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el billete / OPINIÓN

¿Hay alguien que sepa pilotar un avión?

15/03/2020 - 

En una de las más recordadas escenas de Aterriza como puedas, parodia de las emergencias sanitarias y aéreas, una azafata tranquiliza con su voz melosa a los pasajeros tras unos baches provocados –ellos no lo saben– por el desmayo de los pilotos debida a una intoxicación. Sin cambiar el tono, el personaje que representa Julie Hagerty termina su mensaje adormecedor con una pregunta: "Por cierto, ¿hay alguien que sepa pilotar un avión?". Y el pasaje entra en pánico. El pánico provoca actitudes irracionales. En las parodias sobre el coronavirus ya hemos visto escenas en las que el dinero ha sido sustituido por cuartillas de papel higiénico.

Los azafatos de la crisis del coronavirus eran el ministro Salvador Illa y el experto Fernando Simón. Illa tenía el hándicap de ser político pero para convencer a quienes no creen a los políticos salía a continuación Simón a explicarnos que todo iba bien, que la situación estaba controlada, que no mirásemos de reojo a Italia porque allí la situación se les había ido de las manos. No como aquí. Contra ellos, los conspiranoicos y agoreros repartían mensajes de supuestos médicos que alertaban de que llevábamos el camino de Italia. Pero los auxiliares de este vuelo seguían ganando la batalla de la credibilidad.

Hasta que llega el lunes 9 de marzo por la mañana y el azafato Simón reconoce que "en las últimas 24 horas" ha habido un incremento significativo de casos en Madrid, como demuestran las cifras de infectados y muertos, y que se van a tomar medidas. Horas antes se había celebrado en la capital la manifestación del Día de la Mujer a la que, por si los conspiranoicos no tenían suficiente, una ministra y una exministra acudieron con guantes de látex morados.

Foto: EFE/MARTA PÉREZ

La venta de rollos de papel higiénico puede ser un indicativo del nivel de pánico –y de estupidez–, y da la sensación de que cada vez que Fernando Simón sale a pedirnos tranquilidad, que todo está controlado, crecen las hordas en los supermercados. Porque los científicos a los que siempre se remiten los políticos para eludir su responsabilidad son humanos y pueden equivocarse. Llegar tarde en la crisis del coronavirus es un error y cada medida incómoda que Simón ha dicho que no era necesaria ha acabado tomándose tarde, en el mejor de los casos solo unas horas después.

Permitieron que la manifestación del 8M en Madrid se celebrase porque "solo" existían "algunos focos" de riesgo en determinados puntos de la Comunidad, como si nadie desde esos focos fuera a acudir a la marcha. Dieron 'vacaciones' a 300.000 universitarios de Madrid sin prohibirles salir de la capital –muchos se preparaban para venir a las Fallas, suspendidas 24 horas después– y recomendaron el teletrabajo a una multitud de padres y madres con hijos de vacaciones a los que permitieron repartirse por toda la costa española en una Semana Santa anticipada.

Nunca se trató a Madrid, la hipercomunicada Madrid, como posible foco de contagio sino como ciudad afectada por un contagio importado. Nunca se miró a Italia para no cometer los mismos errores. No hacía falta, nos decían, cerrar las fronteras a los italianos, bastaba con declarar dos partidos de fútbol a puerta cerrada... hasta que Italia confinó a sus habitantes y entonces España cerró la puerta a quienes ya no iban a venir. Y la guinda: el miércoles, dos días después de reconocer que en Madrid había "focos incontrolados" y de cerrar colegios y universidades, se permitió a 3.000 aficionados del Atlético viajar a Liverpool a ver el fútbol.

Foto: EDUARDO MANZANA

Tampoco ha ayudado la descoordinación entre el Ministerio de Sanidad y las CCAA. Los gobiernos autonómicos y alcaldes, ante la evidencia de que las directrices eran insuficientes además de incoherentes, acabaron tomando decisiones por su cuenta, cerrando pueblos enteros, playas, colegios y bares. Es decir, las medidas que se tenían que haber tomado en Madrid hace una semana, las que también se tomaron tarde en Italia.

Y en esto sale a la palestra el hombre que dice saber pilotar el avión, en una secuencia que habría firmado su guionista Iván Redondo. El estadista Pedro Sánchez ha emergido como líder que pone fin a la "respuesta vacilante" del Gobierno –como la calificaba The New York Times– que ha provocado que "España" –en realidad, Madrid– se convierta "el último foco del coronavirus".

La aparición de Sánchez a los mandos debería ser balsámica pero la venta de papel higiénico sigue disparada. Illa y Simón ya están quemados y en momentos así la ciudadanía necesitaba ver al presidente de la nación tomar el mando con medidas contundentes, sin engaño. Y sin contradicciones como anunciar un 'estado de alarma' que no entrará en vigor hasta 36 horas después –día y medio de margen que los descerebrados aprovecharon para continuar viajando– o como pedir a la gente que se quede en casa después de presidir un Consejo de Ministros junto a un vicepresidente que se ha saltado la cuarentena.

Consejo de Ministros de este sábado, con Pablo Iglesias rompiendo la cuarentena. Foto: MONCLOA

Estado de alarma, cuarentena general, la medida que se tenía que haber tomado en Madrid hace una semana y se impone ahora en España para no repetir el error. Sánchez a los mandos ha acertado por fin. No va a ser fácil. "El heroísmo también consiste en lavarse las manos”, no lo olviden. ¡Ánimo!

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