De querer vender tacos en Holanda para venderse a la vida, a convertirse en la referencia de las 'tortitas' méxicas en España. Esta es la experiencia de Alma Flores-Helsen
VALÈNCIA. Empezó queriendo vender tacos mexicanos en Holanda y terminó montando en ese país una empresa para fabricar tortillas (conocidas en España como “tortitas”), denominada en México como “tortillería” (el equivalente al horno español). Ahora la empresa está en España desde principios de 2017, concretamente en València, desde donde produce y distribuye el alimento a varios países europeos, bajo la marca de Factory Tortilla.
Alma Flores-Helsen lo tenía claro: "Yo lo único que quería era vender tacos en Holanda, poner un puestecito de mercado mientras me aclimataba con el idioma y con el proceso migratorio". Pero el puestecito nunca se dio; sí en cambio la iniciativa de instalar una tortillería. Luego de varios años de trabajo, de una inversión grande en la compra e importación de maquinaria especializada procedente de su propio país, y sobre todo de trámites complejos para instalar la empresa en Holanda y luego en España, Factory Tortilla hace una competencia a aquellas tortillas que se venden en Europa y basan su producción en conservantes, a diferencia de las suyas que se fabrican con harina de maíz orgánico, sin transgénicos.
Flores-Helsen es una mujer muy “arrojada”. Una abogada originaria de Navojoa, Sonora, que dejó su cartera de clientes de la Ciudad de México, donde vivía, para casarse con un holandés y emprender un proyecto de vida en común, el cual no imaginaba incluiría tortillerías en Holanda y España, además de un restaurante y un horno en este último país. ¡Sin sumar los dos hijos que ahora tienen de 4 y 5 años de edad!
Primero vivieron seis meses en Canadá y de ahí se fueron a Holanda (Halfweg) en 2013, debido al trabajo de él en la bolsa de valores de ese país. La profesionista pretendió llenar la añoranza de su tierra y su comida, con la venta de tacos. Al buscar las tortillas, además de otros productos para hacerlos, se encontró con que nada “daba el ancho” y es ahí cuando se pregunta “¿y si el negocio está en las tortillas?”.
Finalmente nunca vendió tacos y se fue a lo grande. «Buscando mis tacos, el sazón y los productos, sobre todo las tortillas, me dio la inquietud y la ilusión de replicar un sabor de mi gastronomía y pensé que podría poner una tortillería en Holanda», expresó. Su esposo cuestionaba más la idea, quizá con los temores de todo emprendedor. Aun así Flores-Helsen descubrió que Holanda es un país que impulsa mucho el emprendimiento.
"Se me hizo fácil y no lo fue, pero se pudo", afirma la emprendedora, quien fue capaz de instalar su primera tortillería en su propia casa, en un sector residencial donde vivía, luego de un “tiempo récord” de nueves meses en que visitó Estados Unidos y México para ver modelos de máquinas tortilladoras, funcionamientos de estas, costos y conocer los trámites legales que implicaría la importación y la instalación en Holanda.
Un día de 2013 a las 8 de la mañana un tráiler se paró en la estrecha callecita donde vivía, justo frente a su casa. El chofer tocó la puerta y le dijo que “ahí estaba la carga”. Ella le indicó bajarla y meterla al interior, pero se encontró que para eso debió haber contratado personal especializado en cargas, pues se trataba de una maquinaria de un peso aproximado de 700 kilos, distribuida en cuatro cajas largas de madera, más bultos en palets con 20 toneladas de harina de maíz, ingrediente con el que fabrican las tortillas
Tuvo que contratar a un mecánico mexicano especializado para que armara la máquina y se la pusiera operativa
¡Todo se lo dejaron en la acera! Fueron dos horas de no saber qué hacer, pero el carácter extrovertido de la empresaria le hizo “echar mano” de sus vecinos, quienes le ayudaron a meter los bultos y las cajas, luego de recibir todo desde el puerto de Rotterdam, procedente de Veracruz, México. Esta fue tan solo una de tantas anécdotas que ha vivido con su tortillería, luego de pasar aduanas, permisos, certificados de origen de la maquinaria, homologación de la misma y cambio de motores debido a que el voltaje en América no es el mismo que en Europa. Y a todo esto se agrega la contratación que tuvo que hacer de un mecánico mexicano especializado para que armara la máquina y se la pusiera operativa, no sin antes cumplir con las normativas del país.
El trabajo fuerte empezó cuando ya tenía todo instalado porque ella no tenía experiencia en el negocio de una tortillería. Inicia el proceso de prueba y error en la elaboración del alimento en 'la Jacinta', nombre con el que bautizó a su primera máquina, la cual produce 100 kilos de masa en una hora. En ese entonces ella se entera que en Italia había una planta de Maseca, la compañía mexicana global de alimentos, líder en la producción de harina de maíz y tortillas a nivel mundial, que por la cercanía le facilitaría la compra de la materia prima.
«Yo me emocioné cuando supe que había una planta y pensé que ya no tenía que importar desde México», comentó. Pero para el exigente paladar de una mexicana que conoce el verdadero sabor de la tortilla, esta harina no dio el sabor ni el producto como lo recordaba, así que probó la harina de la competencia del grupo Minsa, también gran productor de harina de maíz a nivel internacional. Flores-Helsen acertó y empezó a importarla, porque se trata de una harina certificada, sin transgénicos, hecha con maíz orgánico, con la cual ofrece un producto de calidad, muy apegado al sabor mexicano. La venta de las tortillas envasadas al vacío empieza a darse con gran éxito en Holanda con particulares y uno que otro restaurante, que en ese entonces no había muchos en el país. Su producción abarca tortillas de maíz blanco, amarillo y azul, además de “tostadas” (tortilla crujiente) y “totopos” (nachos).
