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Juan Jesús Pleguezuelos: "Goku y Aquiles son dos personajes perfectamente equiparables"

19/02/2020 - 

VALÈNCIA. ¿Quién no recuerda a aquel profesor que de pequeño o adolescente marcó su porvenir profesional o personal? Juan Jesús Pleguezuelos es uno de esos profesores que ha enamorado no sólo a sus alumnos, también a miles de jóvenes que conquista a través de los oídos con sus diferentes podcasts educativos. Ahora publica en una editorial Crítica Como una historia. Un libro sobre historia, enseñanza y motivación, una suerte de novela protagonizada por un profesor interino de Geografía e Historia que tiene la misión secreta de cambiar el mundo a través de sus clases. Este profesor –un trasunto del propio Pleguezuelos- sabe que la historia puede ser una excelente herramienta para cambiar la sociedad en estos Tiempos Modernos.

-Empiezas comparando a Goku con Aquiles... no es mala manera de mantener enganchados a los chavales, ¿no?
-En la medida de lo posible siempre es bueno aprovechar conceptos que al alumno le sean familiares para explicar la historia. En este caso los dibujos de Bola de Dragón son antiguos, sin embargo los alumnos los conocen igualmente. Comparar personajes de la historia o la mitología con dibujos animados puede resultar algo simpático al alumno, y de esa manera, la materia ya le va a resultar más llevadera. Por otro lado entiendo que Goku y Aquiles son dos personajes perfectamente equiparables e imagino que muchos niños de la Antigua Grecia pensarían en Aquiles como tantos niños han pensado en Goku.

-De tus clases se revela algo que también aplica a tus podcasts: la firme voluntad de no aburrir nunca. ¿Cómo lo haces?
-De pequeño me aburría muchísimo en clase, casi todas las clases me parecían un plomazo, por eso ahora como profesor mi obsesión es que el oyente no se aburra, si lo consigues entonces ya es más fácil enseñar. Intento poner pasión y energía, y cuando esto se hace soy consciente que de que esta se transmite de manera inevitable. El que habla siempre transmite sus emociones, sean buenas o malas. Si yo disfruto con un relato es difícil que quien me escuche no lo haga. Solo teniendo esto en mente ya puedes hacer que lo que digas sea algo entretenido.

-¿Qué tal eran tus maestros? ¿Recuerdas a alguno especialmente?
-Del colegio recuerdo a Doña Conchi, que me daba historia, y del instituto al profesor de literatura: Don Manuel Morales. Creo que en el fondo lo que hecho luego como profesor ha sido copiar su estilo y repetir las clases que ellos me dieron. Sus lecciones me resultaban un oasis en un mar de aburrimiento. Ojalá yo sea para mis alumnos lo que ellos eran para mi. 

-¿Por qué para ti el motor de la Historia es el amor?
-A menudo los historiadores se devanan los sesos con complicadas teorías que expliquen los cambios a lo largo de la historia. Pero una fuerza como el amor, puede ser tan poderosa como cualquier otro elemento transformador. A menudo es esto, el puro deseo de ayudar a los demás lo que está detrás de grandes conquistas de la humanidad.

"Uno de los grandes peligros de la enseñanza,  y de cualquier otra cosa en la vida, es acomodarse"

-Dices en el libro que ser profesor interino tiene enormes cualidades, por ejemplo, vivir en una permanente curiosidad.
-Uno de los grandes peligros de la enseñanza,  y de cualquier otra cosa en la vida, es acomodarse. En el momento en que ya conoces todo, en el momento en el que ya no tienes inquietudes y no eres curioso, es entonces cuando el juego ha terminado. Sin embargo ser interino te mantiene en un constante cambio que te obliga a estar alerta y a intentar superarte. Tenerte que adaptar cada año a un nuevo instituto te obliga a empezar otra vez, y eso puede tener muchas ventajar, como el hecho de que te obliga a reinventarte. 

-En el libro, que es un homenaje al profesorado, hablas de educadores innovadores como Giner de los Ríos. ¿Quién fue?
-Giner de los Ríos fue un adelantado a su época y un ejemplo de vida. Llego a estar encarcelado por defender su libertad de cátedra, pero eso le inspiro junto con otro grupo de profesores a fundar la Institución Libre de Enseñanza. Estamos a finales del siglo XIX, y el modelo de enseñanza que ahí se ejercía incluso hoy día nos puedes parecer moderno, ahí ya se entendía que la clave es más la práctica que la memorización.

-Dices también que para ser profesor hay que ser fuerte, tener autoestima alta, que ser profe requiere ser inmune a cualquier comentario negativo. ¿Cómo se consigue eso?
-Eso es lo que se requiere para ser profesor, pero en el fondo no tengo claro como se consigue eso.  Sí se que es importante relativizar. Que si tengo 150 alumnos es comprensible que a no todos les va a gustar mi método. Y aquí nos equivocamos, si de esos 150 hay 10 alumnos a los que no gustamos tendemos a fijarnos en ellos y no en los otros 140 que sí apoyan lo que hacemos. Por eso si un día recibimos una crítica negativa debemos pensar que también hay alumnos, a menudo más de los que pensamos que sí valoran nuestro trabajo. 

-Me gusta mucho el episodio que titulas "la soledad del alumno zoquete" ¿cómo haces que dejen de serlo, cómo les ayudas?
-Combino la enseñanza de técnicas de estudio con técnicas de motivación. Hay alumnos convencidos de que son unos zoquetes, y a esos alumnos da igual los medios que les des, tienen creencias limitantes que no les van a dejar progresar. Por eso es importante ir por las dos vías: enseñar a trabajar bien, y por otro lado ayudar a cambiar las creencias.

-Pongamos que tenemos un zoquete o aspirante a zoquete que puede ser salvado por la historia, el arte o la literatura. ¿Qué le recomendamos que vea, lea o escuche para no perderle?
-Le recomendaría que viese alguna película histórica de acción, por ejemplo 1917. Le podría recomendar alguna novela histórica corta, por ejemplo La sombra del águila, de Pérez Reverte. Le animaría también a escuchar los Pasajes de la historia, de Juan Antonio Cebrián…

-Por último, por tu experiencia, ¿a qué edad renunciamos a querer cambiar el mundo?
-Algunos lo hacen muy pronto, otros más tarde. Pero quizá conforme avanzamos en la 20 se acaba la magia, y nos volvemos cómodos. Ahí es cuando pensamos que hemos madurado. Es algo contra lo que alerto en el libro. Decimos a los jóvenes que hay que madurar, cuando lo que queremos decir en realidad, es que debemos olvidarnos de nuestros sueños y de perder la inocencia, y eso creo que es un error.

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