CASTELLÓ. Un equipo de la Universitat Politècnica de València (UPV), con la colaboración del Servicio Central de Instrumentación Científica de la UJI, ha liderado el desarrollo de un nuevo sensor capaz de detectar de forma muy rápida y sencilla escopolamina, una de las sustancias más utilizadas en delitos de sumisión química, especialmente en agresiones sexuales. El sensor detecta la presencia de esta droga en menos de cinco minutos y con una gran sensibilidad. Sus resultados los publica la revista Angewandte Chemie International Edition y también han sido patentados.
"La escopolamina es una sustancia difícil de detectar con métodos convencionales, especialmente cuando se encuentra en bebidas. Por ello, desde nuestro grupo en el Instituto IDM de la UPV nos propusimos desarrollar nuevas herramientas sencillas que permitan alertar de su presencia de manera inmediata", destaca Vicente Martí Entelles, investigador del Instituto Interuniversitario de Reconocimiento Molecular y Desarrollo Tecnológico (IDM) de la UPV.
Si hay droga, genera una intensa luz fluorescente
Según explica Ramón Martínez Máñez, director del Instituto IDM, el funcionamiento del sensor es muy sencillo: cuando la droga entra en contacto con el sensor, se produce una reacción que libera una sustancia fluorescente. Esta liberación genera una señal luminosa muy clara, cuya intensidad además es proporcional a la cantidad de escopolamina.
"Cuanta más escopolamina hay, más fluorescente se vuelve la señal, lo que permite no solo detectar su presencia, sino también estimar su cantidad. Y todo ello en menos de cinco minutos. Además, el sistema no requiere equipamiento complejo ni personal altamente especializado, lo que facilita su uso potencial en entornos policiales, forenses o de control preventivo", incide el investigador de la UPV.
Un diseño químico sofisticado que detecta la más mínima presencia de droga
El sensor ideado por los investigadores de la UPV se basa en una "caja molecular", una estructura química diseñada para reconocer y atrapar moléculas concretas. En este caso, la caja molecular ha sido diseñada para interactuar y atrapar de forma altamente selectiva la escopolamina.
Uno de los aspectos más novedosos del sistema es la sofisticación de su diseño químico. La caja molecular adopta una disposición única que resulta clave para que el proceso de detección de la droga funcione con gran precisión. "Esto es lo que permite que nuestro sensor detecte cantidades muy bajas de droga y que sea especialmente útil para el análisis rápido de sustancias sospechosas, tanto en contextos preventivos como tras una posible agresión", destaca Giovanni Montà-González.
Cristian Vicent, del CSIC-UJI y coautor del trabajo, comenta que "el uso de técnicas avanzadas de espectrometría de masas ha ayudado a comprender el mecanismo íntimo de captura y reconocimiento de la droga". "Actualmente estamos trabajando en el desarrollo de un dispositivo que incorpore el sensor para la detección de escopolamina en diversos entornos tales como bebidas, orina, saliva, etc.", afirman Eva Garrido y Estela Climent, coautoras del trabajo.
En su desarrollo han participado también el CIBER de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN), la Unidad Mixta UPV-CIPF de Investigación en Mecanismos de Enfermedades y Nanomedicina, la Unidad Mixta de Investigación en Nanomedicina y Sensores UPV-IIS La Fe, con la colaboración del Servicio Central de Instrumentación Científica de la Universitat Jaume I de Castelló. El equipo investigador ya trabaja en el desarrollo de sensores similares para la detección de otras drogas ilícitas.