Para el mexicano el maíz es una reconexión con su tierra, sus raíces, sus sabores, por eso es que las tortillas se fabrican con diferentes harinas. La de maíz blanco deja el producto con una gran textura y cuyo olor y sabor resultan muy finos al paladar. La harina de maíz amarillo es la “de batalla”: potente en sabor y olor y la más apropiada para una buena “taquiza mexicana”. El maíz azul es quizá el que más se usa en el centro-sur de México y es considerado como un “maíz gourmet”, por ofrecer un sabor especial y hasta exótico.
Luego de tres años y medio de vivir en Holanda, Flores-Helsen decidió mudarse a España porque «definitivamente me corrió el frío. No pude con este y con la lluvia constante de ese país», expresó. La pareja viajó por varias ciudades de Europa para escoger dónde vivir y se inclinaron por València, cuyo buen clima, gastronomía y cercanía con el Mar Mediterráneo, les cautivó. Empezó así una nueva aventura de mudanza, no solo de muebles sino de empresa y maquinaria. Y para su sorpresa, el proceso fue más complicado en España que en Holanda.
Aquí se encontró un país más estricto. No podía iniciar un negocio si no cumplía con una larga lista de normativas, como un nuevo registro de empresa, elaboración de proyectos de industria, tramitación de licencia de obra, (según lo que fuera a hacer en la nave donde instalaría la tortillería), homologaciones de la maquinaria a usar, sobre todo si no era europea. Lógicamente se apoyó con un despacho de gestores que nunca había tenido un cliente con este tipo de empresa, porque la producción y venta de tortillas es más usual en ciudades como Madrid y Barcelona, pero en València nunca antes se había instalado algo de este tipo.
Cerca de un año le llevó a Flores-Helsen el cambio, entre cerrar su negocio en Holanda e iniciar el nuevo en Valencia. Tiempo en el que no interrumpió la producción en el país nórdico, para no dejar de surtir a su cartera de clientes. Esto le dio un espacio de tiempo para gestionar la nueva empresa en Valencia y adquirir una nueva maquinaria: “la Flaca”, para arrancar la nueva fabricación del alimento, llegando incluso en algún momento a producir tortillas en ambos países.
Una vez operativa la nueva “tortillería valenciana”, la empresaria siguió utilizando el mismo sistema de ventas y distribución del principio, el tradicional boca a boca, las llamadas telefónicas y los envíos por correos. No es sino hasta en 2020, con el inicio de la pandemia, en que entra en la venta online, lo cual le permitió ampliar su mercado, concretamente en España, dado que en otros países europeos ya tenía presencia, sobre todo en restaurantes.
Quien ha visitado México y ha conocido en persona una tortillería, imaginará que aquí en Valencia esta funciona como tal. No se trata de un negocio que diariamente produzca tortillas, como en ese país, ya que esta fase va de acuerdo al lote de harina que llegue y cuya producción de tortillas puede requerir de dos a tres meses, para luego descansar otros tres y retomar el trabajo de nuevo. Esto también depende de cómo esté la demanda. Flores-Helsen reconoció que esta es la parte difícil de su negocio, porque tiene que saber calcular, pues con determinada cantidad de harina cubre tantos meses de venta, pero si surgen nuevos clientes, ahí ya tiene “problemas felices”.
El puerto de Miami le pincharon los bultos de harina para comprobar que no se tratara de “otro tipo de harina”
A Factory Tortilla le lleva de tres a cuatro meses la logística desde que hace el pedido de la harina hasta que la recibe, pagando por adelantado, mientras que la empresa lo prepara y lo entrega a otra compañía que contrata la emprendedora, misma que se encarga de recoger y enviar a España. Es importante adquirir un seguro para el transporte de la mercancía, afirmó la abogada, porque luego hay sorpresas, como le sucedió una vez en que la naviera que transportaba su mercancía pasó por el puerto de Miami, donde le pincharon los bultos de harina para comprobar que no se tratara de “otro tipo de harina”.
A diferencia de otras tortillas tipo mexicanas que se venden en los supermercados, las de Factory tienen un estándar de calidad gracias a que son hechas con maíz orgánico, sin conservantes. Luego se meten a nevera para adaptarse suavemente a una temperatura fría. De ahí se pasan a congelación industrial, luego son empaquetadas, etiquetadas, puestas en palets, listas para los envíos.
Con esto queda claro que el fuerte de Flores-Helsen es su empresa de tortillas, pero a su larga e interesante actividad de emprendedora, se suma que en 2019 abrió un restaurante mexicano en un parque de Torrente, que aunque solo da servicio los fines de semana, es «un ejercicio de prueba para que los españoles degusten los tacos». Mientras que en Cheste, a manera de hobby, adquirió un horno que por el momento no está abierto al público, en el que hace el tradicional pan de dulce mexicano, que pretende dar a conocer al cliente español. La emprendedora tiene claro que todo debe hacerlo bien y a la europea, sin descuidar la calidad y el auténtico sabor de lo mexicano en lo que produce y vende.