El archivo personal de ex coronel de las SS, vendido por su albaceas españoles a un investigador estadounidense, ha sido analizado solo parcialmente, pero ya se han encontrado en él pistas importantes y curiosidades, como una foto de Skorzeny y Klaus Barbie travestidos bailando en una fiesta clandestina en el refugio del ex jefe de la Gestapo en Latinoamérica. Skorzeny vivió en España durante treinta años en Madrid y Alcudia, en Mallorca, donde se apropió de una playa para su uso privado
VALÈNCIA. Era el hombre de acción favorito de Hitler. Pasó a la historia tras liberar a Mussolini en la Operación Roble y por sus misiones de comando infiltrado tras las líneas americanas en la Batalla de las Ardenas. Era un oficial las SS, pero su paso por los campos de concentración para prisioneros alemanes después de la guerra fue breve. Pudo instalarse en España con total tranquilidad e iniciar una serie de actividades empresariales millonarias un tanto oscuras, además de prestar servicios de inteligencia a la CIA e incluso al Mossad.
Producido por Pablo Azorín, el documental El hombre más peligroso de Europa aborda las últimas novedades conocidas sobre la compleja biografía de Otto Skorzeny. Se estrenará el próximo 10 de marzo en la Filmoteca de Catalunya y el 12 en la Cineteca de Madrid. En 2011, el archivo personal del coronel fue adquirido por un historiador estadounidense, el ex militar Ralph P. Ganis, que lo ha investigado parcialmente. Consta de 2000 documentos entre fotografías, agendas y películas familiares rodadas en 8 mm.
Luis María Pardo, albacea del archivo, revela en el documental que su padre tenía miedo de que los nazis pudieran ir a por su familia si esa documentación salía a la luz, pero su hijo le convenció de que la gente tenía derecho a conocer lo que contenía. Por ejemplo, uno de los hallazgos es una agenda de la posguerra de alemanes vinculados al III Reich, entre los que se puede leer el nombre de Leni Riefenstahl, que podría ser una lista de "irreductibles".
La cifra de alemanes refugiados en España tras la guerra fue de unos 10.000. Skorzeny tuvo como cicerone al periodista Víctor de la Serna, director del diario Informaciones, el más pro-nazi de España. Gracias a él, estableció contactos con el Estado Mayor del Ejército español, donde era una leyenda por sus hazañas de guerra, y empezó a hacer negocios.
También se convirtió en alguien popular. Se acostumbró a alternar en la noche madrileña. Almudena Grandes lo describe como "una celebrity" de la época. Iba a la piscina Stella, al Pasapoga, Casablanca o al Morocco. Mientras tanto, estaba relacionado con las redes de escape de nazis hacia Argentina.
En algunas de las fotos que se han encontrado, aparece con Romano Mussolini, hijo del Duce, que pasaba por España de gira como pianista de jazz en la época en que trabajaba con el seudónimo de Romano Full. En un encuentro le mostró el reloj que su padre le había regalado por rescatarle. Nunca se deshizo de él en toda su vida, pero su papel en aquella misión no estuvo exento de oportunismo para convertirse en el protagonista.
Los negocios que le hicieron millonarios los realizó a través de Hjalmar Schacht, ministro de Economía del III Reich, que tras cumplir solo unos meses de su pena de ocho años de condena a trabajos forzados, regresó al negocio bancario. Desde su posición, contrató a Skorzeny para hacer negocios en España. El antiguo coronel de las SS se convirtió en representante de marcas como Thyssen o Krupp. Uno de sus negocios más lucrativos fue construir con empresas alemanes las bases que Estados Unidos instaló en España en los años 60.
A partir de ahí, montó su propia empresa de importación y exportación, tras la que se le acusa de haber tenido un negocio de venta de armas. Se cita que acudía a la casa que Perón tenía cerca de él en El Viso madrileño para ver las últimas novedades del mercado y hacer adquisiciones. Hasta se le llegó a vincular sentimentalmente a Evita, aunque nada de esto ha sido, lógicamente, confirmado.
Con la tapadera de esta empresa realizó viajes frecuentes a Latinoamérica, donde se encontró con sus amigos nazis huidos de la justicia. Entre sus papeles se ve que tenía la dirección completa de Klaus Barbie, jefe de la Gestapo en Francia. En las fotos que han aparecido en su archivo se les ve a ambos pasándoselo en grande, vestidos de mujer, travestidos, en una fiesta loca.
Con la fortuna que fue amasando se compró una casa en Alcudia, Mallorca. Mantuvo el mínimo contacto con los lugareños e incluso llegó a enfrentare a ellos. De un día para otro, bloqueó el acceso a la playa y "privatizó"· una zona colindante con su casa. Era la orilla en la que había aprendido a nadar la gente del pueblo.
Uno de los motivos por los que pudo actuar tan impunemente fue que la OSS, precursora de la CIA, le captó para sus actividades de inteligencia. Como a él, le pasó lo mismo a numerosas personalidades bien situadas en el III Reich. Entrevistado por el documental, Efraim Zuroff, director del Centro Simon Wiesenthal, explica que la lucha contra el comunismo de los países occidentales cambió la visión que se tenía de los nazis. En sus palabras: "Política, todo es política, ese es el problema, la justicia no puede existir donde la política domina". Para más misterio, la rama de la CIA con la que se le vincula es la acusada por el asesinato de Kennedy.
Prueba de ello es que Skorzeny, como dice en una entrevista para la televisión alemana sentado frente al mar, en la playa, nunca se arrepintió de nada. Declaró que ya diría la Historia si lo que hizo fue útil o no, pero que el volvería a repetir todo lo que había hecho paso por paso: "Puedo asegurar que hoy haría lo mismo de la misma manera". No es de extrañar, habida cuenta de que se sospecha que al final acabó manejando el botín de los nazis que escondieron en las montañas y con el que no pudieron hacerse los aliados.
No obstante, aunque acudiese a actos de homenajes a nazis y fascistas españoles, aunque nunca mostrase arrepentimiento por haber sido un jerarca del régimen nacionalsocialista, también tuvo su perfil de mercenario. Cuando Nasser contrató a científicos alemanes para fabricar misiles balísticos con los que poder atacar Israel, el Mossad recurrió a él para acceder a ellos. El primero con el que contactaron fue asesinado, aún hoy no se sabe dónde está su cuerpo, y los otros científicos abandonaron Egipto muertos de miedo.
Cuando murió, tuvo un funeral en Austria en el que, dijo un cronista, no se habían visto más saludos nazis desde el final de la II Guerra Mundial. Las opiniones de él son encontradas. Hay hasta quien encuentra cierto carisma en el personaje, con su cicatriz facial fruto de las peleas con sable de la extremadamente clasista universidad austriaca de su tiempo. No obstante, todavía queda mucho por salir de ese archivo y su personaje adquirirá más matices.