¿Qué pensarían ustedes si una empresa se deshiciera de su valor añadido dejando obsoleta su arma secreta? Pongo ejemplo: ¿Qué pasaría si la Coca Cola cambiara su sinuosa botella de cristal verde por un envase rectangular de cristal marrón-cerveza? ¿Creen ustedes que sabría igual de refrescante? ¡No! Ni siquiera sabe igual en botella de plástico y, mucho menos, en la ya identificable lata roja, personalizada o no con nombre propio a elegir… Es por eso que, tras múltiples intentos de estilizar la botella o de cambiarle el color, esta zarzaparrilla dulzona y gaseosa sigue pareciéndonos más apetecible en su formato original, sin perder en más de 100 años la chispa de la vida.
Me venía otro ejemplo a la cabeza pensando en mi añorada Canal 9 y la pérdida de su valor añadido, como se ha demostrado con el estreno hace un año de À Punt, su sucesora, tras la feliz idea de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de cerrar Telemadrid -nada original, viniendo como viene del PP-. Me llevé las manos a la cabeza cuando el actual equipo rector, de gobierno o de dirección decidieron renunciar a la marca. El cambio político de 180 grados operado en la sociedad valenciana en 2015, traducido en la Generalitat del Botànic, llevaron a recuperar la televisión autonómica que el Partido Popular en el gobierno cerró poco antes de perder su hegemonía, salpicado de deudas y de corrupción -ambos, el partido y el canal público-.
No obstante, la carga negativa pudo más que la positiva y se decidió por renunciar al nombre, el logo y, en definitiva, a 30 años de presencia en todos los hogares valencianos y parte del extranjero -por las comunidades autónomas limítrofes-. El resultado es que, un año después, muy pocos valencianos conocen de su vuelta ni de su nombre y, mucho menos, que À Punt es Canal 9. Valor añadido.
Estos ejemplos de mala praxis empresarial, o de su intento, los hemos visto durante la crisis financiera mundial, que dio de pleno en el tejido empresarial a todos los niveles. Muchas pequeñas empresas se perdieron por el camino. Las grandes sobrevivieron saliendo fuera y buscando mercados internacionales. Pero muchas empresas medianas optaron por deshacerse de su valor añadido, de su experiencia. Antes que diversificarse o aprovechar las reformas laborales para flexibilizar la plantilla, estas empresas optaron por deshacerse de los trabajadores de más edad declarándoles resilentes, obsoletos, porque les resultaba económicamente más viable a corto plazo. Atrás quedaban el valioso know how, del que tanto presumen en el lado anglosajón… ¿Recuerdan la riada de despidos y despedidos que inundaron los tribunales y las oficinas del paro?
Parte importante de ese valor añadido no se ha recuperado. Es como si el conocimiento no tuviese valor… y, mucho menos, el intelectual. Hoy he visto a un grupo de jóvenes integrantes de una orquesta de cámara ofreciendo un concierto en medio de la calle, en una ciudad cualquiera de Europa, en un día cualquiera. Espectacular. En la funda del chelo -que es más grande que la del violín- había unas cuantas monedas y algún billete de cinco o de diez. ¿Saben cuánto vale una entrada a un concierto en cualquier teatro del mundo? No vale un euro…
Todo este conocimiento que no se valora, este know how, es el arma secreta de un Estado para poder sobrevivir por muchos años y a muchas crisis, como la que se avecina -por favor, lean cantando la tonadita que todos tenemos en mente-. Pero, si es el mismo Estado el que comete este suicidio, nada más hay que añadir, ni el valor. ¿Se imaginan al gobierno de un país que envía a su casa a mil trabajadores de mediana edad, altamente cualificados en puestos de mando y dirección? Son los mil coroneles pre-jubilados del ejército español.
Son trabajadores preparados por el mismo gobierno, con carreras, másteres, idiomas y experiencia internacional. Son gente que puede llegar fácilmente a ocupar altos puestos de responsabilidad en un gobierno o en un canal de máxima audiencia, como el coronel Pedro Baños Bajo, que dispara el share en cualquier canal de máxima audiencia y en prime time. Por cierto, este domingo estrena en Cuatro La mesa del coronel para hablarnos de geopolítica, de geoestrategia, de cómo se domina el mundo…
Efectivamente, de esto se trata, de dominar el mundo… España mantiene en sus hogares a un millar de mandos del ejército prejubilados, declarándolos obsoletos a los 58 años en la reserva -en retirada, diría yo-, profesionales que han dedicado su vida a formarse en misiones de paz por todo el mundo. Mientras, el Gobierno de turno pierde la oportunidad de ocupar con esta plantilla un importante número de altos puestos estratégicos y de responsabilidad en organismos internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, que se quedan vacíos y en los que no tiene presencia… El Estado español está renunciando a su capacidad de influencia, a su valor añadido, a su arma secreta. En definitiva, a la chispa de la vida…