VALÈNCIA. Aunque a finales de junio o a principios de julio se reactiven los viajes internacionales y los turistas puedan volver a viajar a España, la realidad en la cultura será -al parecer- otra bien diferente. Las giras internacionales en prácticamente todas las disciplinas se han cancelado a nivel mundial. La cultura se queda en casa un poco más, y se prevé que a corto plazo no haya grandes cambios. Esto significa un cambio de paradigma en muchas de las programaciones tanto de la Administración como de los espacios privados, que suelen aspirar a cuánto más, mejor, con ese cierto sentido provinciano que hace que se valore más las propuestas que vienen de fuera que las locales. Ocurre especialmente con la música, pero es extensible a casi cualquier disciplina artística.
En este contexto, este verano, los eventos que se celebren serán propuestas fundamentalmente locales y alguna nacional. Hace unos días, desde el Institut Valencià de Cultura se comentaba a este diario que sus festivales estivales se ha optado por suspender cualquier propuesta internacional (intentando reubicarlas en otro momento en los próximos meses) pero desviar esos gastos para redoblar la apuesta por compañías locales. Es una de las propuestas que se hace desde el plan ReaCtivem y que buscan paliar las consecuencias económicas de estos casi 100 días de parón (y los que parece que quedan aún). En todo caso, Culturplaza ha lanzado las siguiente pregunta a varias personas de las artes escénicas, una disciplina que notará especialmente este cambios de paradigma en el que lo local es la única opción a corto plazo: ¿se trata de un cambio de paradigma? ¿es una oportunidad de oro para que los valencianos y las valencianas reconozcan el tejido artístico de la Comunitat, o simplemente es una manera de amortiguar la caída?
Las respuestas, como en otras ocasiones, son esperanzadoras sin llegar al optimismo. Ángela Verdugo Morte, presidenta de la APDCV (Associacio de Professionals de Dansa de la Comunitat Valenciana) opina que “En lo que respecta a las compañías de danza, muy pocas tenían antes de la crisis un flujo de trabajo aceptable ni en la comunidad ni fuera de ella. Las pocas que funcionaban lo hacían muchas veces gracias a que sus componentes compaginan la labor escénica con la docencia o el trabajo con otros colectivos. Habría que añadir, además, las dificultades para conseguir financiación, los caches regateados hasta el exceso…”. Y añade: “es obvio que al aumentar las actuaciones en nuestra comunidad supondrá más visibilidad, aunque la gran dificultad ha sido siempre el salto fuera de ella”. A la pregunta de si las soluciones que está poniendo la Conselleria de Cultura encima de la mesa son suficientes, Verdugo opina que “tajantemente no”: “Tenemos los interlocutores públicos más cercanos que hemos tenido hace años, escuchan e intentan hacer equilibrios para crear un ecosistema sostenible, pero creo que les falta muchísimo conocimiento del terreno”.
María José Mora, que forma parte de Marea Danza, pero además está en la directiva tanto de Asociación Valenciana de Empresas de Danza (AVED) como de Associació de Gestors i Gestores Culturals del País Valencià, cree que “es un buen momento para que las compañías vuelvan a echar raíces en la Comunitat, porque hay muchas que viajan por toda España y a nivel internacional pero que no trabajan mucho en su propio territorio”, en ese sentido, también traslada la importancia de que las administraciones autonómicas y locales sepan, a la hora de configurar esas programaciones, “repartir de manera equilibrada los fondos entre la danza, el circo y el teatro de manera equitativa”, porque de normal “el teatro siempre tiene más espacio”. Más concretamente sobre los estímulos de ReaCtivem, opina que “somos muchas profesionales y empresas. Por parte de la Conselleria de Cultura, hay voluntad y dinero, pero es difícil que todos y todas podamos entrar en esas ayudas
Desde el circo, las visiones son parecidas: Carmen Rubio, de la companyia de payasas La Mar Salà, no cree que “de momento haya expectativas de futuro extraordinarias y habrá que esperar las directrices del gobierno”. “Todavía no podemos hablar con concreción”, asegura, aunque plantea que las salas alternativas que les suelen programar tiene un aforo muy limitado, de unas 40 o 30 personas, lo que hace difícilmente viable cualquier espectáculo si hay una reducción de su capacidad: “estas salas tienen una política de precios muy ajustada porque se busca que la cultura llegue a todos los sitios, así que muchas veces, si no va a llenar, no vale la pena ni abrirlas”. De hecho, Rubio plantea incluso que al aire libre también será complicado realizar shows “porque no puedes controlar cómo se comporta la gente”. En todo caso, lanza una alarma: mucha gente del circo está pasándolo muy mal porque depende para vivir de actuar en la calle, y principalmente vive de festivales y fiestas locales que este verano no va a haber.
