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ENTREVISTA

Juana Sánchez-Gey: "Una educación que no se propone transformar el mundo no es educación"

16/09/2019 - 

Sí, admitámoslo, abrir un boquete en mitad de esa hipervelocidad histérica que a menudo nos arrolla para charlar sobre la importancia de la bondad puede sonar a ocurrencia extemporánea. Más o menos como lanzarse a reivindicar el valor de las humanidades en un momento en el que al conocimiento se le exige ser rentable, productivo y eficiente, dar resultados perfectamente cuantificables en un balance de contabilidad. Conceptos envasados y listos para consumir. Pero precisamente ahí reside el meollo del pensamiento crítico, en su capacidad para plantear cuestiones que vayan más allá de las exigencias que marca la penúltima polémica viral de la semana o el filtro de Instagram recién lanzado al mercado.

Por suerte para la cordura colectiva, siempre hay quienes se empeñan en seguir abriendo grietas de reflexión. Y en ese ámbito se enmarca el congreso Verdad, bien y belleza en los caminos de la educación, organizado por la Fundación Fernando Rielo y que se celebrará en la sede valenciana de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo del 18 al 20 de septiembre. Una iniciativa que aspira a explorar en la condición humana y en esas grandes premisas que guían a cada individuo ansioso de encontrar sentido. Un encuentro a contracorriente dirigido por la profesora de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid Juana Sánchez-Gey Venegas que anima a atreverse a mirar muy, muy adentro, en esos abismos propios que a menudo nos causan vértigo. Especialista en María Zambrano, hablamos con ella de asuntos que probablemente no sean Trending Topic, pero que nos ayudan a edificar una existencia algo más digna y feliz. O, al menos, a intentarlo.

-Verdad, bien y belleza… Estos tres conceptos capitalizan el congreso que diriges, ¿crees que se trata de cuestiones suficientemente desarrolladas en las aulas? ¿Se tienen en cuenta, por ejemplo, a la hora de establecer un plan de estudios o, por el contrario, son vistas como asuntos demasiado idealistas o etéreos?

-No aparecen de forma específica en los currículos, cierto, ahí hay un déficit. Pero creo que estos atributos tan propios del ser humano son cuestiones que siempre tenemos presente de alguna manera en nosotros mismos. Así que, aunque aparentemente no estén de moda, yo noto que mis alumnos de Filosofía y Educación se sienten atraídos por estos temas, los estudian con interés así que espero que cuando se conviertan en profesores llegarán con aires frescos a las aulas. Hacen falta maestros que rasquen y demuestren que podemos hablar de todos esos asuntos que nos preocupan y que apelan a nuestra alma, de buscar una verdad. Aunque estos conceptos no sean seguidos por una mayoría no quiere decir que se asfixie totalmente la auténtica aspiración de la naturaleza humana.

-¿Y qué pueden aportarnos esos tres conceptos -verdad, bien y belleza- a la hora de construir nuestra propia vida?

-Lo aportan todo a nuestra conducta cotidiana. ¿Se puede vivir sin una aspiración al bien, sin una búsqueda de la verdad, sin belleza, sin arte, sin creatividad? Quizás sí, pero no en las mejores condiciones. El ser humano está llamado a vivir en esa aspiración a los máximos valores, a una bondad auténtica, neta, real.

-Hay un importante sector en la sociedad que demanda una educación centrada en cuestiones más ‘funcionales’, que tengan una finalidad pragmática a corto plazo. ¿Qué opinión te merecen estas posturas?

-Es verdad que en el ambiente, en los medios, no se aprecia bien qué son las humanidades. Creo que hay mucho humo, pero en el fondo todos sabemos que sin humanidades, sin ese sentido integral de la persona, poco podemos hacer. Por ejemplo, hace poco leía a un gran tecnólogo que decía que ninguna máquina tiene la intuición y el sentido común propio de la condición humana. Parafraseando a Kant, una tecnología vacía de humanidades es una tecnología vacía, huera.

-De hecho, entre los objetivos del congreso se encuentra precisamente destacar el valor de las Humanidades dentro de una formación integral. ¿Cómo se puede reivindicar la importancia de estos saberes?

