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MINORÍA ABSOLUTA / OPINIÓN

Los CEO de los ciudadanos

Foto: BENOIT DOPPAGNE/BELGA/DPA
17/06/2021 - 

La pandemia ha puesto en evidencia la conciencia social, una tendencia que ha frenado el individualismo feroz en el que estábamos inmersos.

Una de las mejores lecciones que nos ha dejado la covid-19 ha sido la empatía, la resiliencia y la solidaridad. También ha puesto en evidencia la importancia de los servicios públicos y la necesidad de mantener un estado del bienestar fuerte, lo que supone una mayor implicación de las instituciones y de la política. En momentos de crisis se necesita altura de miras, más liderazgo público.  

Un liderazgo que no consiste en vendernos fotos robadas con Biden como si se tratase de una reunión bilateral con el presidente de los Estados Unidos, en una nueva versión de Bienvenido, Míster Marshall.

Existen ejemplos de medidas políticas extraordinarias como la constitución del Gobierno de Mario Draghi en Italia. Un gobierno apoyado por todos los partidos y con la incorporación de tecnócratas de reconocido prestigio para la gestión de los fondos europeos, ya que se trata de las ayudas más cuantiosas que recibiremos los estados miembros desde el Plan Marshall. Una prioridad que el expresidente del Banco Central Europeo tiene clara para dar respuesta a sus ciudadanos en la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.

Aquí los directores de las empresas publicas tienen el mérito de ser amigos de Pedro Sánchez, y los socios del Gobierno dicen que al Gobernador del Banco de España habría que “correrle a gorrazos” porque indica que la subida del Salario Mínimo Interprofesional ha destruido entre 92.000 y 174.000 puestos de trabajo. Mientras la deuda pública española supera el 125% del PIB llegando a cifras récord no registradas desde 1880.

Como diría el alcalde de nuestro homenajeado Berlanga “os aseguro que para pagar esto ni un céntimo ha salido de las arcas públicas, porque en las arcas jamás ha habido un céntimo”.

Y algo similar es lo que nos han dicho esta semana a los valencianos. La ministra de Hacienda ha dado un portazo a la necesaria reforma del actual sistema de financiación, y seguiremos recibiendo mucho menos dinero que el resto de españoles para financiar nuestros servicios públicos básicos.  

Pero en vez de hacer urgente lo importante, aquí seguimos, distraídos con la confrontación política y la defensa de los intereses partidistas.

Mientras los políticos se dedican a hacer más marketing que nunca, nos encontramos a un sector privado más humanizado, con unas empresas más activas y comprometidas para luchar contra las desigualdades.

Saben de la importancia de la reputación y el posicionamiento, del valor de los intangibles, y se identifican con unos ciudadanos cada vez más empoderados y con más herramientas para participar en la vida pública. Se han adaptado rápidamente a un contexto interconectado y más social.

Como explica el maestro del marketing, Philip Kotler las compañías han ido evolucionando de centrarse en los productos y en los consumidores, a centrarse en las problemáticas de la humanidad.

Ya en el 2015, cuando la ONU fijó la Agenda 2030 con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), les otorgó a las empresas, por primera vez de forma expresa, un papel clave, porque considera su actividad fundamental para la productividad, la innovación y la creación de empleo.

Las empresas, además de motores económicos, se han convertido en motores de transformación social. Y este liderazgo empresarial es una realidad percibida y reclamada por la ciudadanía.

Según el reciente informe de Edelman, los españoles confían más en las empresas que en los medios de comunicación y en el Gobierno. El estudio señala que, el 61% de los encuestados creen que los CEO deben intervenir cuando el gobierno no soluciona los problemas de la sociedad. Además, el 81% piden que los líderes empresariales hablen públicamente de los retos sociales, situando la pandemia como el primero de ellos.

Hay una importante demanda de liderazgo, pero ante el vacío que dejan las instituciones, los ciudadanos buscan en otro lado. La iniciativa privada está liderando este espacio en estos tiempos de incertidumbre. Tenemos un importante tejido social en el que podemos confiar. Son muchas las personas anónimas que están contribuyendo a crear una red de contención para ayudar a las personas más vulnerables.

Esta filantropía y generosidad es necesaria y de agradecer, pero no le resta ni un ápice a la obligación de los políticos de priorizar su atención a los intereses de las personas. Son los responsables y garantes de nuestros servicios públicos y de nuestros derechos fundamentales. Son los CEO de los ciudadanos y se deben a su clientela, y no pueden olvidar que, el cliente siempre tiene la razón.

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