María Colomer, su compañera, abre algo más la perspectiva, como presidenta de la Mostra Viva del Mediterrani por una parte y de la Associació de Professionals del Circ de la Comunitat Valenciana (APCCV) por otra. “La mayoría de este apoyo extra a las empresas locales supone reubicar las programaciones públicas canceladas estos meses o asumir las programaciones de otras entidades que han cancelado, así que se trata de una medida más paliativa que un cambio de paradigma”, y también pone el acento en la cultura que se hace al aire libre, que no se verá normalizada al menos hasta septiembre. Desde su labor de programación, comenta que la Mostra Viva, que se celebrará en octubre, “vamos a dar un impulso también a las compañías y artistas valencianas, aunque también es importante dar visibilidad a gente de los países del Mediterráneo que no tiene otras citas o foros en València”.
¿Y qué dice la Administración? Roberto García, Director Adjunto de Artes Escénicas del Institut Valencià de Cultura, cree que los cambios en la programación forman parte de una dinámica general que están llevando a cabo la mayoría de iniciativas públicas del Estado Español. “La idea es doble, programar propuestas locales, que son las más fáciles de poder cerrar, y dar el impulso necesario que hoy más que nunca necesita la cultura en todos los territorios”. En este sentido prefiere no aventurarse a “hacer análisis apresurados de todo lo que está pasando”, pero asegura que “se trabaja diariamente y salen nuevas ideas sobre cómo responder a esta situación excepcional. Cuando todo pase, las ideas buenas que puedan seguir beneficiando al sector a lo largo de los años se mantendrán, y habrá otras que solo sirvan para este momento que no”. Y concluye: “si las medidas son buenas, cualquier crisis es también una oportunidad para mejorar”.
Con todo esto, parece que desde las artes escénicas se recibe con entusiasmo estas medidas, pero la crisis ha sido tan profunda, que -en general- no tienen más esperanzas que las de recuperar lo perdido. ¿Cuáles son los principales retos a medio y largo plazo? ¿Qué ocurrirá en septiembre, si la normalidad se va instalando y el sector vuelve al punto de partida? “Una de nuestras grandes preocupaciones, que ya hemos trasladado a la Conselleria, es que los posibles recortes de los presupuestos públicos se ceben con la cultura, tanto a nivel autonómico como local. Por eso estamos pidiendo un compromiso en, al menos, mantenerlos en 2021”, propone María José Mora. La incertidumbre del apoyo económico del sector público es compartida por prácticamente todas las entrevistadas en este reportaje. En este sentido, piden ir más allá del movimiento Ajorna, no cancel·les de la Federació Valenciana de Municipis i Províncies y que los ayuntamientos mantengan, en la medida de lo posible, su dinamización del sector cultural (principalmente local) a medio y largo plazo.
Por otra parte, este verano, el público de la Comunitat tiene una oportunidad de oro para descubrir y redescubrir el tejido artístico valenciano, que en el caso de las artes escénicas es especialmente rico. ¿Será el momento de que muchas compañías, que son más reconocidas fuera de la Comunitat que en ella, empiecen a ser más profeta en su tierra? “En mi opinión, ya se ha hecho una labor de poner cara, de dar a conocer a la ciudadanía a una parte de la gente de las escénicas. No descomunal, pero se han tomado medidas al respecto. De todas formas, seguimos teniendo esta cosa provinciana y si consigues salir y dan muestras de valorar tu trabajo a tu vuelta todo el mundo te mirará como si fueras mejor que antes de irte. Esto siempre ha sido muy absurdo. Hay gente que trabaja muy bien y gente con un trabajo terrible aquí y en Londres. Pero para cambiar esto deberíamos tener una sociedad educada y con criterio, y eso nunca ha interesado mucho. Porque un pueblo que se alimenta de cultura es un pueblo crítico y eso da mucho trabajo”, cree Ángela Verdugo.
El reto de salir igual o mejor que antes de marzo no solo depende del sector público y del privado, también del público y su consumo cultural. Mimar lo local y acudir a la llamada de tantas propuestas será más importante que nunca desde ahora hasta que se recupere, o desde ahora y para siempre.