El director general de instituciones financieras de Scope, agencia de rating europea, ofrece su visión sobre los retos y oportunidades a los que se enfrenta el sector bancario en este 2019
MADRID. Los bancos europeos se mantendrán en buena forma en 2019, mostrando características prudenciales, financieras y comerciales tranquilizadoras, persiguiendo estrategias de riesgo moderado a bajo. Pero las incertidumbres de fondo continuarán irrumpiendo en el mercado.
Las calificaciones de Scope en los grandes bancos europeos, la mayoría en el rango 'A'/ 'AA', ya reflejan esta evaluación, por lo que la expectativa para 2019 es de estabilidad de los ratings. Pero la presión en el sector está aumentando, principalmente debido a preocupantes acontecimientos sociales y políticos en Europa y en todo el mundo.
1. Fortaleza prudencial y financiera, pero no totalmente tranquilizadora
El sector bancario europeo continúa mostrando sólidos indicadores prudenciales en torno al capital y la liquidez, y el sector no está insuficientemente capitalizado estructuralmente en comparación con los grandes bancos estadounidenses. Todos los grandes bancos de la UE superaron sus procesos de revisión y evaluación supervisora de 2018. Los problemas de calidad de los activos del sector son, en su mayoría, un legado del pasado, a pesar de las preocupaciones continuas del mercado y el supervisor. Más importante aún es que no hay signos visibles de deterioro material en la calidad de las carteras de préstamos creadas desde la crisis financiera mundial. Esto refleja estándares de suscripción más estrictos y el hecho de que los préstamos recientes se han extendido en un contexto de tipos de interés históricamente bajos. Si bien esto sugiere que las subidas futuras de tipos pueden afectar la capacidad de pago de los prestatarios más apalancados, las normas de provisión de la NIIF 9 deberían atenuar significativamente el efecto negativo del deterioro de la calidad del préstamo al exigir provisiones contra pérdidas esperadas, en lugar de incurridas. Por otro lado, ante los crecientes riesgos cibernéticos y de mala conducta (que no se pueden cuantificar), las buenas métricas prudenciales ya no pueden tranquilizar por completo.
2. Rentabilidad moderada
Es probable que la rentabilidad se mantenga moderada y que los márgenes netos de intereses continúen en niveles bajos, ya que es factible que los tipos no suban. Los volúmenes de nuevos préstamos seguirán aumentando con cautela, pero es probable que los bancos sufran una reducción en el crecimiento de las tasas y que la disminución de los costes materiales sea difícil. Sin embargo, las características de bajo riesgo del sector mitigan este punto y deberían brindar tranquilidad a los inversores de crédito con respecto a que los bancos aumenten sus resultados al asumir un mayor riesgo. Los bancos que son demasiado agresivos con los objetivos de beneficios deberían levantar sospechas entre los inversores.
3. Una mayor reducción de costes es cada vez más difícil; el exceso de capacidad no se diluye
La mayoría de los bancos europeos han podido reducir los costes en los años posteriores a la crisis gracias a una combinación de estrategias centradas en la reducción de peso, reducción de riesgos y desapalancamiento, así como la incorporación de nuevas tecnologías más eficientes. Sin embargo, a falta de movimientos de reestructuración más drásticos, tanto a nivel bancario como sistémico, es probable que este proceso sea más difícil. Esto no será una buena noticia para la industria. Primero porque la menor flexibilidad para reducir costes ofrece menos opciones de gestión en un entorno de rápida evolución; En segundo lugar, los analistas e inversores, con razón o sin ella, continúan considerando esta métrica como un indicador clave de fortaleza o debilidad.
4. Riesgos sociales y políticos tras bambalinas
En contra del desempeño financiero y del riesgo, vemos una creciente aprensión del mercado hacia el sector, un movimiento derivado de las tendencias tras bambalinas que pueden afectar la capacidad crediticia de los bancos, ya sea directamente o a través de un 'efecto mariposa': Brexit, la política estadounidense (el proteccionismo estridente del presidente Trump y las amenazas de una guerra comercial) y el auge del nacionalismo y el populismo en Europa y en otros lugares (especialmente en Italia). Si bien es comprensible que haya una mayor cautela en el mercado, esta precaución no debe incrementarse innecesariamente empeorando el panorama y afectando a la capacidad de los bancos para financiar y o emitir capital. Los bancos no son los culpables del estrés actual del mercado. El área principalmente afectada son los ingresos bancarios. La calidad de los activos no debería ser un tema crítico en este momento, ni la amenaza de que la Unión Bancaria Europea esté en peligro.
5. La era digital desafía los modelos de negocio
En los próximos años es posible que comencemos a ver el modelo de negocios integrado de la mayoría de los bancos: los circuitos de la mayor cantidad posible de productos para sus negocios y clientes individuales son más intermedios. Es probable que esto sea verdaderamente transformador para Europa, donde el sistema financiero y los circuitos son más intermedios para los bancos que en los Estados Unidos.
