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La nueva normalidad en China

Foto: Keith Tsuji /ZUMA Wire/dpa
10/05/2020 - 

Escribo desde la preocupación por la decisión del Gobierno de no haber autorizado, sin explicación alguna, a la Comunidad Valenciana el tránsito a la fase 1 de la desescalada cuando de acuerdo con las declaraciones de los responsables de la Generalitat Valenciana, se cumplen con todos los requisitos objetivos fijados para ello. Y la cuestión, sobre todo, está en la falta de transparencia (si, esa misma transparencia de la que de forma reiterada se jactan determinados responsables políticos) y el sentimiento de que la decisión no viene motivada por criterios científicos que la harían entendible a la ciudadanía. Y determinados elementos comparativos con algunas regiones respecto de las cuales sí se ha autorizado al paso de la fase 1 teniendo unos datos objetivos sensiblemente más negativos que los de la Comunidad Valenciana resultan especialmente desconcertantes y contribuyen de forma innecesaria a un desafecto con el Gobierno que no puede ser más que negativo.  

La ciudadanía quiere pasar página, previo el indispensable control de la crisis sanitaria (esta es la línea roja esencial), para instalarse en lo que se está llamando la nueva normalidad. Y aquí es interesante fijarse en lo que se está haciendo en otros países que se encuentran en una fase ulterior en la gestión de esta crisis y de forma especial en el país donde tuvo su origen, en China. Y entiendo que esta aproximación es útil porque no solo las medidas normativas que se adopten sino incluso las prácticas empresariales que se desarrollen en China van muy probablemente a ser introducidas en nuestras vidas cotidianas a medida que vayamos avanzando en la famosa desescalada. Y, de alguna forma, están aquí para quedarse hasta que se encuentre la vacuna y tratamientos efectivos frente al Covid-19 que esperemos sea en los próximos meses. 

En un reciente artículo del Financial Times del pasado 4 de mayo se destacan las prácticas que se están implementando en china y las lecciones que pueden extraerse de las mismas. Es esencial que tengamos clara una obviedad que conviene recordar: no se va a volver, al menos de momento, a una situación idéntica a la previa a la crisis sanitaria. Es importante que la ciudadanía esté profundamente concienciada con esta realidad. De lo contrario el rebrote va a resultar inevitable y nos encontraremos en breve en una situación más adversa (por haber agotado nuestras reservas previas) que podría conducirnos a un colapso de nuestro mundo. 

Foto: XINHUA

En sentido se están aprobando una serie de prácticas, tanto en el ámbito público como en el ámbito privado, destinadas a mantener el distanciamiento social que resulta un elemento esencial para la adecuada gestión de la pandemia. A pesar del anuncio de la vuelta a la normalidad con el  levantamiento el pasado 8 de abril del confinamiento radical en Wuhan, epicentro de la catástrofe tras 76 días, junto con su no inocente instrumentación por parte del gobierno chino, lo cierto es que nos encontramos ante un país distinto. 

Parar empezar, el país sigue clausurado al exterior. Sin duda la circunstancia del incremento de lo que las autoridades chinas han denominado como casos importados, ha motivado una posición especialmente estricta sobre el tema. En un inicio, se estableció una cuarentena principalmente en hoteles para viajeros (chinos o no) que viniesen del exterior. Sin embargo a partir del 26 marzo, ante el peligro que estos nuevos casos podía suponer, se reforzaron las medidas, cerrando a cal y canto las fronteras incluso para los residentes provocando de esta forma una imposibilidad de regreso a sus domicilios en China y quedando pues atrapados fuera del país.  Esta medida sigue en vigor y es muy posible que se adopten/mantengan similares medidas en el resto del mundo en los meses venideros. Esta situación ha provocado situaciones complicadas respecto de los estudiantes chinos en el extranjero. 

