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la cátedra UNESCO de la UV propone vincular patrimonio cultural y Desarrollo Humano

La cultura como receta para agilizar la agenda 2030

28/04/2020 - 

 VALÈNCIA. Cultura para ser un poco más (y mejor) humanidad. Esta es la idea de un grupo de docentes e investigadores de la Cátedra UNESCO de Estudios sobre el Desarrollo de la Universitat de València. La famosa Agenda 2030 promovida por la ONU se olvida, en sus más de 17 propuestas y 169 metas, de mencionar prácticamente el patrimonio cultural. De hecho se pueden contar con los dedos de una sola mano. "Esto no quita que muchos pensadores e investigadores hayan interpretado que la mayoría de estas metas se pueden interpretar y se alcanzarán antes o mejor si aplicamos, además de medidas económicas, la cultura. Se puede conseguir aquello que propone la agenda si lo hacemos de manera cultural, identificando algunos procesos que están en el ADN de los diferentes pueblos". Esta es la propuesta de Ximo Revert Roldán, una de las persona que dirigió, el año pasado, un taller organizado por la Cátedra UNESCO para poner en práctica esta misma idea.

El proceso es el siguiente: hacer un trabajo de rastreo en cada ciudad o comunidad que identifique, en la actualidad, de qué recursos culturales se disponen para hacer una vida mejor. Recursos culturales en su sentido más amplio: el urbanismo, la agricultura, las costumbres, la manera de acoger o el folclore, son algunos de estos recursos susceptibles de ser analizados. Sin tener tan en cuenta su origen o sus objetivos principales como los cambios que ha conseguido y su potencial para hacer un mundo mejor. "(Las fórmulas para) asociar el patrimonio cultural con los objetivos y las metas de la Agenda 2030 son, en suma, propuestas fácilmente aplicables en cualquier ciudad o territorio. Pueden orientar políticas públicas (es decir, pueden tener interés para responsables políticos y técnicos municipales) no solo en torno al patrimonio cultural, sino también al enfoque de profesionales del turismo y la difusión del patrimonio. Pueden también, cómo no, ponerse en práctica a iniciativa de las instituciones educativas mediante enfoques que destaquen, en cualquier disciplina académica, los logros humanos en favor de la emancipación, autonomía y libertad de las personas en la construcción de su propio desarrollo humano personal y colectivamente entendido", explica Revert en un artículo publicado en Quaderns de la Mediterrània.

El problema de este melón es que, conceptual, el mundo de la cultura estás bien centrado en no ponerse de acuerdo en saber qué es y qué no es patrimonio cultural. "La UNESCO lleva desde la década de los 90 diciendo que, igual como tenemos una diversidad biológica, también tenemos en el mundo una diversidad patrimonial y cultural. Son múltiples y diversas las soluciones en las que, cada sociedad, ha encontrado soluciones creativas a aquello que nos ha tocado vivir para poder hacerlo de una manera más humana y sostenible", comenta Revert. Y añade: "Más allá de lo que diga la ortodoxia, el patrimonio cultural no se reduce a lo que podemos ver en un museo, aunque eso sea esencial, sino que los colectivos humanos pueden generar sus referentes culturales en aquello que consideren importante". Un ejemplo de la ciudad de València sería el Tribunal de les Aigües, que "a lo largo de los siglos se ha convertido en una práctica cultural tan potente para repartir, entre comunes, un recurso tan importante como el agua, que han pasado musulmanes, cristianos, y civilizaciones y ahí sigue". Esto obliga a que las políticas públicas de protección del patrimonio cultural busque su amplitud de miras, sin discriminar por su origen, por su aplicación o por lo alejada que esté una manifestación cultural o no de las industrias culturales que funcionan ahora.

Otro de los melones abiertos: ¿la globalización pone en jaque las identidades particulares? ¿Ser una persona europea u occidental, con las grandes manifestaciones culturales que eso conlleva, hace sombra a las identidades micro? "La cultura, en definitiva, es la historia de la cooperación humana, de la creatividad de la cooperación humana. Cuando una comunidad quiere definir su propia identidad, toma como referencia cada identidad en función de qué solución es mejor y más humana: a veces lo hará como pueblo europeo, y otras veces de una manera más próxima. Sí, por ejemplo, una comunidad quiere revisar y buscar una manera de vivir libre de machismo, buscará referentes en aquellas sociedades que estén más avanzadas para serlo", comenta a este diario Revert. Esta idea de buscar los propios referentes, analizarlos y promoverlos choca "con las prisas y la innovación a los que nos inducen los medios audiovisuales actuales". "El pasado tiene mucho que contar en este proceso de buscar cómo ser más sostenibles y más humanos", concluye.

Este proceso invita también a preguntarse qué recursos patrimoniales y culturales actuales servirán a la sociedad de los siglos venideros. ¿Es posible que el 8-M o los movimientos anti-globalización sean el principio de la solución humana al mundo de 2020? ¿De qué manera y por cuánto tiempo afectará culturalmente la crisis del coronavirus a la identidad afectiva de la cultura mediterránea? ¿Tiene sentido seguir discriminando entre la alta y la baja cultura sin haber analizado la repercusión humana y sostenible de cada una de estas manifestaciones artísticas? Tal vez, tomando como referencia el pasado, se pueda analizar con más rigor lo que ocurre en el presente. Esta es, al menos, una propuesta de tantas.

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