6. Riesgo de ataque cibernético: el talón de Aquiles de los bancos
El riesgo cibernético está entre los más temidos por las instituciones financieras. El desafío para los inversores, analistas y supervisores es que las amenazas cibernéticas no se pueden cuantificar y medir adecuadamente. En los últimos años, hemos visto un esfuerzo cooperativo sin precedentes entre los reguladores de todas las jurisdicciones para aumentar la eficacia de la protección cibernética en el proceso de la supervisión y las regulaciones bancarias. Es necesario que haya un esfuerzo conjunto sostenido por parte de la industria bancaria, los reguladores, los gobiernos, los proveedores de TI y los expertos externos. Los bancos no pueden ser efectivos por sí mismos y necesitan cooperar. El hipotético potencial reducido de subida que pueden poseer al tener una reputación más efectiva en cuanto a riesgos cibernéticos que la competencia podría ser rápidamente alterado por un exitoso y masivo ataque cibernético a ese competidor, que podría dañar significativamente la confianza en la viabilidad de la banca digital.
7. El riesgo de mala conducta sigue estando en el centro de atención
Las preocupaciones de los inversores se están enfocando cada vez más en el riesgo de mala conducta bancaria. Las reglas con acrónimos como KYC (conozca a su cliente), AML (lucha contra el blanqueo de dinero) y CTF (lucha contra la financiación del terrorismo) definen la clave de las regulaciones de riesgo de mala conducta, con claras consecuencias legales, financieras y penales, por infracción. En la década transcurrida desde la crisis, se han producido numerosos actos de mala conducta, relacionados con el blanqueo de dinero, el fraude o la evasión fiscal, y el abuso de mercado. Los bancos europeos han pagado miles de millones en multas legales y regulatorias (especialmente relacionadas con sus operaciones en Estados Unidos).
8. ESG: mayores expectativas de mercado y políticas y estándares más altos
Los inversores institucionales se centran cada vez más en los factores medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en todo el universo de inversión. El sector bancario es una parte muy importante de este enfoque. Alentados por los inversores y los clientes y actuando según sus propias convicciones, los grandes bancos se están volviendo más públicos acerca de su enfoque de ESG. Esto abarca desde detalles sobre políticas de préstamos sostenibles, divulgación de información relacionada con el cambio climático y la huella de carbono, aclaraciones sobre su adhesión a los Principios de Ecuador, hasta la emisión y suscripción de bonos verdes o sociales. La divulgación de información ESG por parte del sector bancario ha estado mejorando, con el objetivo de acercarse más a las expectativas de los inversores y los legisladores. Con respecto a la gobernabilidad, algunos bancos han logrado avances significativos en los años posteriores a la crisis. Si bien la regulación está ayudando a mantener a los bancos en el buen camino, los elementos de concienciación de ESG también están cambiando la cultura de los bancos para mejorar.
9. Mejor evitar las fusiones y adquisiciones transfronterizas a gran escala
Los bancos pueden ampliar su potencial a través de la inversión en capacidad digital, aprovechando las plataformas abiertas y las API, en lugar de fusionarse con los 'bancos heredados' y asumir costos innecesarios, así como los posibles problemas desconocidos tecnológicos o de conducta indebida. Sin embargo, siempre existe el escenario viable de una posible fusión interna entre dos grandes bancos, que intentan estabilizar la caída de la entidad más débil. Esta puede ser la situación actual de Commerzbank (calificación 'A') y Deutsche Bank ('BBB +').
10. Resolución vs rescates
Existe un debate en curso sobre los escenarios de resolución para bancos en quiebra. Si bien el marco de resolución está firmemente implementado en toda Europa, muchos participantes del mercado continúan creyendo que, cuando llegue el momento, el gobierno nacional no permitirá que un gran banco sea intervenido. Esto puede ser cierto, pero es altamente improbable que los inversores institucionales sean rescatados, especialmente aquellos que han invertido en valores elegibles para MREL/TLAC (y posiblemente también en deuda senior preferente). Es muy probable que 2019 sea un año activo para las emisiones bancarias, con la mayor parte de las operaciones en un formato senior no preferente elegible para MREL (Requisito mínimo de pasivos elegibles). Hay, por fin, más claridad normativa en la UE con respecto al MREL, y los bancos ahora necesitarán construir los amortiguadores necesarios de la deuda con capacidad de garantía. Es probable que el BCE renueve las facilidades del TLTRO (o extienda el calendario de pagos más allá de mediados de 2020) para que el pánico en la financiación debido al empeoramiento de las condiciones del mercado no empeore.
Sam Theodore es director general de instituciones financieras de Scope