CASTELLÓ. La Unió de Llauradors i Ramaders espera una campaña de miel con un gran descenso de alrededor del 30% de producción en la Comunitat Valenciana sobre la temporada pasada, además de unas cotizaciones a la baja para los productores, con unas pérdidas estimadas superiores a los 6,5 millones de euros.
Las previsiones indican que habrá más de 1.200 toneladas menos de miel en la Comunitat Valenciana. En referencia a los precios de la miel se acentúa para la próxima campaña su caída, que se arrastra ya varios años, fundamentalmente debido a que las grandes comercializadoras compran miel importada de países terceros, sobre todo de China y Argentina.
Según el Registro de Explotaciones Ganaderas (REGA) en la Comunitat Valenciana hay censadas en la actualidad un total de 2.459 explotaciones apícolas, el 7,5% de todas las de España.
El crecimiento de la economía apícola se dificulta debido a diversos factores en nuestro territorio. El principal es el de la situación climatológica, pero también la bajada de los precios o la imposibilidad de venta.
La producción de miel monofloral se ha visto mermada por cuestiones climatológicas como las altas temperaturas que hubo en enero y febrero que provocaron el adelanto de las floraciones; así como las lluvias, humedad y bajas temperaturas de marzo que helaron muchas de las floraciones.
Esa combinación de floraciones adelantadas primero y heladas posteriormente ha provocado que producciones como la miel de romero se eche totalmente a perder en muchos casos y en otras se haya hecho sólo un primer corte de la miel, que siempre tiene inferior calidad que el segundo. Las condiciones climáticas de lluvia, nubes y nieves reducen los días de recolección de la abeja de polen y néctar, disminuyendo así su capacidad para la fabricación de miel correspondiente a la época convulsa de la apicultura.
Cabe sumar también las restricciones que comporta el Acuerdo del Consell para la limitación de la polinización cruzada entre plantaciones citrícolas (pinyolà), junto a los casos de uso de productos fitosanitarios no autorizados en los campos citrícolas que son mortales para las abejas. Ambas cuestiones imposibilitan cada vez más la producción de miel de azahar.
Esta situación para los apicultores se vio agravada por la crisis de la covid-19, inicialmente con el cierre del canal Horeca y la suspensión de los mercados de venta no sedentarios, que impidieron la venta de los productos apícolas. Además, con tantos meses de confinamiento y las restricciones de movilidad se dificultó el trabajo en los colmenares, teniendo en cuenta que gran parte de los apicultores son trashumantes y no tienen las explotaciones cerca de su domicilio.