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José Carlos Plaza: “En España seguimos dominados por ritos, miedos y la falsedad de las religiones”

El director de teatro trae Divinas palabras los días 24 y 25 de agosto a Sagunt a Escena

21/08/2019 - 

VALÈNCIA. El del arte dramático es uno de los ámbitos donde la jubilación no sólo se posterga, sino que en ocasiones llega a trocarse por un repunte en el trabajo. Un botón de muestra es el director José Carlos Plaza (Madrid, 1943), Premio Nacional de Teatro en 1967, 1970 y 1987. El veterano hombre de escena tiene ahora mismo en cartel tres montajes: acaba de estrenar en el Festival de Mérida la tragedia de Esquilo Prometeo y la gira del último disco de Ana Belén, Vida, y visita este fin de semana con Divinas palabras, el Castillo Romano de Sagunto.

Entre los 100 montajes que glosan su trayectoria, la obra maestra de Valle-Inclán sobre la codicia y la crueldad ocupa un lugar especial. “He tenido la suerte de montarla en alemán, en italiano, en versión operística… Es un trabajo que me ha seguido toda mi vida. La considero una de las cumbres del teatro europeo”.

- Es la sexta vez que te enfrentas a esta obra, ¿en qué difiere esta ocasión?
- Cada vez es más importante hablar de nuestros ancestros para intentar entender lo que nos pasa. Esta vez he intentado sondear las raíces de nuestra cultura: cómo seguimos dominados todavía y espero que no por muchos años, por los ritos, por los miedos, por la creencia en un más allá inexistente, por la falsedad de las religiones. El grito de Divinas palabras está cada vez más patente y llama al hombre a encontrar su propio camino sin que le den miedo lo que desconoce.

- Has declarado que cada vez encuentras “un rincón en el que antes no te fijaste”. ¿Qué hay de nuevo?
- La enorme fuerza que tiene la frustración. A través del personaje de Miguelín puedes ver cómo la represión le lleva a una capacidad del mal que no hubiera emergido.

- En tu opinión, la obra sigue vigente “porque retrata una España que continúa existiendo». ¿Cuál es esa España?
- No hay más que fijarse en el renacimiento de la extrema derecha. La gente está manteniendo esa cosa podrida por miedo. La miseria que hay dentro de nosotros mismos sale a flote a través de la represión.

- ¿En qué medida tienen que ver nuestros políticos con la agresividad verbal y los malos modos de la España actual y en qué medida son un reflejo?
- Yo creo que no hay que culpar a los políticos. Nosotros los elegimos, así que nosotros somos los responsables de nuestro destino. Nuestros representantes no tienen que ser inferiores ni superiores, sino que son nuestro propio reflejo. Son los medios de comunicación los que fomentan constantemente la hostilidad. Los políticos hacen menos de lo que se hace en los platós de televisión, donde se alimenta el odio, el desprecio, la rabia y la humillación, y se sacan las vergüenzas en público, los cánceres, las operaciones... Cuanto más agresivo es el contenido, más audiencia se tiene, de forma que se está alimentando a la bestia. Y ya se sabe que si dejas que los perros ladren, acaban mordiendo. Lo que pueda decir un pobre hombre como Casado sobre Sánchez es poca cosa, no tiene mayor importancia.

- ¿Consideras que las redes sociales hubieran provisto a Valle-Inclán de buena materia prima para otro esperpento?
- Haría una obra con este juego actual en el que cada uno puede decir impunemente del otro lo que quiera. Es tan triste…Las herramientas sociales podían haber sido un medio de comunicación hermoso e importante. Es una ocasión perdida por la humanidad.

- La obra se subtitula Tragicomedia de aldea. ¿Habla Divinas palabras de la España vacía?
- Todo lo contrario, Valle no trata el abandono de los pueblos, sino la España llena: en esta obra hizo un pequeño charco donde están los virus, las cosas malas y las buenas de este país.

- Con Divinas palabras, el escritor gallego redefinió el concepto de acotación, que asume un gran peso dramático. ¿Cómo lo has resuelto?
- Hay directores que lo han puesto en escena. Recuerdo un montaje de José Luis Alonso, gran director español de los años cincuenta, en el que sacó al escenario a dos ancianas que iban contando las acotaciones. Yo siempre he trabajado las acotaciones a nivel actoral, a nivel sensorial, si es un espacio abierto, si es un espacio sucio… En este caso he metido algunas acotaciones como diálogos.

- Hay animales sobre las tablas, elementos líricos y atención al olfato, la vista y el oído…
- Divinas palabras es una maravilla de profundidad, de síntesis, de lenguaje lírico inalcanzable. Esta obra es un alarde: tiene una parte intelectual profundísima y otra emotiva, pero sobre todo es un canto a los sentidos, al beber, al mal olor, al mar, al sexo, al olor. Todas las grandes fuerzas de la naturaleza están en la obra. Es una joya. Bendito Valle.

- ¿Has tenido en cuenta en la escenografía y la iluminación las referencias a Los disparates y Los caprichos de Goya a los que remite el original?
- En la escenografía, menos, porque el texto consta de 44 escenarios, y tampoco hace falta, pero sí he tenido presente los cuatro o cinco cuadros de Goya que Valle escogió, con ese terrible sentido del humor negro español: la imagen de la mujer por los aires llevada por un macho cabrío, el cura borracho quemando la casa…

- ¿Habrá una séptima?
- Ojalá. Me gustaría que se hiciera todos los años. Las obras escritas por Shakespeare, por Valle, por Calderón de la Barca… son gigantescas, no solo de altura, sino de profundidad.  Estoy deseando montar La vida es sueño.

- Desde su escritura hace un siglo, Divinas palabras ha sido protagonizada por grandes actrices como Margarita Xirgú, Nati Mistral y Núria Espert. ¿Qué vértigo le ha provocado a María Adánez medirse con este olimpo de artistas?
- María pasó seis meses trabajando el texto y los contextos en mi casa. Que una actriz como ella, con un nombre y una popularidad, se haya entregado con humildad hasta el fondo del personaje dice mucho a su favor.

- El protagonista de Prometeo, Lluís Homar, ha declarado sobre ti: “Veo el amor desmesurado y poco habitual por los actores de José Carlos Plaza y no puedo evitar estremecerme. Dicho esto, nos hace trabajar como a esclavos". ¿Quieres defenderte de esta acusación de explotación?
- Lo que sucede es que soy una persona muy rigurosa, y siempre intento que lo que pasa encima del escenario sea verdad. Y eso no lo consigue el director ni el autor, sino el actor. La suya es una de las profesiones más difíciles del mundo: intentar dar su cuerpo, su alma, su pensamiento, su ética… en un escenario. Las gentes del teatro somos tan responsables de la sociedad como puede serlo otra profesión de alto riesgo. Por eso exijo tanto. Pero me quieren mucho.

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