-Lo que importa es siempre el maestro, ese alguien que tiene algo que decir y además muestra el deseo de contagiar unos valores a sus alumnos. Apuesto por una pedagogía que cree en el amor como síntesis de todos los valores humanos. ¿Y cómo podemos revindicar eso? Pues haciéndolo, el movimiento se demuestra andando.

-En el ámbito docente, han surgido diversos referentes o ‘gurús’ que hablan de innovación educativa, de otras formas de enseñar. Sin embargo, muchos profesores critican que estas propuestas no son realistas puesto que no se adaptan a la situación diaria de las aulas. ¿Es posible plantear nuevos caminos pedagógicos y al mismo tiempo atender a la diversidad y las problemáticas del día a día?

-Esos ‘gurús’ señalan en ocasiones situaciones excesivamente idealistas… Hace poco estuve en un congreso en el que estudiamos los grandes temas pedagógicos de comienzos del siglo XX y finales del XIX y veíamos que en esa época en la tradición española todo estaba impregnando de un ideal educativo. Políticamente se entendía que todo iría mejor con una buena educación. Y ese ideal creo que sigue vigente. Una educación que no se propone transformar el mundo no es educación. Cuando en el aula propones grandes ideales -que son los que dan sentido a la enseñanza- los alumnos te escuchan en un hábitat de trascendencia, de buscar algo mejor, algo que valga la pena. Hablamos de educar en el éxtasis, y eso sigue teniendo sentido.

-Dentro del congreso, lideras un taller sobre filosofía para niños, ¿cómo se puede abordar esta disciplina con ellos?

-Este planteamiento forma parte de una corriente de innovación pedagógica impulsada por el estadounidense Matthew Lipman y se basa en una premisa muy sencilla: escuchar al niño. La filosofía está inscrita en la naturaleza humana: el preguntarse, el admirarse… y, en ese sentido, los niños pueden ser grandes filósofos. La idea es crear en el aula una comunidad de diálogo e investigación para aprender a pensar todos juntos. Debemos tener en cuenta que no solamente somos seres racionales, sino también espirituales, emocionales, tenemos que bucear en lo más hondo de nosotros mismos.

-De hecho, a lo largo de su vida académica muchos estudiantes sólo se acercan a la filosofía a través de un listado de autores que tienen que estudiar durante su adolescencia. ¿Es necesario repensar esta asignatura?

-Efectivamente. Para empezar, se da muy poca filosofía, tanto en los institutos como en las facultades de Educación Y lo que aprenden los estudiantes de Bachillerato, además, es sólo Historia de la Filosofía por eso a veces queda esa impresión de que únicamente son unos cuantos autores que entran y salen diciendo cosas contradictorias. Y, en realidad, la filosofía es mucho más integradora y orientadora de la vida, en ese sentido, es necesario repensar la asignatura y romper con esa visión que se ha construido.

-En la misma línea, ¿cómo podemos buscar y poner de relevancia nuevos referentes filosóficos más allá de los grandes autores occidentales canónicos?

-Creo que la filosofía es una ciencia de lo universal, pero a la que llegamos a través de lo concreto. No se puede obviar la gran tradición que conocemos y seguimos estudiando, pero también hay que descubrir a nuevos pensadores que durante mucho tiempo hemos creído que eran de segunda fila porque no tienen el paradigma de lo canónico. Y, por supuesto, hay que estudiar mucho más a las pensadoras, con la que yo trabajo mucho.

-A menudo se tacha a la filosofía tradicional de ser demasiado oscura, difícil de entender por personas no especializadas…

-Como decía Ortega, “la cortesía del filósofo es la claridad”. Los grandes pensadores han sido profundos, pero también inmensamente claros, porque la sabiduría auténtica viene de una intensa claridad. Los charlatanes, en cambio, suelen ser oscuros, oscurecen su discurso simplemente para divagar. El que tiene algo importante que decir va adquiriendo esa capacidad para la sencillez.

-¿Qué le dirías a quienes aseguran que la filosofía no les interesa, que no tiene nada que ver con ellos?

-Que se trata de una disciplina que te enseña a pensar, a tener un pensamiento crítico y generoso que no se deje llevar por las modas. Y es un espacio en el que buscar ayuda a través de las ideas de otras personas, algo que todos los seres humanos necesitamos en algún momento.

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