Se la conoció al aparecer por ahí detrás en las fiestas de Paris Hilton, pero luego se filtró un vídeo X suyo justo cuando arrancó el streaming porno y se dio el auge de las redes sociales. Esa casualidad puso a Kim Kardashian en órbita hasta llegar a amasar una fortuna personal de casi mil millones de dólares. Ahora ha abandonado su reality tras 20 temporadas porque ya lo monetiza todo por las redes. Seguirá haciendo contenidos para Disney, pero solo queda por ver si llegará a la Casa Blanca. Inquieta no atreverse a decir que es imposible
VALÈNCIA. Todo indicaba que sería el fin. No el fin de las Kardashians como personajes públicos del siglo XXI, sino de su reality. Habían anunciado que no habría más temporadas de Keeping up with the Kardashians después de veinte de nada, en E! Entertainment y era un fin de ciclo lógico. El reality ya no iba a ninguna parte, estaba totalmente estancado. Pero no ha sido así.
Cabe recordar que Kim ha ido quemando etapas en todos los fenómenos de comunicación que el siglo XXI ha puesto a su alcance. Al principio era una de las amigas de Paris Hilton. Secundaria en las francachelas de la millonaria heredera en un boom de atención generado por ella misma y teen idols como Christina Aguilera, Amy Winehouse, Britney Spears. Unas chavalas que dejaron las gestas heteruzas del Rat-pack a la altura de una convención de Dungeons & Dragons. Cualquier cosa que hicieran, era la noticia más vista a principios de siglo. La diferencia con la información "relevante" era escandalosa.
Luego tuvo lugar un acontecimiento mágico. En febrero de 2007, se filtró un vídeo porno casero que había grabado junto a su pareja Ray J en 2002. Se puso a pleitear contra la empresa que lo estaba comercializando, pero el 25 de mayo de ese año se fundó Pornhub, aunque desde 2006 ya había portales que ofrecían pornografía a través de flash y con el mismo concepto de YouTube. Había empezado una nueva era, la del streaming, y ella voluntariamente o no, tenía posicionado su producto en la pole. Se convirtió en la persona más famosa del mundo.
El galardón fue el premio que había en aquel entonces para gente que alcanzaba la fama como ella: un reality. Pero no fue a concursar a uno como los losers, le dieron el suyo propio, Keeping up with the Kardashians. Tenía el vídeo porno echando humo, su reality en E! Entertainment y todavía tuvo otro golpe de suerte más. En los últimos años de esa década y los inicios de los años 10 hubo otro fenómeno: la explosión de las redes sociales. Ya daba igual que los periodistas mu serios vetasen ese tipo de noticias de sus medios digitales, era la gente, las masas, el ciudadano de a pie el que compartía fotos de la parte de su cuerpo que se hizo más famosa: el culo.
No es una cuestión chusca, en los retoques que le dio a su cuerpo, este fue en el que más empeño puso. Sus dimensiones desafiaban toda lógica, la cintura de avispa nunca se ha entendido con esas caderas o nalgas, pero ella apostó por eso. Y los habitantes del planeta tierra, en su inmensa mayoría, la incluyeron en su conducta compulsiva ya imparable de "mira esto, mira esto otro" que marcaría la era de las redes sociales, en la que aún seguimos. El único personaje público que logró superarla en Twitter fue Obama.
Han pasado muchas cosas desde entonces y ninguna de ellas ha sido Kim Kardashian entrando y saliendo de una clínica de desintoxicación como sus compañeras de generación. Su madre, Kris Jenner, se puso al frente de la maquinaria y se reveló como una extraordinaria manager y contable. Tanto fue así, que al final al negocio se fue incorporando toda la familia, hermanas y hermanastras con toda la troupe de novios y ex.
Por humor involuntario o por amor a la vergüenza ajena, sea como fuere, el reality que se había iniciado con picos de 10 millones de espectadores, luego fue aguantando con capítulos de cuatro millones hasta 2015, cuando inició un lento e inexorable declive, el cual les importaba bien poco. Mientras tanto, en las redes Kim alcanzaba la cifra de 221 millones de seguidores solo en Instagram. El Real Madrid o el FC Barcelona llegan a esa cifra sumando los que tienen en todas las redes. Hablar de cómo han monetizado tanto ella como sus hermanas esa presencia en las redes daría para una tesis. Lo importante es que ella ya está en la lista de mil millonarios de Forbes aunque luego la sacó al comprobar que sus bragafajas no eran tan rentables como se creía. En total, por lo bajo, se calcula que tiene al menos 750 millones.
El año pasado rodaron el reality con sus propios móviles por la pandemia, pero ni siquiera así despertaban ya gran interés. Se las veía cansadas, aburridas, el hecho es que desde que tienen hijos todas ellas cada vez hay menos melodramas con novios y amigas que les roban los ídem. Ni siquiera se las veía de buen humor o cachondeo. De hecho, en el mismo reality un tema recurrente fue dejar de hacer el reality. Después de doce años con las cámaras en casa, la película El show de Truman ya pasaba a anécdota en comparación.
Kourtney hace dos temporadas ya quería salirse porque estaba harta de compartir su vida, incluso se lo llegaron a reprochar, que no hacía confidencias con los millones de personas que estaban ahí al tanto. Sin embargo, en la última ya se ve que son todas las que esconden su vida íntima. Antes era todo lo contrario. Se han acomodado, en el sentido de que, años atrás, el precio de la fama era que se hiciera escarnio de ti en las redes, pero ahora ellas ya no tienen ganas. Quieren el control de su imagen. Todo ello después de haber parido delante de las cámaras. Mercedes Milá siempre soñó con un momento así en su Gran Hermano, al final tuvo suerte de no estar presentado cuando se produjo el presunto abuso sexual por el que se han pedido siete años de cárcel para uno de los concursantes.
También contribuye al aburrimiento que Kim está inmersa en sus estudios de Derecho. Ya se comentó en esta columna que estaba metida en política, aprovechaba su influencia para sacar de la cárcel a presos afroamericanos con sentencias desproporcionadas. Habría que tener mucho valor para asegurar que no va a acabar en la Casa Blanca. Ya no hay nada imposible.
Al final, lo único que rompió la pauta de la última temporada fue que volvieron a reencontrarse con un sin hogar al que habían invitado a comer, aseado y acogido en los primeros episodios. En las redes habían pedido saber qué había sido de él y salieron y lo encontraron por la calle. La obra filantrópica fue ayudarle a adquirir una vivienda social. Al mismo tiempo, Scott, ex de Kourtney, estaba alicaído porque si se acaba el reality, cree que ya no volverán a estar tan unidos y las perderá como familia suya que son. El hombre acaba de perder a sus padres en muy pocos meses. Pero lo que ponían de manifiesto sus gemidos es que tal vez, si las quitas el reality, a las Kardashians ya no les importe tanto la familia y tiren cada una por su lado.
Ahora han fichado con Disney para seguir haciendo contenidos, esta vez para Hulu. No se sabe cómo serán, si se tratará de documentales o más reality, pero el hecho es que su tránsito del reality a las redes cayó como fruta madura y simbolizó cómo la vida en directo de las redes ha dejado atrás a la telerrealidad como un bólido pasa a un motocarro.