Nacho, Carmina, Julia, Lirios, Ana, Merche y Amparo son un grupo de valencianos y valencianas que han venido a la isla de Lamu en Kenia. Para algunos es su primera vez, para otros la segunda e incluso la tercera... Porque Lamu engancha. Es el Lamu valenciano
Lamu engancha por su gente, por su belleza, por su naturaleza y por su autenticidad... Porque Lamu es auténtico. Lamu es uno de eso destinos imprescindibles de conocer. Lamu es uno de esos lugares peculiares y únicos que quedan en el mundo, Lamu es una isla poco conocida y muy admirada al mismo tiempo. Un gran descubrimiento cuando llegas hasta aquí. De hecho, cuenta con unos de los reconocimientos de la Unesco porque Lamu mantiene su cultura swahili en estado puro con una decadencia elegante y unas construcciones de hace más de 500 años.
Lo más alucinante de Lamu es que es uno de esos lugares donde uno revive como fue la vida en el siglo pasado en tiempo real.
Sigue sin haber contaminación lumínica, el trasporte sigue siendo el porteo, y los barcos y los burros son su medio de transporte más habitual aunque en este último año ya han entrado las motos que funcionan de taxis para moverse con más facilidad por el resto de la isla. Una realidad que ha minado algo su encanto. Esta isla es rica y pobre al mismo tiempo. Una isla que no esconde ni su pobreza ni su riqueza.
En esta isla hay varios proyectos españoles de cooperación y uno de ellos es mayoritariamente valenciano, es el proyecto que lidera la organización One Day Yes y por ello todos los años grupos de valencianos y valencianas vienen cada año a maravillarse y engancharse de esta isla.
Lamu es una isla de contrastes. Donde pasas de la escasez a los excesos. Es una isla relativamente pequeña que cuenta con contrastes importantes. En Lamu hay fotografías de todo tipo y todas encandilan. Desde la belleza de la simplicidad hasta la belleza de la decadencia. Porque hasta la decadencia más pobre es bonita. Aunque lo más bello son las personas que viven aquí.
La alegría y la amabilidad de las personas de Lamu es en lo que que coincide todo el grupo de amigos y amigas valencianos que han decidido pedir este año a los Reyes Magos un viaje a Lamu y lo que no saben ellos es que regalo lo hacen a esta isla cada vez que ellos y ellas vienen a Lamu.
Cuando vives un tiempo lejos de casa, ayuda mucho recibir la visita de personas que vienen a contagiarnos de su energía, de su agradecimiento, de su cariño, de su aceptación, de esa sensación de felicidad cuando viajas al sitio correcto en ese momento de tu vida que más te encaja... Son algunas de las sensaciones que este grupo de empresarios y empresarias del sector farmacéutico, la mayoría de ellas, nos hacen sentir.
Son viajeros agradecidos, que se dejan asesorar, que no se quejan y que no esperan más que disfrutar y sentir. Y que siempre tienen una sonrisa para ti. Irradian y desprenden una energía que hace que todo sea maravilloso y esto, insisto, se agradece mucho sobre todo cuando llevas un tiempo aislada del mundo occidental. Las perspectivas cambian tanto.
Es el apoyo que se necesita y el cariño que nos mueve para seguir. Y hoy he querido aprovechar esta oportunidad para darles las gracias con venir a Lamu, por estar y por sentir. Sentir ese amor a los niños y niñas, al personal local que trabaja en la escuela Twashukuru Academy School, a su fundador Omar Islam y a nosotras mismas, como fundadoras de la organización One Day Yes, que financia la escuela porque sin ellos y sin ellas nosotras no se podría levantar el proyecto.
Es ese amor y esa confianza que nace un día y se mantiene con el tiempo. Esa confianza que crece porque además de agradecimiento hay respeto, mucho respeto por ambas partes.
La fórmula mágica está ya inventada: con el apoyo de personas como Julia, Nacho, Carmina, Amparo, Lirios, Merche y Ana y mucho trabajo profesional detrás se crea futuro y posibilidades de cambio.
La realidad a día de hoy es que los niños y niñas en Twashukuru viven mejor que hace dos años con una mejor alimentación y una educación más completa porque hay gente que apoya el proyecto y confía en el trabajo que se hace aquí y allí.
Cuando las organizaciones reciben la visita en terreno de quienes apoyan económicamente y pueden ver con sus propios ojos el resultado de tanto trabajo, entrega y de sus aportaciones es una de las mayores satisfacciones que cualquier organización puede tener.
La manera de crecer y de consolidarse más segura para una organización pequeña y familiar es a través de la personas que visitan el proyecto en terreno y que se convierten en los mejores embajadores que nadie puede soñar.
Este tipo de experiencias de visitar en terreno proyectos de cooperación que uno apoya, nos ayudan a aprender que la vida es mucho más que lo que vivimos en nuestro día a día y nos enseñan que otra vida es posible. Nos educan en valores que en Occidente se perdieron y nos dan con un "zasca" en el corazón lleno de amor.
Y la vuelta al mundo occidental ya es diferente y nos ayudan a valorar más y mejor lo que tenemos aunque con el tiempo parece que se nos olvide porque nuestro día a día nos absorbe aunque yo soy de las que piensa que algo de poso queda para siempre.
Y esto es lo que han vivido este grupo de amigos que ahora se vuelven a Valencia, a sus trabajo y a sus rutinas pero que antes o después en varios momentos del día , de la semana y del mes se acordaran de esta sensación, de estos colores , de estos olores y de esta vida que solo se vive en África cuando vienes. Porque Lamu engancha.
Ahora son ellos Nacho, Carmina, Julia, Lirios, Ana, Merche y Amparo. Antes fueron otros y en un futuro puedes ser tú. Todos ya forman parte de una gran familia que crece ante las adversidades que nos encontramos cada día y que este tipo de viajes y experiencias une y crea lazos especiales.
Y hoy yo me quedo con la emoción de Amparo que con lágrimas en los ojos, da las gracias a su hija, Begoña Machancoses, cofundadora del proyecto One Day Yes por darle a conocer esta otra realidad. Tan lejana y tan cercana al mismo tiempo. Porque cuando te entregas y te involucras a un proyecto nunca está lejos por muchos kilómetros de distancia que existan. Porque siempre va en nuestro corazón.
La semana que viene... ¡más!
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