el veto a las reuniones de no convivientes y el cierre de la hostelería, claves en la contención

Las decisiones que tomó Baleares desde diciembre dejan en evidencia a Puig y al resto de CCAA

28/01/2021 - 

VALÈNCIA. Muy pocos gobiernos, por no decir ninguno, pueden sacar pecho en la gestión de la pandemia, especialmente tras lo ocurrido en estos dos últimos meses. La idea conjunta de compatibilizar las fiestas navideñas con algunas restricciones que mantuvieran a flote la economía ha provocado una desbocada crisis sanitaria que ha terminado con otra gravísima estocada a la economía y a las libertades sociales. 

Así, desde el Gobierno de España -con Pedro Sánchez, Salvador Illa y Fernando Simón a la cabeza- hasta el último de los presidentes regionales, subestimaron al virus y sobreestimaron la responsabilidad de la ciudadanía. La opción que, precisamente, mejor encajaba para sus intereses políticos y, sobre el papel, para mantener el desarrollo económico. La consecuencia, en forma de datos diarios, es un colapso sanitario en algunas regiones y un frenazo monetario quizá peor que el que se habría producido de haberse previsto la situación.

Obviamente, a toro pasado, todos toreros, aunque sí existieron muchas voces que advirtieron del peligro y que ningún gobierno autonómico se atrevió a escuchar. Ahora bien, las reacciones de las CCAA fueron diferentes a principios de enero: las que más esperaron, caso de la Comunitat Valenciana, son las que se enfrentan a peores cifras. Las más rápidas, como Baleares, son las que están evidenciando mejores resultados.

El 8 de enero, la presidenta regional, Francina Armengol comunicaba a los actores sociales su intención de cerrar la hostelería. Una medida que se hizo oficial el día 11 y que, además, incluía la prohibición de reuniones entre no convivientes salvo algunas excepciones. Estas restricciones, similares a las que Ximo Puig ha adoptado recientemente, concluyen el 31 de enero si bien todo apunta a que se prorrogarán al menos dos semanas más. En el momento en el que se anunciaron estas medidas (8 de enero), la incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes de Baleares era de 546, segunda más alta de España. Este miércoles, ese índice marca 649, la duodécima más alta , lo que evidencia una contención del número de contagios pese al salvaje incremento generalizado.

Cierto es que el trabajo de Armengol en esta línea había comenzado antes. El 14 de diciembre había anunciado el cierre del interior de los bares en Mallorca, cuando la incidencia de esta autonomía era la más alta del territorio nacional (280) aunque con varias regiones con cifras muy próximas. Apenas dos semanas después, el 27 de diciembre, decretaba también en Mallorca el cierre de la hostelería a las 18 horas y el del comercio a las 20 horas, unas medidas que el Gobierno valenciano adoptaría el 7 de enero. En ese momento, Baleares marcaba una incidencia de 514, la más alta de España, mientras la Comunitat era la cuarta con 323, si bien en Presidencia se mostraba la preocupación por el ascenso de los últimos datos ante la proximidad de la Nochevieja.

Así, llegados al 5 de enero, Puig anuncia unas restricciones similares a las que Armengol había aplicado el día 27 de diciembre (cierre de bares a las 18 horas y comercio a las 20 horas). La incidencia es entonces de 363, sexta de España, y pese a que su socio principal en el Consell, Compromís, pide restricciones más duras debido al crecimiento de los contagios -varios récords negativos durante la semana- pero el Puig y su entorno consideran que puede superarse el trance con esas medidas sin socavar en mayor medida a la hostelería y el comercio. El calvario de cifras que se producen en los siguientes días complican la situación para el presidente de la Generalitat, que defiende un margen de espera para ver los resultados de las restricciones ya adoptadas.

No obstante, los datos van a peor y cumplido el plazo, Puig decreta el 19 de enero -con puesta en vigor dos días más tarde- unas medidas muy parecidas a las tomadas por Baleares unos diez días antes: cierre de la hostelería, más restricciones a establecimientos comerciales y prohibición de reuniones de no convivientes con determinadas excepciones. Cuando las medidas entran en funcionamiento, la incidencia de la Comunitat Valenciana marca 1.166, tercera más alta del país, liderazgo que se alcanzó este martes 26 con 1.423. 


El camino de Baleares, con unos 10 días de ventaja sobre el resto, ya apunta a que la situación deberá prorrogarse al menos dos semanas más si se quiere empezar a doblegar la curva, lo que parece indicar que, como mínimo, la Comunitat tendrá que esperar a la segunda mitad de febrero para apreciar resultados. 

Tarde del 31 de diciembre: ¿las horas fatales?

Otra de las CCAA que durante estas semanas ha contenido el incremento de contagios con cierta solvencia es el País Vasco. Curiosamente, las medidas de Euskadi fueron, durante las fiestas navideñas, muy similares a las de la Comunitat Valenciana. No obstante, el Gobierno vasco sí aplicó los días especiales y sus vísperas -24, 25 y 31 de diciembre de y el 1, 5 y 6 de enero de 2021-, que tanto la hostelería como los establecimientos comerciales cerrarían a las 18 horas y no podrían abrir hasta las 9 del día siguiente. Una medida con la que se evitaba el 'tardeo' en los días señalados.

Una medida que, tal y como se ha mencionado, también adoptó Baleares en Mallorca a partir del 27 de diciembre, dirigida precisamente a frenar posibles focos de contactos social y, concretamente, los que se derivaran de la Nochevieja. Más aún cuando se venía de unas jornadas festivas que, tal y como se ha comprobado posteriormente, implicaron grandes cantidades de reuniones que a la postre propiciaron un notable incremento de los contagios.

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