CASTELLÓ. Carlos Patiño es uno de los muchos entrenadores que se embarcaron en la aventura del fútbol chino. Afincado en Castellón desde 2007, aceptó la oferta para así convertirse en profesional del deporte rey, aunque fuera en una cultura diferente y a miles de kilómetros de casa.
Llegó a China en agosto de 2017. Vicente Girona le llamó para ser su segundo entrenador en un club que justo comenzaba su andadura en aquel instante. Por aquel entonces, el Taizhou Yuanda FC comenzó a competir desde abajo, en la cuarta división. "Estuvimos trabajando juntos ocho meses y conseguimos ascender. Justo entonces Vicente salió del club, pero a mí me propusieron seguir formando parte del staff. Ahora competimos en la segunda división y el gran objetivo del club es el ascenso a la Superliga china".
El club se encuentra en Taixing, una ciudad pequeña situada en el delta del río Yangtsé y que se encuentra a unas dos horas y media en coche de Shanghai y a casi mil kilómetros de Wuhan.
Y desde allí Patiño nos cuenta su experiencia: "El año pasado, después de lograr el ascenso en noviembre, regresé a Castellón para estar con la familia en las vacaciones. El 4 de enero empezamos a realizar la pretemporada en el sur del país, concretamente en Kunming. La conclusión de la pretemporada coincidió con la celebración del Año Nuevo Chino. Justo por eso, nos dieron permiso cinco días por las celebraciones".
A partir de ese momento, "fue todo muy rápido: el día 24 de enero nos notificaron que había que realizar una cuarentena por motivo del Covid-19. Nos dijeron que teníamos que permanecer en el hotel". A este respecto, el entrenador recuerda que, "tanto el club, como la ciudad, han utilizado unos protocolos muy meticulosos para preservar nuestra salud y evitar el contagio". Y no son medidas fáciles de asumir: "Estuvimos unos 25 o 30 días confinados sin salir de la habitación. Había muchas normas de conducta durante este tiempo, como estar siempre localizado para las autoridades. La actividad deportiva se suspendió el mismo día 24. A partir de ese momento, estuvimos inicialmente realizando una cuarentena de quince días, poco después nos comunicaron que iba a ser de veinticuatro. Al final han sido unos cuarenta y cinco días. El primer mes nos llevaban la comida a la habitación, la dejaban en la puerta, con trajes y protección, para evitar el contagio. No teníamos contacto físico con nadie. Nos hacían controles de ácido nucleico, para constatar que no estábamos infectados".
Durante este tiempo Patiño ha hablado diariamente con su familia, "con mi esposa y mi hija que están ahí en Castellón, para contarles lo que estaba pasando y avisando, a la vez, de que la enfermedad podría expandirse como así ha sido. Hablaba con ellas, trataba de tranquilizarlas. Les contaba las estrictas normas de seguridad que se habían impuesto aquí y que nos encontrábamos bien de salud".
A partir de ese momento comenzó un periodo de permisividad progresiva, recuerda el entrenador afincado en Castellón: "Pasado un mes nos trajeron ya a nuestra residencia deportiva, al centro de entrenamiento del Taizhou Yuanda FC. A partir de entonces, pudimos bajar al comedor para comer y cenar, pero con solo dos personas por mesa y a una distancia de un metro y medio. Nos iban informando, poco a poco, de que la situación en la provincia mejoraba y que solo restaba dar de alta a las personas que estaban recuperándose para poco a poco restablecer la normalidad".
"Hace un par de semanas hemos podido empezar a salir a los campos de la residencia deportiva en la que estamos para volver a entrenar, pero siempre cumpliendo todas las normas del gobierno" remarca el míster.
Y, a partir de ahí, la esperada vuelta a la normalidad: "Lo último que sabemos es que para el 15 o 20 de abril comenzaría la Superliga. En ese caso la segunda división arrancaría, aproximadamente, una semana después, aunque todo esto dependerá de la evolución de la situación". Una situación que parece controlada ya en China y que sirve de acicate para aquellos que se encuentran inmersos todavía en esa dura travesía.