VALÈNCIA. Podemos celebró este miércoles su acto central de campaña en Feria Valencia con una asistencia, según la organización, de más de 1.800 personas. Un mitin en un espacio peculiar -una nave gris, fuera de Valencia y que, paradójicamente, fue el lugar elegido por el PP para celebrar su mitin de 2007- en el que participaron varios candidatos valencianos a las elecciones estatales y autonómicas del 28 de abril y en el que no faltó el actor principal del partido, Pablo Iglesias.
La imagen, no obstante, y a pesar de tener como móvil al líder nacional de la formación para desplazar a más de un millar de personas fuera de la capital, quedó lejos de la demostración de fuerza que hizo el partido morado en enero de 2015: fuera de campaña electoral el secretario general de Podemos consiguió reunir a más de 8.000 personas en La Fonteta, donde se comprometió a asaltar los cielos; o el mitin con Compromís un año después en el que 2.000 se quedaron fuera del mismo recinto al colgar el cartel de "completo". Esta vez, con la suma de Izquierda Unida -y el músculo que trajo consigo-, la cantidad de asistentes no fueron los de antaño.
El acto de este miércoles sirvió, no obstante, para que pidiera a los indecisos que según el CIS rozan el 40% la oportunidad para poder gobernar una legislatura y materializar el cambio frente a las "oligarquías" y a la "estructura de cloacas" que despliegan para cambiar el sentido del voto: "En este país por una vez el voto de la gente modesta puede valer más que las compras de políticos que hacen las empresas energéticas, los medios de comunicación y los dueños de las multinacionales".
Con tono afable se dirigió a los que no "confían en los políticos" para pedir que den a Podemos una oportunidad, "una sola": "Tienen toda la razón, no hay no hay que confiar en los políticos, sino en las garantías. Quiero pedirles que nos den una oportunidad de gobernar una legislatura, una sola, en la que estemos en el gobierno para ver si efectivamente podemos cambiar algunas cosas".
"Si no fuera posible y la política no sirviera para eso, las energéticas no se comprarían expresidentes y exministros para sus consejos de administración, o el bufete Quatre Cases no habría hecho lo propio con la exvicepresidenta del PP Soraya Sáenz de Santamaría, igual que no habría millonarios que se compraran periódicos o cadenas de televisión no rentables", añadió. A su juicio, el problema con las "cloacas" del Estado no son Fernández Díaz o Villarejo, sino "el miedo de las oligarquías al cambio cuando no te pueden comprar". Por lo que consideró que Podemos tiene el "derecho" a pedir una oportunidad para gobernar después de "todo lo que han organizado" para evitarlo.
Así, más allá de la diferencia de aforo y pretensiones mentadas (tanto el escenario estatal, como la situación interna de Podemos era diferente), el tono beligerante es lo que permaneció inmutable cuatro años después. Cargó contra las energéticas, la banca, Eduardo Inda y un largo etcétera que también alcanzó a Pedro Sánchez por rechazar un debate en TVE pero aceptar uno en la privada para poder enfrentarse a Vox. "Cualquier candidato debería estar obligado por ley a ir a un debate en la televisión pública, hay que estar dispuesto a debatir con todo el mundo. Y solo después de que la Junta Electoral intervenga, rectifica; ahora dice que está dispuesto a hablar en la pública. Eso es tomar el pelo a la gente. La gente no es idiota", expresó.
Ahora bien, aunque Sánchez fue parte del foco de sus críticas, también reservó un espacio para hacer lo propio con PP, Ciudadanos y Vox, "aquellos que se envuelven en la bandera de España y dicen que son constitucionalistas pero no han abierto jamás esta Constitución".
Una Carta Magna que el también secretario general de Podemos pidió que se cumpla en su artículo 35, referente al salario digno, con la derogación de la reforma laboral "o acabando con la infamia de la temporalidad", y 47, referido al derecho a una vivienda digna. ¿La manera de hacer lo segundo? Intervenir el mercado para bajar el precio del alquiler y que la "dignidad constitucional de un país se enfrente al poder de fondos extranjeros". Dos artículos, "concebidos para proteger a la gente y que no se cumplen".
Iglesias estuvo acompañado del candidato a la Generalitat, Rubén Martínez Dalmau, la concejal en el Ayuntamiento de Valencia, María Oliver, la diputada provincial de EUPV y número dos en la lista autonómica por Valencia, Rosa Pérez, y los candidatos autonómicos y nacionales Txema Guijarro, Héctor Illueca, Roser Maestro, Esther Sanz, Beatriz Gascó, María Teresa Pérez Fernández, Ferran Martínez, Pilar Lima, Marisa Saavedra e Irene Gómez. También asistieron al mitin, pero sin intervenir en él, figuras relevantes como el secretario general autonómico, Antonio Estañ, la exdiputada nacional Àngela Ballester, el exparlamentario César Jiménez, o el fichaje reciente de Podem, Julià Àlvaro.
Un total 13 predecesores que intervinieron en turnos de cinco minutos previamente al líder nacional y que también sirvieron para cargar contra sus adversarios políticos -Dalmau mentó a Isabel Bonig (PPCV) y Toni Cantó (Ciudadanos)-; grandes empresas - Oliver sacó pecho de haberse opuesto al pabellón pretendido por el presidente de Mercadona, Juan Roig: "Le dijimos que el suelo público no se vende. ¿Qué hizo el PSOE y Compromís? Nos dejaron solos, y nosotros aguantamos"; defender al sector del taxi y los estibadores; o reivindicar el Corredor Mediterráneo y el cambio del modelo de financiación autonómico. "Cuando seas presidente del Gobierno de España me vas a tener al teléfono continuamente para pedirte una financiación justa", le advirtió Dalmau a Iglesias.
En definitiva, un acto centrado en reivindicar la utilidad de Podemos para "cambiar las cosas" dirigido especialmente a captar el voto de los indecisos, denunciar los abusos de "las oligarquías" que han terminado afectado al líder del partido, y cuya afluencia fue significativa teniendo en cuenta el lugar en el que se convocó y el margen de 24 horas que se ofreció -apenas un día antes el espacio previsto era el Tinglado 2 de La Marina-, pero en el que también se pudo constatar los cambios que ha sufrido el partido desde sus inicios hace apenas cinco años hasta ahora.