguien lo hace tan bien, tienes que quitarte el sombrero y decir "bien hecho", añadió.
"Tengo que seguir intentándolo, seguir luchando y disfrutando del deporte. Me encanta venir aquí y jugar delante de ustedes. Siempre es divertido", dijo con la mejor de sus sonrisas.
Fue uno de esos días en los que, bola que tocaba Halep, o bien tocaba las líneas o sus continuas carreras dejaban boquiabierta a Serena, incapaz de salvar su frustración, y en continua pelea con ella misma.
La estadounidense, que empezó el partido cediendo su saque, necesitó trece minutos para ganar su primer juego de la final, cuando ya Halep había puesto distancia de por medio y dominaba por 4-1.
El servicio de Halep se había mantenido inabordable y el de Serena aparecía errático y sin apenas efectividad. Ni siquiera sus notas, celosamente guardadas en la bolsa, parecían surtir el efecto psicológico esperado. Serena asistía, como espectadora de lujo, al vendaval Halep al otro lado de la red.
Con su compatriota Virginia Ruzici, campeona de Roland Garros en 1978 y cuartofinalista de Wimbledon dos veces, observando el partido en el palco de Simona, el sueño de la pequeña jugadora de Constanza comenzó a hacerse realidad. Tal era su empeño y efectividad que desde las gradas un espectador gritó "¡Wake up Serena1" (¡despierta Serena¡) porque la menor de las Williamas parecía maniatada.
Ni siquiera el aliento y los ánimos de su esposo Alexis Ohanian, surtían efecto en el juego de Serena, que tras ceder el primer set en 26 minutos, volvió a ceder su saque otras dos veces más en el segundo parcial.
La velocidad de Halep, que hasta llegar a la final había recorrido 11.781 metros, por los 7.249 metros de Serena, se puso de manifiesto en la final. Simona corrió como si le fuera la vida en ello. Y tuvo su premio. Ilie Nastase, su compatriota, que fue finalista en 1972 y 1976, se ha visto superado ya por una gran Simona.
El murciano, bordando el tenis y sabiendo sufrir como un titán al final, se corona en Londres con un nuevo triunfo frente al serbio, al que supera por 6-2, 6-2 y 7-6 (4) en 2 horas y 27 minutos para, a sus 21 años, ganar su cuarto Grand Slam, segundo de la temporada