Hace años que se hablaba de España y especialmente de la Comunitat Valenciana como la tierra de las rotondas, por la excesiva proliferación de estas obras de la ingeniería civil que pueblan nuestro paisaje de una manera, a mi modo de ver, terrible por su tamaño y casi nula estética, se salvan algunas que se convierten en bosques mediterráneos o albergan esculturas de gran simbolismo, aquí todos pensamos en la Dama de Elche de Manolo Valdés junto al nuevo-viejo Mestalla.
Estos días he podido contemplar en una carretera comarcal que solo ve aumentado su volumen de coches en el mes de agosto, nuevas rotondas que ralentizan el tráfico y no cumplen con la lógica función de distribuir el mismo porque apenas hay salidas, salvo algún camino agrícola. Curiosamente, al pensar en la clásica vuelta que damos a una rotonda cuando no sabemos bien la salida o el navegador está de día libre, me vino a la mente la comparación de las rotondas españolas con las puertas giratorias de los políticos que tanto denunciaba Podemos en sus orígenes y que seguro sabrá utilizar Iglesias en los próximos meses.
La rotonda como metáfora de un país que gasta el dinero en cientos de obras públicas inútiles y además feas, el mal gusto por bandera, no se si en los los pliegos de condiciones habrá un apartado que indique: “abstenerse las empresas que pretendan incorporar elementos de diseño y cuidado estético al mobiliario urbano”. Pero la mayoría de rotondas son cantidades ingentes de hormigón o incluso simples pivotes de plásticos verdes y azules para que demos la media vuelta al ruedo y sigamos nuestro camino y no caigamos en un círculo vicioso. Quizá las rotondas encierran muchas metáforas de nuestra vida.
Muchos conocimos un país sin rotondas, con stop y ceda el paso y probablemente las carreteras comarcales y nacionales eran un lugar más amable y cercano, aunque ya se que habría más accidentes y con el fin de protegernos surgieron este invento que ha llegado a extralimitarse, como les acabo de contar. Seguro que conocen muchas rotondas inútiles y horribles, en cambio, ¿conocen puertas giratorias inútiles? Para los políticos que las disfrutan, difícil, para sus familiares tampoco, y para los demás como apenas sabemos la cantidad de empleos que nacen gracias al paso por la política, poco que decir. Pero no seré yo quien participe en el típico linchamiento, porque debemos asumir que los contactos están para ser utilizados y nuestros políticos no son extraterrestres.
Ojalá las rotondas que hay en la Comunidad Valenciana y las que seguro construirán en un futuro, sirvan como espacios para la vegetación autóctona y también la exposición de esculturas y reconocimiento a nuestra historia. Justamente estos días hemos tenido la triste noticia de la muerte del Genovés, un mito de la pilota valenciana al que tuve la suerte y el honor de conocer y tratar en La Eliana. Parece que el mundo de la pilota esta trabajando para que se le recuerde cerca del histórico trinquete Pelayo, y creo que más de una localidad podría utilizar sus gigantescas y desangeladas rotondas de entrada a un mito del deporte valenciano por excelencia, Paco Cabanes, el Genovés. DEP