Además, según me ha comentado mi amigo Pablo Díez corresponsal del ABC en Pekín, las autoridades chinas están exigiendo que se realicen severos mecanismos de monitorización social encaminados a prevenir el temido rebrote. De esta forma, el recurso a códigos QR cuyo objeto es registrar el historial clínico así como el control de movimientos de entrada en edificios, lugares de trabajo, comercios, restaurantes se ha convertido en clave para doblegar a la pandemia. Es cierto que esto no parece compatible con nuestra normativa en materia de protección de datos de carácter personal, y así se está manifestando ya la Agencia Española de Protección de datos, pero dicha normativa debería ser objeto de ajuste, obviamente de forma provisional, dada la excepcionalidad de la situación y la necesidad de superar esta  crisis. 

la tendencia subterránea de todas estas medidas es la eliminación del contacto humano físico, lo que no deja de ser inquietante

Por otro lado, y esto es importante, el mundo empresarial en China se está adaptando a la nueva situación para poder desarrollar su actividad de forma solvente y compatible con la contención del Covid-19. El impacto económico de la pandemia ha supuesto un golpe considerable en la economía china, especialmente por su desempeño en los meses de enero y febrero de 2020, produciéndose la primera contracción en su PIB desde los años de caos de la Revolución Cultural. Por ello las empresas están volviendo al trabajo de forma cauta y consolidando una muy útil experiencia respecto de aquellas prácticas que deben y que no deben realizarse.  Con la reapertura de los comercios y de las fábricas, se están implantando procedimientos de seguridad e higiene que son perfectamente exportables a otros lugares. Aquí las multinacionales con presencia en China están teniendo un protagonismo especial. Muchos ejecutivos que han sabido desenvolverse en el ámbito chino con éxito está siendo trasladados a las oficinas centrales para implementar eficazmente las políticas ya testadas en China. 

Un ejemplo claro son las medidas tomadas por la Ford que probablemente incidirán en su estrategia en el resto del mundo. Ante la caída de sus ventas que ya registró antes del coronavirus, Ford está tratando de hacerse más atractiva para sus clientes de forma consistente con los nuevos tiempos. Para ello, ha desarrollado una aplicación que va a facilitar la compra de vehículos online que permite a sus clientes tener una experiencia cercana a la visita presencial así como una entrega de un producto que cumple con los requisitos sanitarios más exigentes. Además, está cambiando alguno de sus diseños de sus vehículos, sobre todos los destinados a uso industrial, para permitir un espacio mayor entre sus ocupantes. 

La aplicación de este protocolo de actuación se va extender inicialmente a Europa y luego al resto del mundo a medida que Ford reinicie la producción. Lo mismo están haciendo cadenas hoteleras internacionales con presencia en China que están llevando a cabo un protocolo exhaustivo de limpieza en determinados lugares de sus establecimientos que se han detectado como especialmente sensibles para la propagación del Covid-19. Estas técnicas contribuirán no solo la efectiva disminución del riesgo de contagio sino sobre todo a la percepción por parte de los consumidores de que los hoteles son lugares seguros que resulta indispensable para que vuelvan a arrancar su actividad de forma exitosa. 

Foto: Keith Tsuji /ZUMA Wire/dpa

Al final, la tendencia subterránea de todas estas medidas es la eliminación del contacto humano físico, lo que no deja de ser inquietante. Por ello, como se deriva de lo anterior y como ha sucedido en China, el gran ganador de esta pandemia va a ser el comercio online. Es verdad que este cambio ya se estaba produciendo con anterioridad al Covid-19 pero éste ha funcionado como catalizador. El consumo presencial continuará pero más bien como parte de una experiencia de ocio integrada de valor añadido pero una gran parte de las compras se realizará online. De esta forma, mucha más gente que antes no recurría al comercio electrónico, como los ancianos chinos, han empezado a utilizarlo con normalidad. Por ello, aquellos negocios que ya tenían una presencia fuerte en materia de comercio electrónico en China han resultado menos perjudicados por la pandemia.  

De hecho estas buenas noticias desde China motivan, en parte, según las analistas, el ciertamente inexplicable repunte bursátil norteamericano en abril de 2020. Quizás los inversores en una actitud que puede pecar de exceso de optimismo han visto que China puede asumir el liderazgo en la reactivación de la maltrecha economía global para luego pasar el testigo, más adelante, a Europa y Estados Unidos tan pronto como empiecen a superar la pandemia.  No obstante, a pesar de que las compañías esté reactivándose, los resultados que conocemos (hoteles, restauración) se encuentran entre un 40% y 30% por debajo de la año anterior.  A pesar de ello hay datos recientes esperanzadores. El puente del primero de mayo se ha saldado en China con 50 millones de desplazamientos turísticos según cifras oficiales. Y ha tenido lugar un hecho especialmente simbólico y ciertamente luminoso, ha sido la reapertura de la Ciudad Prohibida de Pekín que llevaba cerrada desde enero. Esperemos que las buenas noticias sean cada vez más frecuentes.

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