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GRAND PLACE DESDE BRUSELAS / OPINIÓN

La Europa de los mercaderes

Foto: OLIVIER HOSLET/EFE
18/06/2019 - 

Si lo digo así, en plan metafórico y literario, no nos vamos a entender. Pero si digo la palabra clave, bancos, ya doy una pista de por dónde voy. Puede que sea más aburrido de lo normal, pero es más importante y, sobre todo, más preocupante que un mercadillo de flores. Especialmente porque la Unión Europea dice salir de una crisis con los deberes hechos o bien hechos, según su presidente Jean-Claude Juncker, que se despedirá a la vuelta del verano.

Así es, el nuevo gobierno de la Unión Europea, que sale de las urnas porque lo tiene que aprobar el Europarlamento en octubre, no lo va a tener más fácil que el mandatario luxemburgés. Juncker encaró la crisis durante sus dos mandatos, de 2009 a 2019, y no fue un plato de gusto. Pero, al compás de su política neoliberal, estableció los nuevos cánones económicos y financieros de la Unión, una estructura imposible si el Reino Unido siguiera entre nosotros a partir de esta legislatura.

El reforzamiento del euro, que se espera sea adoptado por todos los Estados miembros a través de los pilares de la Unión Económica y Monetaria, la Unión Bancaria y la más novedosa Unión del Mercado de Capitales, está entre los objetivos de la nueva Unión de los 27, en tanto no se complete una nueva adhesión de parte de los Balcanes.

El gobierno de Bruselas se congratula de habernos salvado de la crisis, pero especialmente de haber salvado a los bancos de su caída, que fue el principal objetivo del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, quien también cesará en su cargo.

Pero no vamos a ser magnánimos, esta crisis no ha salido gratis, especialmente para los ciudadanos, para los mimados ciudadanos de la Unión, para el pueblo elegido que ha entrado en el Reino de los Cielos. En un gráfico que resume en dos páginas la evolución de la crisis en la zona euro, la Comisión se da dos besos en las mejillas y se dice: ¡Objetivo conseguido!

A saber. Las inversiones, que cayeron en picado en 2009, fueron subiendo con fluctuaciones hasta que se estabilizaron en 2015. ¿Se acuerdan de la prima de riesgo? Nadie la conocía pero todos oíamos hablar de ella, a toda hora. Pues era esto: la confianza de los mercados -llámenles bancos, inversores…- en los Estados, en los gobiernos elegidos por el pueblo.

Foto: KIKE TABERNER

Otro objetivo era acabar con el desempleo. Después de un crecimiento sin precedentes del paro hasta el 2013, a partir de las reformas laborales que han recortado derechos sociales, comenzó a caer en picado. ¿Quiere decir que la zona euro goza de pleno empleo y que estamos en el Levante feliz? No especialmente, porque somos los del sur los que hemos sufrido la crisis a través del recorte de recursos humanos en las empresas. Este aumento del empleo se ha traducido con las nuevas leyes de contratación en empleo precario, a tiempo parcial y con menor protección social.

El tercer punto conseguido, dice, ha sido el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB). Este elemento onomatopéyico, que si se repite varias veces seguidas suena a un claxon, cayó en picado en la curva de la crisis en 2009 para mantenerse en encefalograma plano a partir de 2015. Porque a esto es a lo que llegaremos si no revolucionamos los sistemas productivos de nuestra economía, con el gigante chino en plena ebullición y África empujando por abajo.

Por último, el caballo de batalla del “gobierno Merkel”, la líder europea hoy en declive: el déficit público. Las nuevas reglas de oro de la deuda y el déficit público obligaron a modificar la Constitución Española en 2011, sin algaradas, con un gobierno casi fenecido -el de Rodríguez Zapatero- pactando con el PP la nueva norma de estabilidad presupuestaria a finales de agosto y sin apenas trámite parlamentario. Con el pie cambiado nos pilló a todos, como la muerte de Lady Di… Porque esta norma constitucionalizada ata de pies y manos a los gobiernos para abordar inversiones públicas de calado.

Es decir, los mercados  y sus mercaderes han salido bien parados… Pero, ¿y el pueblo? Una desaparecida clase media, reconvertida en pauperizada clase baja, sigue pagando los 66.000 y pico millones de euros que costó en España el rescate a la banca. O, mejor, que nos costó a todos de nuestros bolsillos, del dinero de nuestros impuestos -ya han hecho la declaración de renta, ¿verdad?-. Y que se tradujeron en menos ayudas en educación, sanidad, servicios sociales, dependencia… Y que no me cansaré de repetir.

A ver si ahora que vamos a tener un gobierno socialista, del pueblo y para el pueblo, se atreve a dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Y, digo yo, al pueblo lo que es del pueblo. Espero que el nuevo gobierno sea consecuente con sus siglas y sea tan valiente como aquél revolucionario Jesús que abogaba por la independencia de Palestina del Imperio romano y que echó a los mercaderes del templo…

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